Generalmente, cada vez que escribo un artículo de Análisis y Explicación sobre un largometraje, una de los últimos interrogantes que intento resolver es cuál es el significado detrás de esos minutos de entretenimiento audiovisual puestos en la pantalla grande. Sin embargo, para Red Sparrow considero que el mensaje, la premisa de esta cinta resulta de vital importancia en el debate sobre qué tipo de sociedades, y por ende qué tipo de países queremos, especialmente en una época en que la polarización, la radicalización de los discursos y la violencia parecen estar prevaleciendo sobre el diálogo entre interlocutores haciendo uso de la libertad de expresión. Por eso he decidido extenderme un poco y dedicar un artículo completo al asunto. Bienvenidos.
Puede que la primera impresión al ver Red Sparrow es que se trata de una historia de supervivencia, de cómo a pesar de perder todo, se puede empezar de nuevo en tus propios términos, pero esta lectura se queda corta ante lo que realmente es este largometraje: una crítica profunda al colectivismo, mediante la exposición del talento individual como medio para subvertir las adversidades.
La película empieza con una comparación, la vida de Dominika Egorova (Jennifer Lawrence) y la de Nate Nash (Joel Edgerton) ambos iniciando sus actividades un día cualquiera. Dominika en su camino al teatro, donde es la bailarina principal y Nate Nash recibiendo un mensaje encriptado por parte de un informante ruso.
A primera vista parecería que Nate está encerrado en su trabajo, es esclavo de los mensajes ocultos, de los encuentros a oscuras, para beneficiar a su país. Mientras que Katarina es libre, feliz y hermosa, en el mundo brillante y lujoso de la élite rusa. Pero todo es un engaño, muy bien puesto por el director Francis Lawrence. Pronto vemos como un hecho pone contra la corriente a ambos personajes. Dominika se rompe una pierna en plena presentación y Nate expone la existencia de un agente ruso, revelando que es un espía americano. Lo que le sucede a ambos a continuación, tras la adversidad es lo que marca la diferencia.
Nate recibe de inmediato la protección de los suyos y queda en una posición, si bien en la que no puede exigir, sí en una en la que es libre de tomar sus decisiones. Nate podía renunciar a la CIA, e ir a vender autos en Virginia, o quedarse y tomar otra misión, y sin embargo el DECIDE garantizar la seguridad del espía ruso que le ha estado pasando información, MARBLE. Nate decide ser leal consigo mismo, y con los que lo han apoyado. Y puede hacerlo porque tiene libertad.
Para Dominika las cosas son a otro precio. Una vez queda incapacitada para bailar, su tío y la compañía de baile a la cuál le entregó todo su esfuerzo y dedicación, la abandonan. Y la conducen a un camino donde no hay elecciones, ni libertad. Dominika debe exponerse a convertirse en una PUTA del gobierno ruso, con el bonito nombre de SPARROW y no se le permite decidir al respecto.
Pronto Dominika entiende que ese glamour, ese brillo y esa libertad de las que creía disfrutar cuando se presentaba en el Bolshoi, es un mero espejismo. En su entrenamiento, a Dominika se le repite muchas veces que en Rusia, no existe el individualismo, todos son parte de una enorme maquinaria, en la que algunas piezas, como ella, son desechables, sino cumplen su labor específica.
Esta filosofía de país no es obra de la ficción y es el pan de cada día para MILLONES de ciudadanos de Europa Oriental, para los que la cortina de hierro socialista cayó de jure, pero nunca cayó de facto. La idea de que el ser humano no vale por sus sueños, sus ambiciones, sus metas, sus objetivos, sus gustos y sus emociones, sino por la capacidad que tiene de sacrificarse para un Estado todo poderoso es extremadamente perturbadora, y sin embargo es la meta que muchos militantes de izquierda en Hispanoamérica persiguen con ahínco, con el respaldo inexplicable de un amplio, aunque nunca mayoritario, sector de la población.
