Cuando a principios del año 2017, Moonlight y La La Land se empezaron a perfilar como las grandes favoritas para llevarse la estatuilla a Mejor Película en los Premios de la Academia, realmente me costó mucho trabajo comprender cómo podía existir algo que en realidad superara artísticamente al largometraje de Damien Chazelle, y llegué a pensar, erróneamente, que se trataba de una reacción injusta al mejor estilo del vergonzoso caso de 2006 cuando Crash le ganó a Brokeback Mountain como Mejor Película. O incluso, llegué a pensar que todo el bombo para Moonlight era otro típico caso de «culpa liberal», en la que los demócratas de Hollywood favorecen una película simplemente por lástima hacia una minoría étnica o de orientación sexual.
Pero 4 meses después y habiendo sido testigo de los 111 minutos de Moonlight, no sólo puedo decir que finalmente entiendo a la perfección todo el bombo generado alrededor de la cinta, sino que además confirmo que era una justa contendora para La La Land, y mejor, más que merecedora que el Premio Oscar que vergonzosamente le entregaron minutos después de haber declarado a aquella como ganadora.
Moonlight cuenta la historia de Chiron (Alex Hibbert) un niño afroamericano que debe enfrentar no sólo los problemas de drogadicción de su madre (Naomie Harries), sino el matoneo intenso de sus compañeros de escuela quienes lo etiquetan de afeminado. Chiron tendrá el apoyo de Juan (Mahershala Ali) un expendedor de drogas quien logra conectarse con el niño en una relación casi de padre a hijo y de Teresa, la pareja de este.
A medida que transcurre la película, vemos con Chiron pasa de adolescente (Ashton Sanders) a adulto (Trevante Rhodes), transición en la que deberá enfrentar, no sólo la presión externa que ejercen sobre él su madre y sus compañeros de clase, sino también la presión interna que le generan sus dudas sobre su orientación sexual.
El director Barry Jenkins se decidió por un estilo muy latinoamericano en su dirección. Uno ve Moonlight y de inmediato siente que ha visto ese estilo en películas en directores como Alfonso Cuarón, en la época de Y tu mamá también.
Jenkins a través del uso de planos amplios y de un resalte perfecto del color, logra imprimir la decadencia de los barrios bajos de Miami, haciendo una comparación implícita, pero precisa, con el tercer mundo presente en América Latina, el Caribe y África.
El director no sólo ofrece planos bien hechos, sino que cada escena es en sí misma una obra maestra. Y aún más teniendo en cuenta la poca experiencia de la mayoría de los actores en la cinta. En ningún momento sentimos actores interpretando personajes, sentimos personajes de carne y hueso con los que es posible establecer una conexión.
Las actuaciones son extraordinarias. Sobre todo la de los tres actores que interpretan a Chiron, aunque es más que evidente que el trabajo del director y de los otros actores jugaron un factor decisivo en este despunte.
Las escenas están tan bien pensadas y trabajadas, que el director sabe cómo y cuándo utilizar la música para crear una ambientación perfecta, cómo mostrar lo justo y necesario para que el espectador logre interiorizar y reflexionar sobre la premisa de la película y también a involucrar los elementos inertes en el montaje de las mismas.
Pasando a la premisa, esta es la típica de las películas coming-to-age «está bien cometer errores a medida que creces». Pero no porque sea típica quiero decir que se aburrida. Todo lo contrario. No importa que una premisa haya sido utilizada miles o millones de veces, lo importante es cómo alguien, en este caso Barry Jenkins, la toma y la vuelve poderosa a través de una historia bien contada.
Espero tener tiempo para hacer un análisis a fondo de la película, pero definitivamente tendrá que ser en otra publicación.
5,00 / 5,00
★★★★★
Un comentario en “Moonlight ^ Crítica X”