Colombia y La Justicia «Vía Twitter».

Cada día que pasa me convenzo más y más que no hay un país más extraño que Colombia. Sólo en este país donde ya nada sorprende y el limite de lo imposible ya está más allá de la imaginación es posible que las instituciones funcionen al ritmo que les toque el internet, más específicamente al ritmo que le toque Twitter.

La justicia en Colombia es corrupta e altamente influenciable.

La sistema judicial de un país es el representante más importante de su institucionalidad, si la justicia funciona, el «sistema» funciona y vale la pena que el pueblo, tal y como se especificó en movimientos sociales como la Revolución Francesa, ejerza su soberanía a través de un Estado capaz de velar por los derechos de los ciudadanos, siendo la justicia uno de esos derechos tan preciados.

Entonces en resumen, es el Estado el que depende del pueblo y no al revés como solemos creer aquí. Entonces ¿Por qué permitimos que tanto el congreso, como el ejecutivo, como el aparato judicial nos la monten? Esa esa la gran pregunta.

La justicia de Colombia está entre las más absurdas, ridículas, ineficientes y corruptas de todo el mundo, empezando por los entes que la encabezan: las cortes. No solo es que en Colombia estamos superpoblados de cortes (Corte Suprema de Justicia, Corte Constitucional, Consejo de Estado, Consejo Superior de la Judicatura) sino que a través de ellas cientos de ex-magistrados se jubilan con pensiones multimillonarios cuyo valor dejan con la boca abierta a más de uno.

Pero ahí no queda todo. Sólo en este país es concebible que las personas sindicadas de un delito permanezcan años en una cárcel esperando juicio. Sólo en este país es concebible que los juzgados fallen más de una década después de introducido el caso. Sólo en este país es concebible que haya que darle plata al juez, al secretario del juez, a la recepcionista del juzgado para que le agilicen el proceso. Pero aún eso no es lo peor.

Lo peor de la justicia en Colombia es que sucedan casos como el de Luis Andrés Colmenares y , más recientemente el del Patrullero Javier Diaz, en donde es notoria la intervención de elementos ajenos al proceder de la justicia y que sin embargo desvían completamente la acción del aparato judicial. ¿En que clase de país estamos?

Y más allá aún, la justicia sólo actúa cuando se ven rodeados, sí, cuando cierto caso causa indignación en el público y este se manifiesta a través de las redes sociales, causando alboroto y escándalo … y hasta marchas nacionales (como aquella que se hizo alguna vez contra las FARC) es entonces cuando los medios nacionales se interesan en el caso y lo convierten en una novela sensacionalista que exacerba más los ánimos. Sólo entonces es cuando la justicia (léase la fiscalía, la procuraduría, los jueces, todo mundo) se empiezan a pronunciar y agilizan todo para solucionar ese caso particular.

Twitter ha demostrado ser una herramienta para que la justicia actúe en casos puntuales ¿es eso suficiente?

Pero lo que ignoramos los colombianos es que en este país todos los días mueren muchos Luis Andrés Colmenares, y muchos Patrulleros Diaz, personas inocentes cuyas muertes quedan en la impunidad y se hacen pasar por cualquier cosa y donde la verdad nunca se llega a revelar, en estos casos donde los twitteros no intervienen, son aquellos a los que la prensa le hace la vista gorda porque «no están de moda» y los que se hunden para siempre en los archivos oxidados y sucios de excremento de rata en los archivos de los juzgados de todo el país.

Algunos pueden decir que «peor es nada» y tendrían razón, pero es estúpido pensar que una justicia que atiende solamente al caso de moda es una justicia efectiva. La justicia que merece Colombia es una justicia imparcial, rápida, eficiente y sobre todo justa, que no necesite de Twitter y de los canales privados para actuar. ¿Será mucho pedir?

Lo Que Nos Enseña La Muerte De Luis Colmenares.

vida y muerte
Vida y Muerte.

No quería escribir este post. Lo he hecho simplemente porque me lo propuse hace muchas semanas y sólo hasta hoy he tomado la decisión. Escribir sobre la muerte de alguien, de un ser humano, no es lo mismo que escribir sobre la muerte de un toro en una corraleja, o sobre una película ni mucho menos sobre una canción. Toda mi vida crecí con la convicción de que la vida humana es sagrada. Por eso, escribir sobre la muerte de Luis Andrés Colmenares no ha de ser una tarea sencilla.

