¡Vaya! ¡Hacía bastante tiempo que no escribía una reseña de una serie! Ni siquiera una de Netflix, si a eso vamos … Quizás tendrá que ver con el hecho de que hace rato dejé de usar el servicio de televisión por suscripción y contratar HBO o FOX premium está atado a esos servicios de suscripción, por lo cual por mí se pueden ir al infierno.
Pero en fin, y regresando a nuestro tema de conversación el día de hoy, resulta imposible no escribir una reseña sobre la que desde ya puedo decir que es la mejor serie de 2018, La Maldición de Hill House, o The Haunting of Hill House como se conoce en su idioma original. Y aunque ya les respondí la primera pregunta que siempre me hago en estas publicaciones, aún falta explicar por qué esta serie es la mejor de este año, así que sin más preámbulos ¡Empecemos!
The Haunting of Hill House (vamos a resumirlo como Hill House y ya) es la tercera adaptación de la novela gótica homónima publicada por Shirley Jackson en 1959. Y hoy, 60 años después el aclamado director Mike Flanagan, reconocido por su trabajo en Oculus, Ouija: El Origen del Mal y Hush, le da un giro sumamente interesante a la historia.
En el libro, así como en las dos adaptaciones anteriores (¿Recuerdan a Catherine Zeta-Jones como Theo y a Owen Wilson como Luke?) Nell, Theo y Luke son sujetos de prueba en un experimento orquestado por el doctor Montague, Marway o Marrow según el caso, hasta que el experimento se torna en desastre porque la casa de Hill House, donde sucede el experimento empieza a demostrar que no es una casa común y corriente.
Mike Flanagan en esta versión incluye a Nell, a Theo y a Luke como parte del grupo familiar Crain, conformado por Hugh (Henry Thomas), Olivia (Carla Gugino) y sus cinco hijos, Steve (Paxton Singleton), Shirley (Lulu Wilson), Theo (McKenna Grace) y los mellizos Nell (Violet McGraw) y Luke (Julian Hillard). Los Crain se mudan a Hill House, con la intención de repararla y venderla a buen precio. Lo que no sabían es que la casa tiene otros planes con ellos.
Pero Flanagan no haría algo tan plano como una historia lineal e intercala la historia de los años 90, con los sucesos en el tiempo presente donde los chicos Crain ya son adultos, y siguen luchando con las secuelas de lo sucedido en Hill House, 25 años atrás. Así vemos las historias de Shirley (Elizabeth Reaser), Steve (Michiel Huisman), Theo (Kate Siegel), Nell (Victoria Pedretti) y Luke (Oliver Jackson-Cohen) en su etapa adulta, mientras vemos lo que la casa les hizo de niños.
Para empezar, la cinematografía, la dirección y la musicalización de la serie de 10 capítulos es FENOMENAL. El cuidado en el detalle de cada fuente de luz, de cada color, de cada sombra, de cada matiz, de cada pieza de vestuario, es increíble, con una calidad asombrosa, que incluso en la pantalla grande no es tan común ver.
Los personajes, que son el alma de la historia están perfectamente construidos, con una estructura multidimensional y un desarrollo que hace que el espectador cree empatía con ellos, tan temprano como el Capítulo 1. Y las actuaciones… Mike Flanagan, eres un genio.
¿Ustedes se imaginan lo que significa elegir un elenco con mínimo 14 actores en los papeles principales, y que tengan que crear un personaje compartido, uno en el pasado y otro en el presente? Por ejemplo, Shirley es interpretada de niña por Lulu Wilson y de adulta por Elizabeth Reaser, y el parecido no sólo físico, sino en los ademanes, la modulación de la voz y hasta en la forma de caminar es asombroso … y replicar eso con 6 personajes más, contando también con que los actores sean reconocidos, es un logro monumental.
Y todos los actores hacen un papel de nivel superior, hasta los más jóvenes, con una o dos excepciones quizás, que la calidad de la serie cubre muy rápidamente.
Pero no puedo concluir esta reseña sin hablar de Carla Gugino. Carla Gugino, por Dios ¡qué papelazo te fajaste, mujer! Es sin duda alguna una de las mejores actuaciones que he visto en mi vida, y es que la actriz logra interpretar su personaje con una precisión puedo decir de microsegundos.
En menos de un segundo, tal como lo requiere el personaje Gugino pasa de un estado de tranquilidad, a uno de desesperación, luego miedo, o angustia, e incluso de misticismo, dependiendo de lo que la escena amerite.
Así mismo, los conflictos que se generan en la familia Crain, que van desde los duelos inconclusos, la ambición desmedida, la reflexión sobre la esterilización masculina, la infidelidad, la homosexualidad, la locura y la drogadicción se mezclan integralmente con el aspecto sobrenatural de la historia, con unas escenas dignas de cualquier película ganadora del Oscar (esas secuencias en una sola toma, Dios) y unos diálogos perfectos.
En resumen: La Maldición de Hill House es uno de los mejores productos de Netflix no solo de este año, sino de su historia que incluso sobrepasa la arremolinada House of Cards y junto a Maniac se convierte en la carta con las que la plataforma web está dispuesta a destruir el trono de hierro de HBO. Espectacular.