Ensayos Electorales (Parte 4): La Economía Colombiana y Las Elecciones.

Traducción Libre del Artículo «In Colombia’s Election, It’s The Economy (Not FARC), Stupid» escrito por Kevin Lees y publicado en Suffragio.org

La segunda vuelta de la elección presidencial en Colombia ha sido etiquetada como una decisión trascendental entre la guerra y la paz. Juan Manuel Santos, el presidente en ejercicio, ha moldeado su gestión (y por ende su campaña) basado en las negociaciones que actualmente se llevan a cabo con las Fuerzas Revolucionarias de Colombia (FARC), un grupo de izquierda, nacido en 1964, a partir de los embrollos políticos que surgieron del asesinato del candidato liberal Jorge Eliecer Gaitán en 1948 y de la violencia que siguió la década siguiente al magnicidio. En los últimos 50 años, las FARC se han convertido en la piedra en el zapato para lograr una Colombia verdaderamente pacífica, teniendo en cuenta que los oscuros días del narcoterrorismo provocado por los carteles de Cali y Medellín hace rato son historia.

El oponente de Santos, Oscar Iván Zuluaga es el protegido del ex-presidente colombiano Álvaro Uribe Velez, quien rompió relaciones con Santos a partir de las negociaciones con las FARC. Santos fungió como Ministro de Defensa en el gobierno de Uribe y ganó la presidencia en 2010, con el respaldo total del ex-presidente, quien esperaba (al igual que muchos colombianos) que continuara la misma presión militar que Uribe había demostrado contra las FARC en su gobierno.

Cuando las FARC ofrecieron la posibilidad de unos diálogos de paz, de manera sorpresiva, Santos aceptó la oferta y los diálogos empezaron en Octubre de 2012 (Con la promesa que si no estaban terminados en un año, se levantaría de la mesa, promesa que no se cumplió). Las conversaciones fueron diseñadas para lograr acuerdos en cinco puntos principales: 1) Reforma Agraria y Desarrollo Rural, 2) Participación Política, 3) Cese al Fuego y Final del Conflicto, 4) Narcotráfico y 5) Comisión de la Verdad y Reparación a las Víctimas (curiosamente, no a las víctimas de las FARC).

Estas conversaciones han alcanzado acuerdos en 3 de los 5 puntos, más recientemente en el fin del narcotráfico; más de dos décadas después de la muerte de Pablo Escobar y de la decadencia definitiva de todos los carteles del narcotráfico, las FARC se han convertido en el primer productor y conducto principal de cocaína y otras drogas no sólo en Colombia, sino en todo el ámbito del Norte de Sudamérica y el Caribe.

Zuluaga no ha dicho explícitamente que quiera acabar con los diálogos en caso de que sea elegido presidente. Sin embargo, ha dejado en claro que de ser elegido el próximo 15 de Junio (¡hoy!) impondrá condiciones que los líderes de las FARC estarían muy poco dispuestos a aceptar, prácticamente dando por terminada la mejor oportunidad en medio siglo de negociar una salida política a la insurgencia de izquierda, que seguiría luego de la exitosa campaña militar de Uribe-Santos que diezmó efectivamente a las FARC, si bien no la eliminó por completo. Sin embargo, los colombianos no le guardan ninguna simpatía a las FARC, tal y como lo revelan las encuestas, aunque en principio, expresan cierto grado de apoyo por el proceso de paz.

Así que la elección es realmente trascendental y el resultado casi seguramente determinará la continuidad de las conversaciones.

Sin embargo, esa NO parece ser la razón por la que Santos parece estar perdiendo las elecciones, al quedar en segundo lugar en la primera ronda el 25 de Mayo.

Mary O’Grady, columnista del Wall Street Journal, realiza un análisis de la elección colombiana que falla por completo en las razones por las que Juan Manuel Santos se encuentra en tales aprietos de cara a la segunda vuelta electoral el 15 de Junio:

Hace un año Santos (mitad liberal económico, mitad populista pasado de moda) parecía seguro en su puesto. El Producto Interno Bruto aumentó en un 4.7% de 2010 a 2013 y en 2011 la deuda colombiana ganó el estatus de grado de inversión de las tres principales entidades crediticias en los Estados Unidos. Si Santos hubiese aprovechado este logro, podría haber ganado la primera vuelta. La mayoría de los votantes entre la política económica de Santos y Zuluaga, pero al hacer de la paz su caballito de batalla electoral, dejó la puerta abierta a sus puntos más débiles.

(La señora como que no tiene ni idea que Zuluaga fue el Ministro de Hacienda de Uribe, y que en parte por él se logró el grado de inversión para el país.)

De acuerdo con O’Grady (y para ser honestos, de muchos otros columnistas) Santos estaría ganando ampliamente si hubiese cambiado el enfoque del proceso de paz, de cara a las elecciones. Mucho más fantasiosa es la noción de que el fuerte de Santos es la economía.

No lo es, de hecho es la economía el aspecto de la política de Santos, que más amenaza su reelección. Él podría perder el próximo 15 de Julio, no por las conversaciones que sostiene con las FARC en La Habana sino porque no ha ofrecido una solución a los ciudadanos del común, que sienten que han perdido demasiado en lo que para otros parece un comportamiento estelar de la economía.

Si Santos pierde este domingo, no será porque le haya dedicado demasiado tiempo a hablar con el líder negociador de las FARC, Iván Márquez, sino porque ni siquiera tomó en serio a los líderes campesinos que protestaron en su gobierno, como por ejemplo César Pachón.

