Estaba ya dispuesto a disfrutar de una larga y tranquila noche de sueño, cuando se me dio por mirar la hora en el teléfono celular y como era de esperarse, entre a facebook y a twitter a verificar que no me hubiese perdido de mucho en los 54 segundos que pasaron desde que los había abierto por última vez. Y no, nada había cambiado porque el tema seguía siendo el mismo: la polémica por la decisión de un juez de yo no sé donde, de obligar a la administración del Distrito de Bogotá de cambiar su lema de BOGOTÁ MEJOR PARA TODOS, al de BOGOTÁ MEJOR PARA TODOS Y PARA TODAS.
Pero mientras más pensaba y cavilaba sobre el asunto más se revelaba el parásito que se esconde detrás de la mencionada decisión, y es el peso desmedido que tiene lo que sucede en Bogotá sobre todo el país.
La primera vez que escuché a alguien hablando con el tal «lenguaje incluyente» fue aproximadamente en 2011, cuando una bogotana, o rola como se les conoce en colombia, llegó a mi sitio de trabajo, y empezó, con el talante que caracteriza a los naturales de ese punto del país, a hablar literalmente como si ella estuviera delante de una horda de ignorantes, y usando casi como muletilla eso de «niños y niñas», «los jóvenes y las jóvenes», «todos y todas». No tardó demasiado en salir un compañero de trabajo a recordarle primero que ser de Bogotá no es sinónimo de superioridad intelectual (ni mucho menos), segundo que Bogotá está a años luz de ser perfecta y tercero que bien podía buscar el transporte más rápido para salir de allí y regresar a su nevera repleta de rolos.
Muchos de estos rolos que creen que Bogotá es el paraíso que debe copiar el resto de Colombia los vemos a cada rato y los he reseñado muy bien en este blog como la señora María Antonia García o Claudia López, quienes tienen muchos problemas en ocultar el desprecio que sienten por las regiones.
Pero analizando el meollo del asunto ¿de dónde sale esta concepción tan bogotana de que el rolo es superior al resto de colombianos? Pues, la mayoría de ellos se apoya en que Bogotá es la ciudad más grande, más próspera, que ofrece más oportunidades, que mejor nivel de vida tiene… pero ¿es realmente así? La respuesta es NO.
Bogotá se destaca entre las capitales del MUNDO, por ser una de las pocas ciudades principales / capitales de un país que NO está sobre la costa, o al menos sobre la orilla de un río navegable, sino a 1000 kilómetros del mar, en una meseta de donde por siglos fue literalmente imposible salir sin correr el riesgo de romperse el espinazo en el intento. El milagro de haber construido una metrópolis en semejantes condiciones tan poco favorables para la comunicación y el comercio se debió sencillamente a que Bogotá la eligieron A DEDO como la Capital de la República.
Al ser Bogotá la sede de TODAS las ramas del poder público, obviamente es una de las generadoras de empleo más grandes del país, pero a muchos de los bogotanos se les olvida que esos puestos de trabajo se originan del PAÍS, no de la CIUDAD, y que por tanto resulta bastante injusto desde todo punto de vista que históricamente los que han accedido a estos puestos son personas oriundas de Bogotá y sus alrededores, y solo mucho más reciéntemente, a aquellos de otras regiones a los que les TOCÓ abandonar su terruño para a ir a buscar fortuna en esa tierra de nadie en la que posteriormente se convirtió.
El hecho de ser la capital de un país anacrónicamente centralista, obligó también a los pocos inversores a los que la política fiscal del país no espanta, a mantener sus sedes centrales en Bogotá, generando muchos más empleos también. Y lo de Odebrecht confirma por qué, por ejemplo, Scotia Bank o Banco Santander, no tienen sus oficinas principales por ejemplo, en Bucaramanga o en Cali, sino en Bogotá. Por la sencilla y simple razón que los inversionistas extranjeros tienen que andar de lameculos de los ministros y los congresistas para que les hagan el favor de dejarlos producir riqueza en el país. En algunos casos con coimas incluidas.
Si queremos que se redistribuya mucho mejor la oferta laboral que Bogotá concentra mezquinamente, se debe pensar en un plan para MOVER las sedes centrales de las principales entidades estatales a otras ciudades. ¿Será muy difícil que el Congreso tenga su sede, por ejemplo, en Medellín? ¿O que la Corte Suprema funcione en Cali? ¿O que la Fiscalía funcione en Bucaramanga y la Contraloría en Cartagena? ¿Será demasiado pedir que a Aerocivil funcione en Pereira, el DANE en Armenia y la DIAN en Manizales? ¿O que Colciencias funcione en Villavicencio y que la Registraduría funcione en Ibagué? ¿Muy difícil?
Si la Unión Europea, que es un órgano más complejo, a todo nivel, tiene todas sus instituciones distribuidas por todo el continente europeo sin que esto entorpezca en nada sus funciones ¿por qué en Colombia resulta tan complicado pensar en arrancar esas entidades de la supremacía Bogotana?
Si en definitiva va a ser imposible que se reduzca el tamaño del Estado, que al menos este sirva para desarrollar a todo el país, y no solamente a Bogotá, que ni siquiera con todas estas gabelas que le han dado todos los gobiernos desde el de Rafael Núñez, ha podido absorber a la mayoría de la población del país, como si ha sucedido en México o en Argentina, con sus respectivas capitales.
No más centralismo, no más xenofobia, no más imposiciones culturales. ¡NO MÁS BOGOTÁ!
Bogotá es un moridero inmundo, un hueco asqueroso, una ciudad podrida, un desastre con ínfulas, sí. Un asco total.
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