Luego de un año de espera, demasiado corto para mi gusto, se estrenó la tercera película de la saga de Divergente, que a pesar de llevar el mismo título del último libro de la serie, desafortunadamente para el cine, la humanidad y todos los seres vivientes y partículas de materia del universo conocido y por conocer, no es la última. Y es que en una genial decisión de primer minuto, Lionsgate decidió hacerle creer a todo el mundo que habían optado por la muy sabia decisión de no dividir el último libro en dos partes, como… bueno como todo el mundo, sino hacer la diferencia y lanzar una sola película. Error, Leal (Título original: Allegiant) no es la última entrega de Divergente, ese nefasto honor lo tendrá Ascendente en junio del próximo año.
La cinta, que se ha estrenado en Colombia y en otros 44 países, una semana antes que en Estados Unidos (¡qué honor!) retoma la historia de Beatrice «Tris» Prior (Shailene Woodley), la contradictoria heroína del Chicago post-apocalíptico de la trama. Luego de la derrota de Janine, Evelyn (Naomi Watts) ha tomado el control de la ciudad y pretende imponer su voluntad a toda costa, prohibiendo la salida de cualquier persona, haciendo caso omiso del mensaje de los otros que viven fuera de las murallas.
Convencida, como toda heroína de película young-adult, que el mundo gira alrededor de ella y que el mensaje de la caja está dirigido directamente a su persona, Tris emprenderá junto a Cuatro (Theo James) un viaje más allá de las murallas donde encontrará algunas respuestas, pero aún más mentiras en el intrincado juego de poderes en esa tierra distópica.
Debo reconocer, que esta película mejoró muchísimo si las comparamos con las dos primeras, al menos en cuanto a la historia. Los guionistas hicieron un buen trabajo traduciendo el material nada excelso de Verónica Roth en una película coherente, aunque en definitiva nada original, ya que el cuento de «todo el mundo miente» ya está completamente agotado. Así que los únicos que disfrutarán bien de la película son aquellos que no se vieron las dos primeras, sí, así están las cosas.
A nivel de dirección se notó un mejor gusto del director en recrear los espacios futuristas, y aunque fue evidente el uso de CGI en muchos momentos, fue un uso elegante, que me recuerda (guardando las proporciones) a Contacto. Es decir, se sabe que es falso, pero no por eso deja de ser estéticamente correcto y agradable.
Pasando a las actuaciones, Naomi Watts y Octavia Spencer son, sin duda alguna, las únicas que no caen en el agujero negro de la sobre-actuación, y de la aún peor sub-actuación. En la primera, sin duda alguna, está Miles Teller, que parece que no hace otra cosa que embarrarla en cada una de las películas en las que sale. Y en la segunda, están la parejita del momento. Woodley y James se ven quizás bonitos como novios en la fiesta de la quinceañera del barrio, pero como actores, dejan mucho que desear. Aunque siendo justos, Woodley al menos es creíble en su papel de heroína, por breves momentos, pero James, posando y siendo remplazado por dobles todo el tiempo, empieza a generar preguntas como «¿Delante de quién se tuvo que arrodillar para conseguir ese papel?».
La película pierde una buena oportunidad de asentarse en alguna base filosófica (la que sea) y decide solo usar los diálogos para reflejar el poco cacumen de todos sus personajes, aunque se les agradece que le hayan bajado a las explicaciones cada cinco minutos. ¿Escenas? Salvo por el buen uso del CGI, y el de los dobles de Theo James, como que nada.
Y si nos preguntamos ahora ¿cuál es le mensaje de Leal? ¿Será «engaña a todo el mundo haciéndole creer que la tercera película va a ser la última? o quizás ¿No le creas a ninguna persona que hayas conocido por menos de veinte minutos? o quizás ¿La perfección es engañosa? Sea cual sea, a decir verdad, ni sé, ni me interesa.
P.D. Era mejor cuando creía que era la última película.
2,04 / 5,00
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