Luis Andrés Colmenares Escobar con apenas 20 años de edad (¡20 años!) con un potencial inmenso a nivel académico (estudiaba dos carreras, economía e ingeniería industrial) lamentablemente es el caso típico de aquel que sencillamente se metió con quien no debía. Cuantas veces de niños, nuestros padres nos insistían en que no andaramos con tal o cual personaje, cuantas veces renegamos que nos quitaran nuestras «amistades» y cuantas, cuantas veces tuvieron razón.

Luis, el muchacho provinciano, en medio de la más rancia y corrupta prole de la sinvergüenza élite bogotana, se junto precisamente con quien no debía. No soy nadie para juzgar, y mucho menos a un muerto, pero si es cierto que muchas veces por fijar mal la mirada en gente que no lo merece, cometemos los peores errores de nuestras vidas, con la diferencia que a la mayoría no nos cuesta la vida como si le costó a Colmenares.

La identificación del país hacía el caso Colmenares no es gratuita. Nos identificamos con el muchacho talentoso provinciano que se choca con un mundo injusto donde un puñado de muchachos malcriados, pero con plata, tienen una ventaja superior a la de él, aunque de hecho no sea exactamente así.

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La vida no es justa, pero aveces nos sorprende.

No nos digamos mentiras ¿Cuántas veces cree usted que un grupo de niños ricos asesina a alguien que no les cae bien? ¿Qué impidió que el caso de Luis no se convirtiera en otra de las noticias sangrientas que llenan los tabloides amarillistas de este país? Dos cosas, la estupidez e ineptitud de sus asesinos y el hecho de que Colmenares no era un pintado en la pared.

A pesar de la posterior participación de los familiares de Carlos Cardenas en eliminar cualquier prueba útil, la estupidez de los asesinos, sean quienes sean, los delató ¿Quién se come semejante cuento del suicidio sobre un caño? ¿A quién se le ocurre semejante estupidez de que una corriente débil de agua, pueda arrastrar un cuerpo? Si, a esos del mismo tipo que compartían el aula de clases con él y que asistieron a esa fiesta. Y también el hecho de que la familia de Colmenares no están pintados en la pared y pudieron sacar de su bolsillo todo el dinero que se requería para al menos intentar que la muerte del muchacho no quedara impune.

De no haber sido así, las cosas fueran muy diferentes. Esa muerte hubiese sido otra más, otra más sin pistas, archivada rápido para no sobrecargar a los fiscales y a los jueces. Otra más.

Al menos que nos quede la lección que no importa lo increíblemente atractiva que resulte una persona, ya sea por su apariencia física o por su «posición», detrás de esos atributos puede estar un monstruo incubado en el huevo de la podrida sociedad de este país. Piénselo.

Colombia: El País De Las Cortes Inútiles. -Una Crítica A La Rama Judicial.

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La justicia en Colombia, además de ciega, es desordenada, ineficiente y clientelista.

Si a un estudiante de derecho de Estados Unidos le pidieran explicar la rama judicial de Colombia, seguramente el pobre quedaría con un bloqueo mental tratando de entender porque en este país hay más cortes de justicia, que justicia en sí. Y es que la lista de cortes pertenecientes a la rama judicial no tiene absolutamente nada que envidiarle a la lista de útiles inútiles que sale siempre a principios del año escolar en los noticieros del país.

El sistema presidencial que tiene Colombia es una imitación imperfecta del sistema presidencial de Estados Unidos del cuál no muy exitosamente se copió. Pero curiosamente el sistema judicial de Estados Unidos es de una compacidad y funcionalidad asombrosas teniendo en cuenta que sirve para administrar justicia sobre más de Trescientos Millones de habitantes, mientras que en Colombia que no tiene ni la octava parte de esa población tiene un sistema judicial que se destaca no por su eficiencia, sino por su complejidad anacrónica, la superpoblación de magistrados y últimamente los escandalosos hechos de corrupción y politiquería dentro de las mismas.

