Un 11 De Septiembre, Hace 10 Años

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Aquel día debía hacer unos planos de dibujo técnico básico.

Aquel día, Martes, comenzó de la manera más normal. Nada, salvo algunos nubarrones que se asomaban tímidamente por el norte, parecía fuera de lugar aquella mañana. Me desperté temprano a desayunar, puesto que debía terminar varios planos que debía entregar para mi clase Dibujo Técnico en la tarde.

El televisor de la casa reposaba inerte sobre la mesa, hacía varios días que no encendía y no había sido llevado a que lo repararan, puesto que en aquella época era más económico mandarlo a arreglar que comprar uno nuevo, como sucede ahora.

Como remplazo para escuchar noticias y estar enterados de lo que sucedía en el mundo, mi madre encendía el equipo de sonido y sintonizaba la cadena básica de RCN en la radio.

Luego de desayunar, me lavé las manos para no estropear los planos que estaba haciendo. Me concentré en terminar los dibujos. El profesor no perdonaba lineas fuera de lugar, que se pasaran o que no se encontraran y verificaba el trabajo con una lupa. Nunca habría de sacar más de un 3.8 en esa asignatura. Apenas debía estar por la mitad del trabajo cuando escucho la voz de Juan Gossain hablando de un avión estrellado en el centro de Nueva York, en Manhattan. La primera imagen mental que se me vino no fue la de un avión de pasajeros estrellado en los emblemáticos símbolos de la Gran Manzana, sino más bien una avioneta o aeroplano, aterrizando, quizás a la fuerza en una de las calles de la rígida grilla de la isla de Manhattan. Pero no. Quise regresar a trabajar pero la voz de Juan Gossain parecía estar demasiado afectada para haberse tratado de algo trivial. La cosa era seria. Pregunté alarmado a mi madre sobre lo que relataba Juan Gossain y lo único que me pudo decir es que un avión de pasajeros se había estrellado contra una de las torres gemelas y que otro más se había chocado contra la otra. Recuerdo que incluso Juan Gossain había barajado la hipótesis de que fueran dos hechos accidentales y no premeditados, parecía que el suceso lo tenía nervioso.

Me acuerdo perfectamente de la hora, eran las 9 y 10 de la mañana, como pude me puse un pantalón y salí a casa de mi abuela a ver la noticia por televisión. Necesita ver para creer.

La mañana se había tornado lluviosa y se escuchaban los truenos y los relámpagos a millas de distancia. Para mi sorpresa, mi abuela no tenía encendido el televisor y la noticia parecía no afectarle en absoluto, lo único que le preocupaba era que los truenos le fueran a quemar el televisor, que ya debía tener como 30 años.

Entonces me dirigí al frente, a casa de mi tía, y en efecto en el pequeño televisor que poseían se veía claramente lo que había sucedido, el humo saliendo de los edificios, de los mismos que veía a cada rato en televisión, no había demasiada información, todo era especulativo… y los planos me estaban esperando.

Me devolví a mi casa y puse el equipo a todo volumen, mientras intentaba terminar mis deberes, escuché claramente a Pilar Castaño que estaba en Nueva York en esa época para la semana de la moda, su reportaje se reducía a ver las noticias de las cadenas estadounidenses desde su casa, aunque más tarde se atrevió a salir para dar la noticia que los posters del WTC, de las torres gemelas, se habían agotado.

Hasta la hora del almuerzo se había barajado teorías donde las palabras Medio Oriente, Islam y Árabe, se mencionaron varias veces, a las 12 en punto ya estaba listo para irme a la Universidad, apenas había ingresado un par de semanas antes, estaba en primer semestre.

Recuerdo que a esa hora, ya el sol brillaba muy fuerte. Tomé la buseta a un par de cuadras de la casa, recuerdo que llevaba mis elementos de dibujo que hacían un poco de estorbo. Algunos pasajeros comentaron el hecho, pero sin darle demasiada importancia. Pero la radio estaba encendida, era la única noticia de aquel día.

Luego de bajar de la buseta, seguí a pie. Debía caminar unas 14 cuadras a pie para llegar a la Universidad, afortunadamente me encontré con un compañero con el que comentaba la noticia, hasta bromeó sobre el asunto diciendo «Eso fueron las FARC».

Tenía tres clases ese día: Química, Biología y Dibujo. El profesor de Química habló del tema que obviamente tenía a todos los estudiantes consternados, pero dio su clase normalmente. El profesor de Biología ni siquiera tocó el tema. Y el de dibujo menos, creo que las notas de mis planos no pasaron de 3,3 aquel nefasto día.

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Imagenes como esta, quedan grabadas en la mente, apenas dando un vistazo de la magnitud de la tragedia.

Salí de clases a las 7 de la noche como era normal, con mis reglas, escuadras y lapices empacados en mi maletín. Caminé con un compañero que vive cerca de la casa y debíamos ir hasta el centro para tomar la buseta que nos llevaría al barrio, pero antes de llegar allí pasamos por un puesto de comidas rápidas donde había un televisor. Las imágenes eran aterradoras, gente saltando de los pisos elevados de las torras gemelas, prefiriendo la muerte rápida a una muerte lenta por cuenta del fuego y ya se empezaban a barajar nombres de culpables.

Llegué a la casa, cansado, un poco frustrado por las notas que recibí en los planos y sobre todo aterrorizado, las imágenes que había visto camino a casa eran espeluznantes. No había mucho más que hacer. Me recosté pensando que si eso había sucedido en el país más poderoso del mundo, la esperanza para nosotros en el resto del mundo empezaba a diluirse.

