Dicen que tu vida se apagó un martes de marzo, en plena cuaresma, a mitad de la tarde; que antes de morir tus ojos pudieron ver desde lejos el verde de las colinas de tu querida Caracas, aquella selva de cemento y esperanzas que tantas veces se movió para demostrarte tu apoyo, para cubrirte la espalda, e incluso también para contradecirte, aunque tu no quisieras escucharlos.
¿Habrás muerto allí Chávez? ¿O acaso perdiste la vida lejos de allí, cerca de los vestigios coloniales de La Habana, de los hoteles de lujo legados al pueblo? ¿Fue así, Chávez? ¿Acaso tu planeaste todo? ¿Previste el fin de tu tiempo en la tierra y decidiste actuar, comprándole tiempo a tus aliados? ¿Fue así Chávez? ¿O ni siquiera estabas consciente de lo que ellos hacían en tu nombre?
Te fuiste, sin despedirte, porque pensaste que regresarías, en pie y fuerte, como siempre… pero hay algo que tus seguidores y tus aliados nunca te enseñaron… que en la vida también se pierde y que la batalla más grande no son contra imperios de fantasía o contra conspiradores ocultos en las paredes, sino que la batalla más grande y la que estamos más propensos a perder es la que tenemos día a día con nosotros mismos… con nuestro cuerpo… con nuestro corazón.
Te respeto Chávez, a tu modo fuiste grande y dejaste tu huella impresa en la mente de millones de personas, fuera y dentro de tu país. Se que no eras el villano de la historia, o al menos se que no te gustaba creer eso. Creías ser el héroe, el defensor de los indefensos y el protector de los desamparados. ¿Pero a que costo lo hiciste? A costo de tu propia cordura… de tu prudencia, de tu inteligencia…
¿Dónde estaban esos enemigos que decías danzaban a tu alrededor esperando el momento propicio para destruirte? ¿Dónde estaban tus amigos, por los que dejaste de ayudar a los tuyos para regalar la riqueza de tu patria? ¿Dónde? ¿Los viste preocupados por ti, o por el dinero de tu país? ¿Los considerabas tus amigos?
¿Por qué nos hiciste tanto daño? ¿Nos odiabas por no aceptarte, como todos lo hacían? ¿Por haber elegido un camino diferente? ¿Por eso querías probar con nosotros, con Colombia, tu país hermano, tu capacidad para destruir, para combatir para pelear…?
Te sentaste en tu trono y nadie te pudo quitar, pero te quedaste sólo sospechando que al final, cuando todo acabara terminarías muerto y tus ideas se destruirían a si mismas, al igual que tus seguidores y amigos fieles, de aquellos que sabías estaban contigo sólo para comer de las migajas que caían de tu mesa, de los que te sonreían por delante, pero que en secreto deseaban lo que te sucedió hoy.
¿Te daba miedo el olvido? ¿O la muerte? Sólo el tiempo dirá si lograste derrotar el olvido, porque hoy la muerte te ha dado una lección, al igual que Dios lo hizo alguna vez cuando decidiste desafiar Su poder y las tormentas tocaron tus costas… no importa lo poderoso que seas, a quienes has ayudado, a quienes has lastimado, a quienes has insultado, amado, querido, odiado o vituperado… de la muerte no podías escapar.
Te fuiste Chávez y con tu partida dejaste la duda de lo que sigue ¿Será la muerte en un caballo blanco galopando sobre la sangre de tus coterraneos? ¿O será la esperanza flotando por los aires de un nuevo país donde el cariño no esté condicionado a tus ideas?
Te irás, acompañado de miles, de aquellos a los que llegaste, de aquellos a los que sacaste del olvido… pero aún así ten en cuenta que los mejores hombres del mundo nunca discriminaron a nadie, algo que tú en tus resentimientos si hiciste.
Es hora de que termines tu paso en la tierra, donde rompiste todas las expectativas y dónde demostraste que aún en el paraíso de la desigualdad es posible llegar a lo más alto. Es hora de decirte adiós para siempre en medio de las lágrimas de aquellos a los que amaste y en la alegría de aquellos a los que humillaste hasta la voz no te dio para más.
Quizas fuiste un gran hombre, pero nunca fuiste un buen presidente, si me equivoco o si por el contrario te equivocaste tú, eso es algo que la historia decidirá dentro de muchos años, cuando ya de nuestros cuerpos sólo queden…. los huesos. Y en tu caso… los recuerdos.