
Tengo que reconocer que hasta hace poco no tenía ni idea quien era la ahora tan comentada cantante y compositora conocida en los medios como Lana Del Rey. Al escuchar un poco de su música, parecía como el coletazo de la reconquista europea iniciada en manos de la británica Adele. Pero oh sorpresa, Lana Del Rey nació de este lado del charco.
Interesante cómo los artistas estadounidenses quieren liberarse del molde hip-hop dejado por una decada de dominio absoluto de ese ritmo para apegarse a otros estilos musicales que han tenido su nicho precisamente en el viejo continente. Y es ahí donde artistas como Lady Gaga y ahora Lana Del Rey han encontrado el punto exacto donde atacar para escalar en las listas de ventas y en el airplay norteamericano.
El segundo sencillo de su más reciente trabajo discográfico «Born to Die» fue lanzado oficialmente hace ya un mes y ha cosechado más de 16 millones de visitas en YouTube y ha alcanzado los primeros puestos en el hit parade (¡adivinen!) EUROPEO, aunque el mercado estadounidense no ha sido indiferente ante el sencillo, con un buzz permanente en la blogósfera y twitter.
La canción es una hipnotizante pieza que quizás tiene más en común con las bandas sonoras de las clásicas películas románticas de antaño que con el boom-boom del mainstream actual encabezado por Pitbull y Adele. Y aunque la tonada es tan clásica y tan suave, la letra nada tiene que envidiarle al diario de cualquier adolescente enamorada de estos tiempos y hace gala de una honestidad brutal en la que establece que no siempre el amor es garante de la felicidad.
El video de la canción es así mismo el complemento perfecto del sencillo. Gran parte del vídeo muestra un palacio de lujos excesivos, que es en realidad el Palacio de Fontainebleau en Francia. Lo único que me pareció que sobraba en ese video eran los tigres que acompañan a Del Rey en algunas escenas, por que , o sea, la muchacha tiene suficiente presencia para impactar las escenas sin que dos tigres aburridos fabricados en computador tengan que aparecer al lado de ella. Ahí si se pifió el director. Afortunadamente el resto del video es sencillamente impecable. Las escenas en el palacio francés son hermosas y cuidadas. La historia paralela en la que Lana Del Rey interpreta a una chica que se encuentra con su pareja con el que comparte una relación evidentemente apasionada, pero al mismo tiempo profundamente contaminada y dañada y que termina con la muerte de uno de ellos, es perfectamente explicada y le permite al espectador ubicarse sin necesidad de dialogo.
Lana Del Rey está en ese punto en el que puede dar el paso definitivo al estrellato o caer en olvido, hasta ahora hace las cosas bien, asumiendo un estilo propio lejos de lo que dicta la tendencia, acompañado de buenas canciones y buenos vídeos. Aunque hay que hacer la advertencia que la señorita Lizzie Grant (nombre real de Del Rey) no es apta para depresivos crónicos. Si usted es uno de esos escúchela bajo su propia cuenta y riesgo.