El proceso 8000, Foncolpuertos, Dragacol, Interbolsa, el Carrusel de la Contratación, Interbolsa, Saludcoop, Reficar, Odebrecht. Los anteriores son apenas unos cuantos, de la siempre creciente lista de casos de corrupción que han azotado y siguen azotando a nuestro país, negocios dónde algunos como Ernesto Samper, Carlos Gonzáles, Mauricio Cárdenas, Rodrigo Jaramillo, los Nule, Carlos Palacino, Juan Carlos Echeverry y Juan Manuel Santos utilizaron el poder que les fue confiado por la ciudadanía y el aparato estatal, para enriquecerse o para pagar favores previos a punta de contratos multimillonarios asignados a dedo, en detrimento del bienestar público.
Con esta larga lista de escándalos, sin mencionar aquellos que no alcanzaron a llegar a la prensa, y los muchos más que ni siquiera han salido a la luz pública; no sorprende que Continúa leyendo ¿Cuál Es el Remedio contra la Corrupción?
En la entrega anterior empezamos con las 10 peores mentiras de Juan Manuel Santos, desde que asumió el mando como presidente, tarea titánica, considerando que se trata de un periodo de tiempo relativamente corto en referencia a la edad del presidente. Y si aún con esta restricción temporal, es tal la magnitud de sus mentiras, que ha tocado dividirla en dos entregas, no me quiero ni imaginar cuántas se necesitarían para enumerar las peores de miserable existencia, empezando por aquella de «La paz está de un cacho», que dijo en 1997, época en la que ni a los más crédulos se les hubiese ocurrido que el vago marihuanero de la familia Santos se iba a convertir en presidente.
Pero sin más preámbulos (con el de la entrega anterior hubo más que suficiente) veamos las cinco mentiras restantes, del total de diez elegidas especialmente para el presidente.
6. «Le puedo firmar en piedra, en mármol, en lo que usted quiera: NO VOY A SUBIR TARIFAS».
Los Estados Unidos de América, la nación más rica y poderosa del planeta. Así como la nación de George Washington se merece dichos epítetos, a través de su no tan antigua historia, se ha ganado otros, mucho menos boyantes, como intervencionista, imperialista y explotadora.
El Comercio, El Origen de la Riqueza de EUA, sustentado por su poderío militar.
No solo las imágenes de Libia, Iraq y Afganistán que conocen nuestros niños y adolescentes, otras mucho más tardías que le llegan a nuestros padres y abuelos, en Kuwait, Corea, América Central y Vietnam, demuestran sin lugar a dudas la necesidad casi obsesiva de involucrarse en los asuntos externos de otros países, queriendo parecer el adalid de la paz y la justicia en el planeta tierra, cuando en el fondo, todos sabemos que las razones no son otras que la de consolidar su posición y su poder.
Pero he aquí lo extraño de la situación. El pueblo de los Estados Unidos, a diferencia de los pueblos europeos de donde salieron sus primeros pobladores y a diferencia de los pueblos hermanos que comparten su herencia histórica, cultural y étnica, como Australia y Canadá, es un pueblo que adolece de solidaridad. En eso es muy parecido a sus similares en América Latina.
Los gobiernos de los países del Norte de Europa, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, y hasta otros culturalmente diferentes, pero fuertemente influenciados por la filosofía de vida Europea como Japón, tienen un fin similar y es “Todos vamos para arriba” Todos los habitantes, empresas, consorcios, grupos económicos, desde los más grandes hasta los más chicos tienen el compromiso de ayudar a crecer a todos sus habitantes, todos son parte del país y todos merecen el mismo grado de respeto y ayuda. No es socialismo y mucho menos, como el que quiere implantar el dictador del Caribe en su país, es una cultura de mercado, donde la propiedad privada tiene una secularidad legal indiscutible, y donde el gobierno cumple su papel con responsabilidad pero sin intromisiones innecesarias.
El pueblo de los Estados Unidos no es así. Es un pueblo bastante egoísta y elitista, al mejor estilo de sus hermanos latinoamericanos, solo que allá las dimensiones de las que hablamos son tan inmensas que hasta nos cuesta imaginarlas.
En los Estados Unidos, al igual que en Latinoamérica, el pueblo vive de las sobras que caen de la mesa de los grandes emporios industriales y comerciales, pero esas sobras son tan grandes que en ese país la ancha clase media se puede dar lujos que la mayoría, en otros países, apenas soñarían.
Ese estilo de vida no es gratuito. De cierto modo, los Estados Unidos son como una pirámide, pero no las famosas de Egipto, o las Mayas, del estilo de las pirámides que pulularon en el sur del país y que elevaron a un pelafustán de pacotilla como David Murcia hasta el grado de empresario, claro antes de terminar capturado, escupido y encanado.
El país del Norte se puede dar semejantes lujos por la avalancha de recursos que le llega de todos lados, recursos provenientes de la explotación de materias primas y seres humanos llevada a cabo por sus multinacionales, recursos provenientes de las burbujas comerciales que se forman gracias a la carencia de controles gubernamentales al comercio, recursos provenientes (ahora sí) de rincones del globo, donde ellos compran a precio de chichigua lo que luego venden a precios exorbitantes, países que se lo entregan todo (incluyendo el petróleo, el gas, el carbón…) por cuenta del enorme poderío militar sostenido por las divisiones del ejército que se ciernen amenazantes desde Japón y Corea, pasando por la India y Sudáfrica, hasta Italia y Puerto Rico. Eso sin mencionar la constante propaganda pro-norteamericana, que se vende por todo el mundo a través de las series de televisión, el cine y la poderosa industria del entretenimiento estadounidense, que genera en el subconsciente de los pueblos la idea de que todo es glamoroso, excitante y lleno de lujos en ese país. Pero al igual que las pirámides, el sistema puede colapsar y ya lo ha hecho varias veces, no es sino recordar la crisis del 29, las crisis en los 70’s por cuenta del petróleo y la reciente crisis provocada por la burbuja inmobiliaria.
Y la pregunta del millón ¿Hace el pueblo de los Estados Unidos algún esfuerzo para cambiar? La respuesta es un NO rotundo, la filosofía estadounidense de SI NO ESTÁ ROTO NO LO REPARES, que defiende a capa y espada el Status Quo, que se resiste con fiereza al cambio, jamás va a permitir los cambios estructurales que requiere dicha nación para darse un respiro y concentrarse en el bienestar de su pueblo, en lugar de estar provocando situaciones violentas alrededor del mundo, tratando de arreglar problemas que ellos mismos provocaron.
El cuestión es que tal vez, sólo tal vez, el sistema con el que funciona la nación más poderosa del mundo, no esté completamente roto y disfuncional, pero si tal vez esté lo suficientemente dañado, para que aunque de vez en cuando falle y siga funcionando apelmazado con esparadrapos y pañitos de agua tibia, un día dejará de funcionar definitivamente y se llevará al resto del mundo junto con él.