¿Acabará el Covid-19 con los Cines? Sí, pero no como todos creen

El 3 de Diciembre de 2020, será recordada como la fecha en la que se declaró el acta de defunción para las salas de cine, según un amplio sector del público y la crítica. Este día Warner, la casa matriz de HBO, anunció que sus estrenos en cartelera anunciados a partir del 25 de Diciembre, y por todo el año 2021, serán estrenadas en paralelo, también en su servicio de streaming HBO Max. De inmediato el pánico se apoderó de los accionistas, que empezaron a vender acciones de AMC, Cinemark y Regal, los principales exhibidores de películas – léase Dueños de Teatros – en Estados Unidos.

Pero, esta decisión es mucho menos peligrosa para los cines de lo que la mayoría podría creer. Y les explico por qué.

Las guerras del Streaming

En primer lugar, la decisión de Warner no es una decisión definitiva, es una decisión temporal cuyo objetivo es posicionarse como la plataforma de streaming número 1, a la vez que planta una transición segura en la era post-Covid. Por un lado, es un ataque directo a Netflix, que aún con su multimillonaria inversión y la adición a su catálogo de películas de altísimo presupuesto, aún está lejos de llevar a la pantalla grande una megaproducción al estilo del MCU o del DCEU.

Por otro lado es un golpe duro a Disney, que aunque tiene películas en la categoría antes mencionada, con Star Wars, Marvel y sus clásicos de Princesas, con abultados presupuestos, decidió cobrar extra por sus estrenos.

Sin embargo, es una estrategia que no es sostenible a largo plazo. Warner quizás pueda darse el lujo de perder un año de taquilla, pero no dos, ni tres, ni diez. En Warner saben que eventualmente, cuando ya los cines sean seguros, el ingreso por taquilla será una fuente de ingresos mucho más sólida que la de sus suscriptores en HBO Max.

Por qué el cine no morirá

Sin embargo, lo que en Warner, en Disney y en Netflix saben, es que la experiencia de ir a una sala con sonido envolvente y una pantalla gigantesca para ver una producción de millones de dólares, es imposible de emular en casa. El cine no se trata simplemente de ver una película en cualquier pantalla, es una experiencia, en la que se envuelven factores como los lazos familiares y de amistad, la desconexión momentánea de la realidad y sobre todo la primicia y la expectativa.

Así que cuando haya una vacuna, y las pandemias y los tapabocas / mascarillas sean cosa del pasado, el público volverá al cine, con amigos, abuelos y hasta con niños llorones. Y ellos, los que hacen las películas lo saben.

Pero sí habrá cambios

Sin embargo, el problema mayúsculo del cine actualmente es que los distribuidores no son dueños de los teatros. En Estados Unidos es una situación legal, y en otros países es una cuestión de reticencia de invertir en infraestructura. Ni Warner, ni Sony, ni Disney, ni Universal están interesados en comprar un teatro en – por ejemplo – Iquitos, en Perú.

Sin embargo, el modelo actual, en el que los distribuidores ubican salas, y los distribuidores cobran porcentajes exhorbitantes sobre el valor de las entradas, solo por vender confitería al público no es sostenible.

Los exhibidores van a tener que renegociar extensamente sus contratos con estas compañías, ya sea que estas estabilicen su porcentaje de participación en el valor de las entradas, o que los exhibidores asignen salas específicas a estos distribuidores. Estas renegociaciones son la razón por la que algunos exhibidores aún no abren sus instalaciones.

Los paquetes Cine-Streaming

Y la razón por la que estas salas exclusivas, es decir que por ejemplo Cinemark Montería asigne su sala 1, exclusivamente a Disney, que por supuesto tendría que venir con un atractivo adicional. Podría ser una reducción en el precio de entrada a estas «Salas Disney»a los que tengan suscripción en Disney+, y en el mismo orden de ideas con los otros distribuidores.

Esto convertiría realmente a los distribuidores en jugadores activos, en lugar de meros explotadores de los exhibidores, que dependen ya casi que exclusivamente de la confitería.

Entonces, en conclusión. El cine, como lo conocemos, debe morir, para dar paso a una modalidad, mucho más sólida que no sólo mantenga abiertos los teatros que ya conocemos, sino que abra la posibilidad de abrir muchos otros más.

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