Dirigida por el islandés Baltasar Kormákur (no confundir con Baltasar Garzón, nos nos vayan a abrir una investigación en la fiscalía por atrevernos a mencionar su santísimo y pulcro nombre), Everest (titulada en algunos mercados como Everest 3D) es el intento más reciente del cine internacional de traer a la pantalla grande una historia real, basada en alguna tragedia monumental. Pero lo que al parecer nadie le dijo ni al director, ni a los actores de primer nivel que se le midieron a aparecer en esta película, ni mucho menos a los que decidimos pagar la entrada al teatro para verla, es que para hacer una buena película hace falta mucho más que una desgracia y unos mediocres efectos en tercera dimensión, así estos tengan lugar en el pico más alto del mundo desde el nivel del mar: el monte Everest.
Everest reproduce los hechos ocurridos entre el diez y el once de Mayo de 1996, en el costado sur del Monte Everest en Nepal, donde ocho personas perdieron la vida, luego de tocar cumbre, por causa de una terrible tormenta que asoló esa región de los Himalayas. En la película, Rob Hall (Jason Clark) es un alpinista neozelandés a cargo de un emprendimiento de aventuras, que en esencia lleva turistas con poca o ninguna experiencia, a alcanzar el pico del Everest. Para la misma fecha, Scott Fisher (Jake Gyllenhaal) está encargado de llevar a un grupo más experimentado.
En vista de la gran cantidad de personas presentes en el Campo Base, con pretensiones de «alcanza cumbre», Rob y Scott deciden unir esfuerzos para cumplir a todos sus clientes, sin embargo, una vez en la cima, y haciendo caso omiso a las mismas normas de seguridad que el mismo proclama, decide retrasar su descenso, dejando por su cuenta a varios clientes, justo en el momento en que la mencionada tormenta toca la montaña cobrando la vida de varios de ellos.
Hasta allí se podría decir que es una historia de supervivencia, de la tenacidad y el valor del ser humano y todo eso, como ya lo han hecho maravillosamente otras películas, pero no. Everest es una disculpa de 121 minutos para ver a un montón de gente rica intentado cumplir uno de los sueños más banales y frívolos de a historia de la humanidad y lo peor es que ni siquiera trata de ocultar este hecho. La película se pasa casi una hora y media haciendo una presentación de todos y cada uno de los innumerables personajes, con unas extensas y aburridas exposiciones sobre lo que significa subir el Everest, que provocan el bostezo en más de una ocasión. Sólo para terminar con un final de media hora donde los personajes empiezan a morir como moscas, como si a esas alturas (tanto de la película como de la montaña) a alguien le importara lo que pasara con ellos.

La dirección, incluso con el extensivo uso del CGI (imágenes generadas por computador) fracasa en su intención de poner a la audiencia en las fauces del Monte Everest, con tomas que nada tienen que envidiarle a la de una película de esas que presentan en los canales de cine barato, del paquete básico de suscripción. ¿Cómo es posible que una película sobre el Everest tenga tan poco contenido visual que mostrar?
En cuanto las actuaciones, pues la verdad es que muy poco se puede decir porque todos los personajes aparecieron por tan poca cantidad de tiempo y con tan poco desarrollo, que la verdad daba igual si las actuaciones eran buenas o no. Jason Clark demuestra una vez más, que necesitan diez actores más alrededor para tener el primer crédito de una cinta. Jake Gyllenhaal en el papel más aburrido de toda su carrera. Josh Brolin, que no encaja ni por una milésima de segundo en el rol de un multimillonario aburrido porque tiene demasiado billete. Sam Worthington, que si uno va al baño a orinar, no se da cuenta que salió en la película y una Keira Knightley completa y absolutamente desperdiciada. Y es que da mucho a entender de una película, si al final a usted no le importa si viven o mueren, o mucho peor si está esperando que de verdad les pase algo, antes de que enciendan las luces de la sala.
Y a partir de allí, no creo que pueda haber mucho más que decir de esta película, que quizás se limitó a ser una excusa para mantener los teatros IMAX ocupados mientras llegaba la película de Robert Zeneckis, porque tampoco hay alguna escena memorable, o un dialogo inteligente, sólo una sucesión infinita de aburrimiento y pereza.
¿Deja Everest alguna enseñanza? Sí, que si usted por casualidad se llega a ganar el baloto y le alcanza para botar la plata, invierta en negocios, bienes raíces, educación, y vacaciones a lugares seguros, en lugar de andar persiguiendo sueños pendejos que no le aportan nada a nadie. Pero como es más probable que a usted le caiga un trueno, justo donde está en este momento, que se llegue a ganar el baloto, entonces la enseñanza de esta película se reduce a un infinito montón de m….
Ficha
Nombre: Everest.
Director: Baltasar Kormákur.
Escrita por: William Nicholson y Simon Beaufoy.
Protagonistas: Jason Clark y Jake Gyllenhaal.
Estudio: Cross Creek Pictures, Walden Media y Working Title Films.
Distribuidor: Universal Pictures.
Presupuesto: U$ 55’000.000
121 minutos.
Yo quería verla por la fotografía pero si ni eso se salva vamos apañados. Un saludo.
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Un M, como dije en otro post, de una escala del 1 al 10 un 5 raspado.
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Yo vi la película el sábado pasado y me dejo pensando un buen rato en aquellas personas que perdieron su vida allí. Es verdad que un accidente puede ocurrir en cualquier momento y así perder la vida. Pero de ahí a querer ponerla en riesgo y en peligro nosotros mismos es difícil de entender y aceptarlo como algo normal.
Saludos
Viviana
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