En Estados Unidos, hay una y sólo una Alta Corte que está por encima del poder judicial y cuyas decisiones sobre asuntos constitucionales o no, no son cuestionadas, tumbadas o criticadas por otros estamentos judiciales, el nombre de esa corte es La Corte Suprema de Justicia y está formada por NUEVE magistrados. Debajo de ella están las cortes federales de apelación, de las cuales hay 12 circuitos geográficos. Uno de ellos, el circuito noveno supera con creces tanto en extensión, como en población (sirve a 60 Millones de habitantes) a Colombia.

Ahora en nuestro país, que mucho no ha avanzado desde sus días de «Patria Boba», hay por lo menos 4 Cortes que se pueden denominar «Altas Cortes» aunque dada la cantidad, el termino viene siendo un tanto negligente. Por un lado tenemos a la Corte Suprema de Justicia, que se supone es la última instancia en apelaciones habidas y por haber, excepto que la Corte Constitucional, encargada de decir si alguna vaina es inconstitucional o no, diga que lo dice la Corte Suprema no se puede por que no va con la constitución. Por otro lado tenemos al Consejo de Estado que en teoría viene a arbitrar en casos en los que entra en conflicto partes pertenecientes al sector público, y curiosamente puede entrar a conflicto con alguna de las anteriores cortes por decidir en su jurisdicción o sencillamente por meter la cucharada cuando no le compete. Y si eso no fuera poco, tenemos la llamada «Corte Gerente», (sí, es que para todo hay una corte), el Consejo Superior de la Judicatura que viene a ser la administradora del sistema judicial y se encarga de ser una especie de juez de las otras cortes, por lo que por lo general también mete la cucharada en las decisiones de las otras tres cortes . ¿Cree usted que son demasiadas cortes? Pregunte por los tribunales superiores que cumplen la función de cortes de apelaciones de las cuales hay TREINTA y que por lo general también andan desafiando a la Corte Suprema de Justicia y a las otras cortes superiores sin el menor asomo de subordinación. Les dejo un dato curioso, uno de estos tribunales superiores se llama TRIBUNAL SUPERIOR DE SAN GIL, y es que San Gil es tan superpoblado que necesita un tribunal superior. Nótese el sarcasmo.

Lo peor de la situación es que tanta corte, tanto tribunal y tanto juzgado no sirve para nada porque la montaña de procesos sigue creciendo sin parar y los fallos salen 10 , 15 o 20 años después QUE VERGÜENZA.

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El Palacio de Justicia, Donde Tienen Asiento Las Cuatro Super-Cortes Colombianas.

Además de este desorden abismal, hay que tener en cuenta un dato curiosísimo, la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos tiene 9 Magistrados, que ocupan esa posición de manera vitalicia, alguien más letrado que yo al respecto me dijo que el carácter vitalicio de los magistrados se debe a que de esta forma, la única preocupación de los mismos es administrar justicia y NO abonar el terreno para futuras aspiraciones políticas. comerciales o laborales. En Colombia hay un limite de edad para los magistrados de estas cortes, después de lo cuál no solamente reciben una pensión enorme, comparada con la del resto de los mortales colombianos, sino que en muchos casos sacan ventaja de las disposiciones legales emanadas cuando por ellos mismos cuando eran magistrados, o sino que lo diga alguien que luego de ser magistrado de una de las cortes se lanzó como candidato a la presidencia. El número de magistrados de las cuatro super-cortes colombianas es de 72: SETENTA Y DOS MAGISTRADOS.

La reforma a la justicia, cambiaría ese enredo judicial y pondría las cosas en orden para dejar una corte que si merezca llamarse suprema y que esta absorba las funciones de las otras, pero a los honorables magistrados no les convienen que los despeguen de la teta estatal de la cual chupan como vampiro devorando la sangre de los recursos públicos de nuestro país. Entonces bajo toda este enredo donde reina la justicia, en lugar de la injusticia sólo me queda citar a un gran hombre que tuvo en sus manos al país más poderoso del mundo en su momento:

Aquellos que hacen imposible la revolución pacífica, harán inevitable la revolución violenta. – John F. Kennedy