Las citas que encontramos en la cinta son muy elocuentes:
Tu cuerpo le pertenece al Estado. Desde tu nacimiento, el Estado lo nutrió, es hora de darle algo a cambio. – Le dice la Gobernanta a Dominika
Es decir, aunque Dominika pagó con su esfuerzo, su arte y su trabajo todo lo que recibió del Estado Ruso (que fue bien poco, a decir verdad) el Estado asume de entrada que la deuda es impagable. No importa lo que hayas hecho, siempre estarás en deuda.
Ya el escritor de la serie de Millenium, la de Lisbeth Salander, Stieg Larson, había comprendido que esta visión todopoderosa del Estado era peligrosa, incluso en un país con mercados libres y de avanzada, como Suecia. Y de hecho, gran parte de las amenazas que Larson sufrió durante su vida como periodista tuvieron que ver con la manera en que expuso la pobredumbre derivada en el Reino de Suecia a consecuencia de la supremacia del Estado, del colectivismo en manos de unos pocos, antagonizando con la libertad individual.
Deben entregarse a lo que les parece repulsivo. Deben amar a voluntad. – La Gobernanta.
Lo que sientes, no importa. Eres un instrumento para alcanzar un objetivo que no es tuyo, sino del colectivo, de la nación, un objetivo que para ti no tiene ningún significado. Y no hay otro lugar en el mundo dónde esto sea tan cierto como en Cuba. Un ciudadano cubano es la envidia incoherente de algunos militantes de izquierda, por su educación gratuita y su servicio de salud. Y sin embargo, el engranaje cubano es muy claro en recordarle a sus tornillos y tuercas, que su deuda con Cuba es eterna, y que no pueden recibir beneficio alguno por su labor. Después de todo, ya el Estado lo nutrió, lo educó y lo profesionalizó. ¿Qué más quieren? Y sin embargo a diario salen decenas de personas en un éxodo unidireccional, huyendo del colectivismo, para hacerse responsables de sus propios destinos en cualquier otro país que no se parezca al suyo.
Y sin embargo, dentro de las limitaciones deshumanizantes a las que está sometida Dominika, donde no se le permite sentir, soñár, crear. Donde no se le permite SER, ella, con su talento INDIVIDUAL logra derrotar no solo al establecimiento ruso, si no a las entidades estadounidenses. Ella logra, dentro de su cárcel colectivista, brillar de manera individual y conquistar su sueño.
Dominika le fue encomendada la misión de manipular a Nate. Ella se dio la oportunidad de conquistar y sentir algo por Nate. A Dominika se le ordenó suprimir cualquier tipo de creatividad. Ella creo una sinfonía de manipulaciones, traiciones y engaños, digna de un aplauso al final de la cinta, cuando la vemos bajando las escaleras en el Bolshoi. A Dominika se le impidió tener objetivos, metas o sueños. Ella encontró la manera de conquistarlos, de liberarse de su tío, de conseguir el respeto del establecimiento ruso, de quedar bien con Nate, de quedarse con los privilegios que el Estado le permitía. Una hazaña extraordinaria, teneindo en cuenta el contexto.
Entonces, para concluir, podemos decir que Red Sparrow es un largometraje en el que se expone primero que todo, la farsa de los derechos, la igualdad y la libertad en las sociedades colectivistas. Segundo, pone al talento individual, por encima del poder del colectivo. Y Tercero, invita a la reflexión sobre cómo, incluso en las peores circunstancias, donde las opciones parecen ser nulas, siempre podrás elegir, siempre podrás definirte por tus decisiones. Siempre podrás SER.
EL ANÁLISIS RIGUROSO NOS PRESENTA UN NUEVO PARADIGMA SOBRE EL CUAL PARTIR HACIA UN CAMINO NUEVO. SE TRATA DE TOMAR LO MEJOR DEL INDIVIDUALISMO, DESPOJADO DEL EGOÍSMO Y CONTROLAR AL ESTADO, AUN EN LA DEMOCRACIA, TUTELANDOLO POR EL CONOCIMIENTO, EN DONDE EL COLECTIVO SOLO PROTEGE LAS INDIVIDUALIDADES DEL «PODER SER» DE FORMA QUE TODOS PODAMOS «ser»
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