Dirigida por Dean Devlin, una de las cabezas detrás de largometrajes como Día de la Independencia, Godzilla y Cellular, no sorprende que por momentos Geotormenta (Título original: Geostorm) parezca una película completamente fuera de época.
En estos tiempos en los que la agenda Millenial parece más que impuesta en la industria cinematográfica de los Estados Unidos resulta bastante extraño, por decir lo menos, que alguien se atreva a lanzar una película que refuerce el estereotipo del estadounidense heróico, enfrentando a villanos capaces de lo que sea, con la bandera de las barras y estrellas ondeando por todas partes. Sin embargo, a pesar de todo el cliché que rodea a Geotormenta, quizás haya bastante que rescatar de allí.
Geotormenta cuenta la historia de Jake Lawson (Gerard Buttler) un ingeniero aeroespacial, especializado en la construcción de satélites, que en un futuro destruido por el cambio climático, fue el encargado de diseñar y poner en funcionamiento una red de satélites denominada «El Niño Holandés» cuyo propósito es precisamente regular el clima de todo el Planeta Tierra.
Sin embargo, cuando la red de satélites empieza a mostrar extrañas fallas, originando muertes en todo el mundo, no sólo se pondrá en riesgo la cooperación internacional detrás del proyecto, sino que el peor escenario climático posible podría estar a la vuelta de la esquina, en una especie de tormenta planetaria que devastaría a gran parte de la población: la mítica geotormenta.
Es bastante elocuente que se pueda hacer la sinopsis de la película sin incluir a ningún otro personaje, además del protagonista: un efecto colateral de ser la película del héroe gringo que los salva a todos. Sin embargo, hay una historia paralela que lidia con el misterio de quién es el responsable de la falla de los satélites, cuyo principal sospechoso es el Presidente Andrew Palma (Andy García) y que involucra también al hermano de Lawson, Max (Jim Sturgess) y su prometida, la agente del servicio secreto Sarah Wilson (Abbie Cornish).
Hay que reconocer que aunque los diálogos son el colmo del ridículo, el director Devlin, en su debut, logra poner una película bastante entretenida en pantalla. Las escenas son eficientes, bien logradas y las secuencias de acción y de desastre son geniales. Quizás por instantes se nota el CGI, pero nada que impida disfrutarlas al 100%.
Las actuaciones, pues, son regulares teniendo en cuenta el pobre material que se les dio, pero quizás hay que entender que el objetivo de la película no es vender un drama basado en las emociones no dichas por los personajes, sino en vender una serie de escenas emocionantes en las que los personajes son apenas agentes de venta.
Sin embargo, a pesar de todos estos malos aspectos, se pueden rescatar un par de cosas aquí. Primero, la manera en que la película enfoca la generación de los Millennials, como una generación en esencia egoísta y caprichosa. Algo completamente sintonizado con la realidad. Así mismo pone de manifiesto que el conflicto entre familia y trabajo y las negras consecuencias de poner al segundo en lugar de la primera. Y algo que se rescata de estas películas estereotípicas, el sentido de auto-sacrificio que en esta época nos falta tanto a los seres humanos.
En resumen, Geotormenta es una película que con los recursos tecnológicos de 2017 recrea un tipo de película que creíamos agotado desde los tiempos de Armageddon, pero que cumple fielmente con su propósito de entretener y divertir al público que asiste a la sala. Nada mal para el debut de Dean Devlin. Quizás eso fue lo que aprendió del desastre de Día de la Independencia: Contrataque al dejarla en manos de Roland Emmerich.
3,82 / 5,00
★★★★★