Una de las mayores tentaciones de un espectador cuando entra a la sala de cine, a ver la secuela de una de sus películas favoritas es la de hacer la odiosa, pero necesaria comparación; comparación de la que muchas veces, la mencionada secuela no sale muy bien librada.
Este hecho tiene tintes tan universales, que hasta ha sido consagrado en el famoso dicho que reza que «segundas partes nunca fueron buenas»… ni las segunda, mucho menos las terceras, cuartas ¡y hasta quintas! (No digamos «séptimas», como en el caso de Rápido y Furioso).
Es precisamente por lo anterior, que cierto sector de la audiencia (incluyéndome, por supuesto), ha tenido serias reservas sobre Nación Secreta (Rogue Nation), la más reciente entrega de la saga de Misión Imposible (Mission: Impossible). Después de todo, Rogue Nation es la quinta entrega de esta secuencia de películas, y es la continuación inmediata de Protocolo Fantasma (Ghost Protocol), la película más taquillera y aclamada de la serie, una cinta que subió a niveles tan altos las expectativas del público y los críticos, que estos no quedaron dispuestos a conformarse con menos en su sucesora.
Sin embargo, luego de ver la cinta, puedo decir, sin ningún asomo de duda que Nación Secreta no sólo iguala a Protocolo Fantasma en muchos aspectos cinematográficos de su género, sino que en algunos incluso la supera.
Nación Secreta (Rogue Nation) continúa con la historia del arriesgado agente de la FMI, Ethan Hunt (Tom Cruise), luego de los hechos ocurridos en Protocolo Fantasma, que estuvieron a punto de destruir la ciudad de San Francisco. Luego de estos hechos, la FMI está bajo la estricta mirada del jefe de la CIA, Alan Hunley (Alec Baldwin), quien logra disolver la agencia secreta justo en el momento en que Hunt está a punto de descubrir una aterradora conspiración internacional liderada por un grupo denominado simplemente «El Sindicato».
Ethan Hunt, con la ayuda de sus amigos incondicionales, Benji Dunn (Simon Pegg), William Brandt (Jeremy Renner), Luther Stickel (Ving Rhames) y con la sombra de la extraña agente británica Ilsa Faust (Rebbeca Ferguson) acechándolos, deberán, no sólo escapar de los cargos impuestos por el gobierno de Estados Unidos, sino enfrentar al sindicato y sus oscuros y escabrosos planes.
Para empezar, debo decir que durante los primeros treinta minutos tuve mis serias dudas sobre la película, ya que inicia, no con uno, sino con dos prólogos introductorios, que separados cronológicamente, resultan poco entretenidos. Además, la película entra en un tono de película clásica de espías, muy al estilo de las del James Bond de Sean Connery, que resulta por momentos difícil de seguir.
Sin embargo, en el momento en que la cinta ha puesto todas sus fichas en posición, y entra a su climax, empiezan a aparecer todas las características que hicieron memorable a Protocolo Fantasma: peleas cuerpo a cuerpo, persecuciones a alta velocidad y por supuesto, misiones imposibles. Pero aún más interesante, Nación Secreta, añadió una capa de conspiración geopolítica sumamente interesante, para concluir en una película que considero mucho más fiel al género del espionaje, tanto narrativa como visualmente, que su antecesora.
¿Se puede considerar que Nación Secreta es mejor o peor que Protocolo Fantasma? La respuesta no es tan sencilla, porque en realidad, son dos películas con estilos bastante disímiles, y cada una excede en su propio subgénero, Protocolo Fantasma enfocada en la acción y Nación Secreta enfocada en drama geopolítico/personal.
En cuanto a las actuaciones, creo que Tom Cruise, vuelve a demostrar por que es el niño favorito de Paramount, aunque ya a estas alturas no le sienta muy bien, el epíteto de niño, teniendo en cuenta que a pesar de su innumerables tratamientos estéticos, empieza a tener más parecido con Liam Neeson, que con su legendario Lestat.
Simon Pegg, en un rol protagónico, con mucho más peso que en la película anterior, demostrando que en Hollywood no siempre es necesario ser casi antinaturalmente atractivo para tener buenos papeles. Jeremy Renner mucho menos visible, aunque hace una excelente llave con Ving Rhames. Pero la más destacada, sin duda, fue Rebecca Ferguson, que continúa la tendencia de la «Chica Hunt».
Ferguson impacta en pantalla, y no sólo por su despampanante belleza, sino porque puede soportar el peso de ser un personaje gris, que aparenta ser bueno o malo, según la circunstancia lo amerite.

No sobra decir, que también Nación Secreta tiene una de las escenas de cierre más impactantes de toda la serie de Misión Imposible, aunque en definitiva, va a ser el curubito de las críticos de cine, puesto que para lograr la rapidez y la eficacia asesina en el último acto, deja muchos huecos argumentales, que no resistirían un análisis pormenorizado. Pero valga decir que estas falencias no son cruciales para entender o para disfrutar la película.
Algo que aún no sé si si considerar preocupante, es la firme intención de hacer más películas de Misión Imposible… No sé, pero creo que Cruise, ya debería ir pensando en que tan buena idea es seguir con ese papel. Sólo digo.
P.D. La sigla FMI está compuesta por la iniciales de Fuerza de Misiones Imposibles… Sí, no lo sabía hasta ahora. 😉
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