Contribución de Carlos Giraldo (Presentador).
Sórdida, cruel, abrumadora, cruda, pesimista… así es Perros, la más reciente apuesta de Harold Trompetero en la gran pantalla.
Producida por Mauricio Brunetti, esta película colombo-argentina cuenta la historia de Misael (John Leguizamo) y Cáceres (Álvaro Rodríguez), interno y guardia, respectivamente, de una espantosa cárcel olvidada por Dios y el Estado. Acompaña a Misael y a Cáceres, una perrita criolla llamada «Sarna» que al final de cuentas ¡termina siendo el único personaje que se gana el corazón de los espectadores!
La película es sórdida por la complejidad inherente al lugar y a los personajes que allí habitan. Es cruel por las situaciones (muchas de ellas salidas de los cabellos) que llevan al extremo físico y emocional a Misael. Es abrumadora porque en ese patio donde ronda el mal, la única ley que existe es la injusticia, por cuenta de Cáceres y su retorcida concepción del poder. Es cruda, porque el director Harold Trompetero no se fue por las ramas, sino que nos dejó ver la maldad a la que puede llegar el ser humano en su máxima expresión.
Y es pesimista, porque queda claro al final, que la muerte y sólo la muerte es la única solución posible ante semejante carga de perversión.
Aunque es una película corta (83 minutos de duración) vale resaltar la actuación especial de la actriz mexicana y nominada al Oscar Adriana Barraza (Babel, 2007) que encarna a la abogada de Misael, así como la participación de actores de la talla de Ramiro Meneses, Hernán Mendez, Jorge Herrera, Rafael Uribe, Tao Sierra y María Nela Sinisterra, que aunque aparecen apenas lo estrictamente necesario, resultan determinantes para crear esa atmósfera que hace que esta producción sea tan atractiva para los amigos de ese Cine Alternativo, no apto para todo público, que se aparta de las grandes y multimillonarias producciones de Hollywood.
No se le podría dar conclusión a esta reseña, sin antes hablar de uno de las polémicas que surgen luego de verla: ¿Es Perros una película homofóbica? Para algunos asistentes la respuesta es SÍ, por alguna de estas dos razones.
- El «malo de la película» (Cáceres) es homosexual, y se aprovecha de su posición de poder en el recinto penitenciario para obligar a (alerta spoilers) Misael a tener relaciones íntimas con él, en contra de su voluntad.
- La esposa de Misael (María Nela Sinisterra) en una visita conyugal le confiesa su infidelidad, le expresa a Misael que se había equivocado al creer que el hombre que había asesinado, había abusado de uno de sus hijos, porque este «no era marica»; perpetuando la creencia errónea de que homosexual y pedófilo son sinónimos.
Fuera de estas dos consideraciones, que dejan cierto tufillo amargo a la cinta, los reto a ver Perros porque es en esencia, una película que pone a prueba la resistencia emocional de los espectadores, y de eso, entre muchas otras cosas, es de lo que también se trata el séptimo arte.