Las Corridas De Toros y El Prejuicio Como Pretexto.

No hay sino que mirar las últimas noticias para ver que el actual alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, en lugar de estar preocupado por la rampante inseguridad en Bogotá o de al menos tener una estrategia clara sobre como va a mejorar el desastre dejado por su antecesor, proveniente del partido de sus afectos el PDA, en materia de movilidad; este anda más preocupado por enlodar y ensuciar con sus palabras una actividad que está muy lejos de ser una oda a la muerte, como él mismo la llamó. Muy lejos también de actividades en las que el hoy cuasi-purificado Petro participó en la época en la que militaba en la guerrilla y entre las cuales podemos destacar la masacre que se originó en el Palacio de Justicia, donde (oh sorpresa) resultó que el estado le quedó a deber a él. El colmo del descaro.

Realmente, es muy difícil creer en las intenciones de Gustavo Petro, como garante de la vida. No resulta muy complicado ver las verdaderas motivaciones del señor alcalde detrás de estas palabras, donde no hizo otra cosa que repetir las condiciones dada por la Corte Constitucional respecto a las corridas de toros desde 2010. La careta que tiene el señor Petro oculta su profundo prejuicio respecto a una tradición, más artística que deportiva que ha tenido lugar desde hace milenios y que ha llegado a nuestras tierras por un proceso de asimilación cultural, que en el caso de Bogotá atrae a un sector de la población más acaudalado al que el señor alcalde detesta y extiende sus más profundos prejuicios, al mismo estilo que el presidente de Venezuela deja claro que detesta no sólo la élite de Caracas, de Zulia, sino la del resto de Venezuela e incluso la de otros países.

artoro
Las corridas de toros son una tradición mucho más antigua que sus actuales detractores.

Pero estos prejuicios se dan también en otro contexto. No es sino entender lo que sucede por ejemplos en el espectáculo de toros en varios municipios del Caribe Colombiano, para darse cuenta que no es el bienestar del toro o la defensa a los animales lo que impulsa a algunos, muy pocos afortunadamente, a vestir camisetas con frases anti-taurinas. No es sino escucharlos un momento para darse cuenta que lo que realmente les causa escozor es que sean espectáculos inclusivos, abiertos para todo el mundo, razón por la que estos utilizan expresiones como «que vergüenza» o «que boleta» cuando se habla de las corridas de toros. El discurso de la defensa de los animales es sólo el escudo en el que se esconden para ocultar sus prejuicios.

Alguna vez un profesor en una cátedra universitaria señaló la enorme hipocresía que hay detrás de estos discursos fáciles ¿Por qué si defienden tanto los derechos de los animales, siguen comiendo carnes, comprando zapatos de cuero o utilizando correas? ¿Si son defensores de animales como tanto pregonan, porque no defienden los derechos de los piojos, las cucarachas, las garrapatas y los zancudos? Desconocen que los animales han estado, están y estarán siempre al servicio del ser humano y no al revés.

Cualquiera que sea la naturaleza del espectáculo taurino, siempre que haya una tradición detrás, como existe en España, en México, en Venezuela, en Ecuador, en Perú y en muchas partes de Colombia, habrá un público con ganas y capacidad de consumir el espectáculo. No por nada se ha declarado en algunos lugares «Bien de interés cultural».

Si en lugar de ver el espectáculo taurino desde el retorcido lente de los prejuicios, se vieran desde el enorme impacto económico, cultural y social que estas tienen en el grueso de la población, en lugar de querer sobresalir como defensor de causas perdidas, sería otro gallo el que cantara. Por último es fácil ponerse del lado de un toro, ¿por qué en lugar de eso estas personas tratan de ponerse en el lugar de tantos niños y tantas personas que viven en la calle y que sufren una tortura mucho más dolorosa por culpa de la inanición y el abandono de la sociedad? Hay mucho que hacer y que corregir en este mundo primer antes de preocuparnos tanto por el bienestar de tal o cual animal.

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El enfrentamiento entre el hombre y la bestia es tan antiguo como la humanidad, la tauromaquia sólo nos pone de frente ante nuestra vulnerabilidad.

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