
Varios hechos que mojan prensa en los últimos tiempos en Colombia, sólo comprueban que nuestro país debe estar en el libro de los Guiness Records como el país más hipócrita del mundo.
Tal hipocresía va por cuenta de una indignación que no tiene ni pies ni cabeza, una horda de ofendidos que sólo ven las palabras y la pantalla, pero no ven los hechos.
No había terminado el diputado de Antioquia, Rodrigo Mesa, de declarar que «Invertir en el Chocó es como perfumar un bollo» cuando la ola de desocupados, incluyendo los canales nacionales de noticias (que son los más desocupados que hay) empezaron a darse golpes de pecho, a romperse las vestiduras y a poner el grito en el cielo. Nadie analizó los hechos. Rodrigo Mesa no dijo que el Chocó era una mierda, ni que sus habitantes lo fueran, como al parecer a la mayoría entendió, no, habló de que las inversiones en el Chocó es el peor negocio que puede existir, mucho más cuando en Antioquia hay tanto por hacer.

La mayoría de los ofendidísmos, entre ellos Ilia Calderon, nunca han invertido ni invertirían un peso en el Chocó ¿La razón? Es un pésimo negocio ¿Por qué? Porque todas las obras nacionales, departamentales y municipales, de carácter público o privado están destinados al fracaso por la creciente ola de corrupción en esa zona del país. En Colombia todos sabemos que el Chocó es una entidad territorial fallida, cuya clase dirigente ha esclavizado a su población. No es cuestión de olvido, el Chocó recibe anualmente más recursos de la nación que muchos otros departamentos, pero la corrupción rampante hace que esos recursos se pierdan mucho más rápido de lo que llegan.
Muchos de los que critican a Rodrigo Mesa, por decir la verdad, serían los primeros en echarse a la pena moral si los trasladan a trabajar a Quibdó o a cualquier municipio de la cuenca del Atrato. Lo que el diputado dice no es una locura racista, es sólo la verdad.
Pero que se puede decir de un país dónde todo el mundo sabía que en Cartagena el turismo sexual está a la orden de día, y más de uno puso cara de sorpresa cuando salió la noticia del escándalo sexual de Dania Londoño y los agentes del servicio secreto. Todo el mundo lo sabía. Todos sabemos que los extranjeros llegan a Cartagena más a buscar putas baratas que a disfrutar de las descoloridas murallas que rodean el corralito de piedra.
Ahora si nos duele mirarnos en el espejo de la realidad, es porque de hecho la cara que tenemos es muy fea y cada vez que alguien pone el dedo en la llaga, saltan los patrioteros de pacotilla a defender lo indefendible.

Todos sabemos que todo esto se debe a siglos y siglos de malas decisiones democráticas, de las mafias electorales y contractuales, que están allí en frente de nuestras narices, pero nadie hace nada. Amanecerá y veremos como reaccionaremos con el próximo escándalo, cuando nos muestren lo evidente o nos digan la verdad en la cara.
No puedo estar más de acuerdo contigo. En Colombia TENEMOS una doble moral para todo. ¡Excelente artículo!
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Muchas gracias, por leerlo de verdad
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Con el mayor de los gustos. Sé que te seguiré leyendo. ¡Un abrazo!
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