Una película se compone de muchos elementos. Desde la dirección, pasando por el guión, el sonido, la fotografía, la puesta en escena, las actuaciones, el vestuario, las locaciones… etcétera, etcétera, etcétera. Y a menos que estemos hablando de «El Padrino» o «Pulp Fiction» siempre hay uno o varios de estos elementos que no están a la altura de los otros.

En el caso de «Argo», película dirigida y protagonizada por Ben Affleck, ganadora del premio Oscar a la Mejor Película, hay un elemento que sobresale del resto y que es en esencia el que la hace merecedora a esa distinción, curiosamente dicho elemento no fue siquiera nominado en dichos premios: la dirección.
Cuando empecé a ver «Argo» debo decir que me pareció una película Not-Bad, es decir se notó desde el inicio el cuidado por llevar al espectador a esas épocas tumultuosas que fueron los años 70 y 80, pero hasta ahí. La historia era hasta cierto punto predecible y los clichés del héroe gringo que salva al mundo contra todos los pronósticos pronto aparecen en pantalla. Eso sumado a actuaciones regulares, un reparto de desconocidos y un protagonista (Affleck) que por momentos le queda grande el peso de la cinta.
Pero habiendo dicho todo eso, Argo en realidad merece su reconocimiento como Mejor Película ¿Por qué? Ya lo dije: su dirección. A pesar de un guión cuyo final era evidente y el montón de clichés que casi llegan a los niveles de Armaggedon, la película está excelentemente estructurada. No es una cualidad del guión, es una característica que le imprime el director, los editores y los encargados del sonido.

«Argo» mantiene un tono narrativo que no se cae en ningún momento, permite que el espectador se identifique con los personajes y con el lugar donde se encuentran. Es así como Affleck nos vende la idea política de la cinta. Estados Unidos fue el culpable del infierno en que se convirtió Irán en aquella época, pero al mismo tiempo hace injustificable que los mismos iraníes tomen la justicia por su cuenta desquitándose con su cuenta. Los buenos y los malos están en ambos bandos, aunque evidentemente la parte que muestra los horrores que causaron los Estados Unidos y sus aliados, es mucho más corta.
Diría que Argo ganó su Oscar por mostrar que aún a pesar de todas las circunstancias adversas, aún hay esperanzas y sobre todo hay gente dispuesta a creer en ella y eso se hace evidente en los últimos minutos de la cinta, donde vemos un espíritu humano conmovedor, donde las buenas acciones no están condicionadas a premios, sino que nacen del corazón de aquellos que quieren ver un mundo diferente, algo que en estos días es muy difícil de conseguir. Si tuvo que emplear los clichés clásicos del cine gringo, es una licencia que el público inteligente estará dispuesto a aceptar por darle un aire menos riguroso y más ligero a la cinta, además de que aseguraba su taquilla para aquella porción del mercado más orientada al entretenimiento.

En resumen, Argo es una película con elementos buenos y una dirección excelente que vale la pena ver y, por supuesto, repetir. Enseñándole a Hollywood que aunque un director sea un niño bonito de la A-List, eso no implica que no tenga algo en el cerebro.
Calificación: 4.75/5.00