Empezaré este post diciendo que Matthew McConaughey siempre me pareció un actor de segunda, que se esforzaba más por aparecer en los tabloides gringos, corriendo sin camiseta en las calles de North Hollywood, que por construirse un buen nombre en la industria cinematográfica. A diferencia de Brad Pitt, que sustentaba su privilegiado lugar en el Olimpo cinematográfico, seleccionando papeles extraordinariamente complejos desde joven (Devil’s Own, 12 Monkeys, Fight Club, Meet Joe Black), McConaughey parecía estar muy cómodo y relajado interpretando el mismo papel aburrido en cuanta comedia romántica salía a producción: el clásico galán de turno para las niñas lindas de la Lista A como Kate Beckinsale, Jennifer Lopez, Kate Hudson o Jennifer Garner.
Y teniendo esa particular opinión sobre McConaughey, fui el primero en sorprenderme cuando en menos de tres meses (lo que va corrido de 2014) logró ubicarse entre mis actores favoritos no por uno, ni por dos, sino por tres de sus personajes. La interpretación del tejano en The Wolf of Wall Street, como el mentor de Jordan Belfort en las artes del engaño y la trampa en Wall Street, a pesar de ser relativamente corta, fue sin duda excepcional, uno (si acaso no el único) punto positivo en esa larga y aburrida película. Luego, interpretando a Ron Woodroof, el timador tejano con VIH que busca alternativas de tratamiento, McConaughey demostró que era capaz de grandes sacrificios por su credibilidad como actor, pasando por un aterrador cambio físico que literalmente lo dejó en los huesos. Valió la pena, ha sido el primer «Niño Bonito» en ganarse un Oscar a Mejor Actor, distinción que le ha sido esquivo a figuras como Brad Pitt, Leonardo DiCaprio y George Clooney.
Y para completar la trifecta , está su actuación como Rust Cohle en la serie de antología de HBO «True Detective».
«True Detective», que en su primera temporada consistió de tan solo 8 episodios, ha sido universalmente aclamada por la crítica y no sin justa razón. Situada en el variopinto estado de Luisiana, la historia se centra en los detectives Rust Cohle (McConaughey) y Marty Hart (Woody Harrelson), cuyos defectos y cualidades se ven magnificadas por un misterioso caso de satanismo oculto en lo más rancio de la comunidad religiosa del sur de Estados Unidos. En la historia que se extiende por 17 años, McConaughey interpreta la versión de Rust Cohle de 1995, un meticuloso y perfeccionista detective, recién salido de los trabajos de infiltración que lo dejaron con una persistente adicción a las drogas, y también al Rust Cohle de 2012, un borracho obsesionado con las tareas inconclusas del pasado.
Por alguna razón, esta serie me recordó un poco a la fracasada serie «Reunion», en la que los personajes también se enfrentaban a un asesinato por un periodo de 20 años, pero a diferencia de «Reunion», True Detective es una verdadera obra de arte. Desde las tomas magnificas al paisaje natural y artificial del sur de Lousiana, pasando por los espectaculares diálogos, la música, el suspenso y el desarrollo de los personajes, True Detective califica como una de las mejores series que haya visto jamás. Y he visto muchas.
La serie, como antología, no traerá ni a McConaughey, ni a Harrelson de vuelta en la próxima temporada (a menos que sea en un aparición corta), ofreciendo un conjunto nuevo de personajes e historias, y quizás la próxima vez, resulte mucho mejor hacer una reseña capítulo por capítulo. Quinientas palabras se quedan cortas.
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