Apenas puedo creer que en poco más de una semana habrán transcurrido diez años, una década, en aquella época tenía 16 años. Aquella noche muchos pasarían la noche aterrorizados pensando que ya el fin estaba cerca. Pero 10 años después, aún estamos aquí. A duras penas. Y tu ¿Qué hacías el 11 de Septiembre de 2001?

Los Demonios Secretos de Estados Unidos

Los Estados Unidos de América, la nación más rica y poderosa del planeta. Así como la nación de George Washington se merece dichos epítetos, a través de su no tan antigua historia, se ha ganado otros, mucho menos boyantes, como intervencionista, imperialista y explotadora.

 

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El Comercio, El Origen de la Riqueza de EUA, sustentado por su poderío militar.

No solo las imágenes de Libia, Iraq y Afganistán que conocen nuestros niños y adolescentes, otras mucho más tardías que le llegan a nuestros padres y abuelos, en Kuwait, Corea, América Central y Vietnam, demuestran sin lugar a dudas la necesidad casi obsesiva de involucrarse en los asuntos externos de otros países, queriendo parecer el adalid de la paz y la justicia en el planeta tierra, cuando en el fondo, todos sabemos que las razones no son otras que la de consolidar su posición y su poder.

Pero he aquí lo extraño de la situación. El pueblo de los Estados Unidos, a diferencia de los pueblos europeos de donde salieron sus primeros pobladores y a diferencia de los pueblos hermanos que comparten su herencia histórica, cultural y étnica, como Australia y Canadá, es un pueblo que adolece de solidaridad. En eso es muy parecido a sus similares en América Latina.

Los gobiernos de los países del Norte de Europa, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, y hasta otros culturalmente diferentes, pero fuertemente influenciados por la filosofía de vida Europea como Japón, tienen un fin similar y es “Todos vamos para arriba” Todos los habitantes, empresas, consorcios, grupos económicos, desde los más grandes hasta los más chicos tienen el compromiso de ayudar a crecer a todos sus habitantes, todos son parte del país y todos merecen el mismo grado de respeto y ayuda. No es socialismo y mucho menos, como el que quiere implantar el dictador del Caribe en su país, es una cultura de mercado, donde la propiedad privada tiene una secularidad legal indiscutible, y donde el gobierno cumple su papel con responsabilidad pero sin intromisiones innecesarias.

El pueblo de los Estados Unidos no es así. Es un pueblo bastante egoísta y elitista, al mejor estilo de sus hermanos latinoamericanos, solo que allá las dimensiones de las que hablamos son tan inmensas que hasta nos cuesta imaginarlas.

En los Estados Unidos, al igual que en Latinoamérica, el pueblo vive de las sobras que caen de la mesa de los grandes emporios industriales y comerciales, pero esas sobras son tan grandes que en ese país la ancha clase media se puede dar lujos que la mayoría, en otros países, apenas soñarían.

Ese estilo de vida no es gratuito. De cierto modo, los Estados Unidos son como una pirámide, pero no las famosas de Egipto, o las Mayas, del estilo de las pirámides que pulularon en el sur del país y que elevaron a un pelafustán de pacotilla como David Murcia hasta el grado de empresario, claro antes de terminar capturado, escupido y encanado.

El país del Norte se puede dar semejantes lujos por la avalancha de recursos que le llega de todos lados, recursos provenientes de la explotación de materias primas y seres humanos llevada a cabo por sus multinacionales, recursos provenientes de las burbujas comerciales que se forman gracias a la carencia de controles gubernamentales al comercio, recursos provenientes (ahora sí) de rincones del globo, donde ellos compran a precio de chichigua lo que luego venden a precios exorbitantes, países que se lo entregan todo (incluyendo el petróleo, el gas, el carbón…) por cuenta del enorme poderío militar sostenido por las divisiones del ejército que se ciernen amenazantes desde Japón y Corea, pasando por la India y Sudáfrica, hasta Italia y Puerto Rico. Eso sin mencionar la constante propaganda pro-norteamericana, que se vende por todo el mundo a través de las series de televisión, el cine y la poderosa industria del entretenimiento estadounidense, que genera en el subconsciente de los pueblos la idea de que todo es glamoroso, excitante y lleno de lujos en ese país. Pero al igual que las pirámides, el sistema puede colapsar y ya lo ha hecho varias veces, no es sino recordar la crisis del 29, las crisis en los 70’s por cuenta del petróleo y la reciente crisis provocada por la burbuja inmobiliaria.

Y la pregunta del millón ¿Hace el pueblo de los Estados Unidos algún esfuerzo para cambiar? La respuesta es un NO rotundo, la filosofía estadounidense de SI NO ESTÁ ROTO NO LO REPARES, que defiende a capa y espada el Status Quo, que se resiste con fiereza al cambio, jamás va a permitir los cambios estructurales que requiere dicha nación para darse un respiro y concentrarse en el bienestar de su pueblo, en lugar de estar provocando situaciones violentas alrededor del mundo, tratando de arreglar problemas que ellos mismos provocaron.

El cuestión es que tal vez, sólo tal vez, el sistema con el que funciona la nación más poderosa del mundo, no esté completamente roto y disfuncional, pero si tal vez esté lo suficientemente dañado, para que aunque de vez en cuando falle y siga funcionando apelmazado con esparadrapos y pañitos de agua tibia, un día dejará de funcionar definitivamente y se llevará al resto del mundo junto con él.