Dwyane Johnson, más conocido por su seudónimo de «La Roca» nunca se ha destacado precisamente por lo complejidad, la trascendencia o la profundidad de sus películas. San Andreas, Furious 7, G.I. Joe y Tooth Fairy son apenas algunos ejemplos de la indiscutiblemente frívola filmografía del ex-profesional de la lucha libre. Sin embargo, aún dentro de esta frivolidad, Johnson ha sabido escoger muy bien las producciones donde participa, no tanto en criterios merecedores del Premio Oscar, pero sí en otro por el que los estudios de Hollywood lo apetecen tanto en sus películas: la taquilla.
Según el portal Box Office Mojo, mientras que actores como Ryan Gosling y Jake Gyllenghaal apenas si superan los quinientos millones de dólares en la taquilla acumulada de sus películas, Johnson ya supera los dos mil millones y sus futuros proyectos como Furious 8 y Baywatch parecen indicar que la cifra se puede elevar fácilmente en otros mil millones el próximo año.
Sin embargo, en el caso de Un espía y medio (Título original: Central intelligence) se aparta un poco de esa tendencia arrasadora y superficial en los largometrajes del actor, claro sin caer en ningún momento en las dulces y peligrosas aguas del cine de autor.
La película cuenta la historia de Calvin Joyner (Kevin Hart), un contador cuyos días de gloria como estrella de los deportes en la escuela preparatoria han dado paso a una vida tediosa y aburrida en una oficina sin posibilidades de ascenso. Sin embargo, la reaparición de Bob Stone (Johnson), en la vida de Joyner no sólo le dará un giro de 180 grados a la situación sino que lo introducirá en un mundo donde el espionaje, las mentiras y las medias verdades son apenas parte de la rutina.
A pesar de años de entrenamiento, Bob sigue con los traumas que en él dejaron años de acoso en la escuela por su obesidad y sus extraños gustos, teniendo a Joyner como su héroe personal luego de su inesperada ayuda en un momento crucial de su vida.
Si bien, la película se cuenta principalmente desde la perspectiva de Joyner (personaje principal), rápidamente esta se centra en el personaje de Johnson, dejando muy claro que Bob Stone es el protagonista de la historia.
La película sigue un patrón bastante predecible, al menos en el inicio, es decir ¿el oficinista de vida rutinaria aburrida, a la que de repente llega alguien que cambia todo de un momento a otro? ¿cuántas veces hemos visto esa historia? Aunque quizás el punto positivo aquí es que la historia da espacio para divagar de las verdaderas intenciones de Bob Stone, si es en realidad el mismo chico de la escuela preparatoria, con cuerpo de campeón olímpico, o si acaso es un individuo mucho más oscuro y terrible.
Sin entrar en el terreno de la exageración se puede decir que la dirección es apropiada, en vista que logra combinar elementos de una película de acción, una comedia y hasta un poco de drama de superación personal, tres elementos que se compaginan con buenas escenas, aunque no mucho con los diálogos.
En cuanto a las actuaciones, pues son bastante del promedio, sin embargo puedo destacar que Johnson logra transmitir casi que a la perfección la angustia y el temor de alguien que pasó años bajo el acoso en una escuela, lo cuál no es nada fácil, siendo él un gigante de 120 kilogramos de puro músculo (o de anabólicos, vaya usted a saber).
Quizás el punto más flaco de esta cinta es que suele obviar con demasiada frecuencia el mensaje que quiere transmitir, obviamente asociado a la idea de que «Nunca es tarde para cambiar aquello que te hace daño», pero este premisa suele estar en un segundo plano detrás de las escenas cómicas, de acción y del suspenso de espías, y sólo aparece en momentos muy clave, pero en definitiva, demasiado escasos.
Esperemos que Johnson siga haciendo sus películas llenas de efectos especiales y secuencias de acción, pero también que de vez en cuando haga películas como esta, que marquen un poco la diferencia en su carrera llena de Vaughns, Thompsons, Hobbs y Stones.