Sí, Colombia está creciendo a una tasa del 5% anual, que para los estándares europeos o norteamericanos, califica como un crecimiento alto. Pero ¿Cuándo ha sido que la economía colombiana no ha crecido? Llámenlo «Realismo Mágico», pero Colombia no ha enfrentado una recesión desde 1999 y la retracción de la economía en ese año, marca la única vez desde el nacimiento de las FARC, que la economía colombiana no se ha expandido. Ese bajonazo en 1999, fue la primera recesión en la economía colombiana en 60 años (y ya sabemos por qué) y la segunda que sufrió en todo el siglo XX. Eso significa que la economía colombiana creció durante la segunda guerra mudial, durante La Violencia en los años 50 y durante el torbellino social que se produjo entre 1980 y 2000, donde Colombia fue catalogada como un Estado Fallido basado en el narcotráfico.

Está claro que para ganar la reelección es necesario que el presidente en funciones muestre resultados positivos en crecimiento económico, porque esa ha sido la tendencia histórica en el país por más de un siglo.  Pero eso no significa que los ciudadanos del común reciban los beneficios de tal crecimiento. El crecimiento económico de Colombia, que lo sitúa tercero en América Latina, después de Brasil y México, no significa nada para los agricultores, si las ganancias se quedan en un reducido número de personas en los grandes centros urbanos. La economía colombiana ha sido excelente para la minería y para la industria de servicios, pero muy pobre para la agricultura y la manufactura. Eso significa que detrás de las fabulosas cifras de crecimiento, muchísimos colombianos están luchando.

Casi improbablemente, Zuluaga ha surgido como la voz más populista y carismática en política económica. Un tecnocrático ex-ministro de hacienda, que aún es visto como el suplente de Uribe, Zuluaga se ha conectado con los electores con sus programas de creación de empleo y el incremento del gasto en bienestar social, aunque en gran medida está de acuerdo con Santos sobre el curso que debe seguir la economía política en Colombia. Ambos candidatos apoyan el libre comercio, la liberalización y otras políticas neoliberales en boga.

Zuluaga y Uribe (que ganó la elección al Senado en Marzo) realizan su campaña con el eslogan «Mano Firme, Corazón Grande», podría ser más bien «Mano Firme, Billetera Abierta». Zuluaga ha repetido continuamente en su campaña llevar el crecimiento económico al 6%, así como toda clase de beneficios económicos, incluyendo condonación de créditos para los pequeños productores  y la eliminación de impuestos a la maquinaria agrícola. Zuluaga ha prometido incrementar el gasto social en salud, educación y vivienda, financiado en parte por los impopulares impuestos estatales.

Aunque Santos no fue lo suficientemente tonto para utilizar un eslogan de campaña como «Colombia, vamos de maravilla», todo en su presidencia y ahora en su campaña de reelección, sugiere que ha sido demasiado complaciente en lo referente a esos problemas sobre los cuales Zuluaga ha conseguido ganancias.

Los agricultores son un ejemplo de eso y no en balde, Santos ha pasado gran parte de su campaña pidiendo disculpas por ignorar sus preocupaciones. El pasado Agosto, incluso, se negó a reconocer que los agricultores estaban en paro. Pachón se ha negado a apoyar a Santos o a Zuluaga, notando que ambos candidatos sostienen principios neoliberales, ero Zuluaga ha sido más exitosos ganando el apoyo de otros grupos de agricultores en la última semana y Pachón ha sido particularmente duro al referirse a la indiferencia de Santos. Cuando se le preguntó sobre las iniciativas de los dos candidatos para el sector rural, Pachón expresó su decepción con Santos diciendo que el presidente no intentó acercarse a los campesinos durante estas elecciones y constantemente los ha «subestimado».

«El presidente Santos no se quiere reunir con nosotros. SI él no quiere hablarnos ahora ¿cómo pretende hacerlo en los próximos 4 años? No nos hizo caso en el paro, no nos da respuestas claras, no nos da recursos a los campesinos. No podemos comunicarnos ni con el ministro ahora, estamos hablando con subordinados que no tienen poder en la toma de decisiones» dijo Pachón.

Después de la primera vuelta, pronostiqué que se formaría un «Frente por la Paz», con los elementos de la política colombiana de centro, izquierda y del socialismo, todos unidos detrás de la figura de Santos (¡Acertó!) Algunos colombianos predicen que la elección se sentirá como la de elección en Francia de 2002, en la cual todo el el espectro político se unió con Jacques Chirac para oponerse al xenofóbico Jean-Marie Le Pen.

Pero eso no ha sucedido, y es otra muestra que detrás de los titulares sobre las FARC, el catalizador del ascenso de Zuluaga han sido las condiciones económicas. Aunque Clara López, la candidatas del Polo Democrático, ha sumado su apoyo a Santos, muchos de sus seguidores no la respaldaron. El ex-alcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa, que finalizó en un increíblemente pobre quinto ligar, no sumó su apoyo a ningún candidato. Esto sugiere que las conversaciones de paz no son tan importantes para la mayoría de colombianos como las diferencias ideológicas en política económica.

Santos tiene el apoyo de varios grupos que alguna vez apoyaron a Uribe, incluyendo el Partido Liberal Colombiano, el Partido de la U, y Cambio Radical. Zuluaga tiene el apoyo del partido creado recientemente por Uribe, Centro Democrático y luego de la primera vuelta, el apoyo de Marta Lucía Ramirez, la candidata del Partido Conservador Colombiano.

Si Santos pierde el domingo, casi seguramente las conversaciones con las FARC terminarán, pero si eso sucede,  no será exclusivamente por los intentos de Santos de llegar a acuerdos con las FARC. Las negociaciones, que representan la mejor oportunidad de Colombia, en medio siglo de salir de la guerrilla y del narcotráfico, para llegar a una existencia más normal y pacífica caería víctima de la victoria de Zuluaga, pero la correlación, en este caso, no necesariamente indica causa.

Las cursivas son mías.

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