Ya casi se acaba el año, y por supuesto no puedo terminarlo sin hacer mi lista de las mejores, peores y más mediocres cintas del 2016, pero tampoco puedo hacer dicha lista si tengo películas pendientes por reseñar y en esta caso tengo seis: Rogue One, Lamentos, Nocturnal Animals, The Light Between Oceans, Passengers y La La Land y creo que por ahí derecho debería incluir también a Sing, que aunque no me la he visto, resulta casi inevitable verla antes de acabe el 2016, pero esta tarea se debe empezar en orden cronológico y por su puesto la primera película de las siete mencionadas, como bien lo indica el título de esta publicación, es Rogue One.
Rogue One cuenta la historia de Jyn Erso (Felicity Jones), una criminal de bajo perfil, buscada por las autoridades del Imperio (estamos entre los episodios III y IV) que es reclutada por las fuerzas rebeldes para dar con el paradero de su padre Galen Erso (Mads Mikkelsen), el ingeniero responsable de la construcción y el diseño de la Estrella de la Muerte. Jyn deberá hacer equipo con Cassian Andor (Diego Luna), un rebelde radical dispuesto a lo que sea con el fin de culminar su misión y de Chirrut Imwe (Donnie Yen) un guerrero ciego con cierta conexión a la fuerza.
El argumento de la historia es sin duda muy interesante, cuenta la historia de cómo llegaron los planos de la Estrella de la Muerte a las manos de la Princesa Leia (Carrie Fisher, Q.E.P.D), suceso que desencadena la primera trilogía de Star Wars.
Sin embargo, el director Gareth Edwards, al igual que le sucedió con la película de 2014 Godzilla, no logra conectar la historia con su audiencia y eso ya da mucho que decir dentro de una película de Disney, como lo es Rogue One, donde hay una lista detallada de cosas que el director puede y no puede hacer.
Siendo Rogue One una película épica de fantasía, ciencia ficción y acción le dedica demasiado tiempo a los aspavientos seudo-karatekas de Donnie Yen y a armar una historia de camaradería artificial que en definitiva no se traduce bien en pantalla, incluso con unas actuaciones bastante por encima del promedio, como por ejemplo la de Felicity Jones y la de Diego Luna, y la de los villanos Ben Mendelsohn y Forest Whitaker.
La mayoría de las escenas memorables de la película, que sí las tiene, están relacionadas con los elementos icónicos de Star Wars: la Estrella de la Muerte, Darth Vader y la Princesa Leia, del resto parece una extraña sucesión de secuencias que se torna monótona y unitonal, generando, como es lógico, impaciencia y aburrimiento dentro del público.
Quisiera creer que la premisa de esta película tiene que ver con aquello de que «nada bueno se consigue sin sacrificios», pero en esta película la película se aleja demasiado de este núcleo central y genera una estructura bastante inestable con un desarrollo inverosímil de los personajes. Quizás el problema de esta película es que debe desarrollar una trama entre dos puntos conocidos y no puede desarrollar las líneas argumentales ni los personajes con la libertad que pueden tener en otros largometrajes, pero no es una justificación válida para una película de DOSCIENTOS MILLONES DE DÓLARES.
En definitiva, pudo haber sido mucho mejor.