Si hay una palabra que puede describir a Stranger Things, una de las series de estreno de Netflix en el 2016, es REFRESCANTE. Ninguna serie de las que actualmente se emite en dicha plataforma, en algún canal por cable y mucho menos en la televisión abierta, ni de este, ni de ningún otro país, se acerca a lo que los Hermanos Duffer han puesto en millones de hogares en el mundo, con esta producción.
Lo que sin duda alguna llama la atención, de entrada, en Stranger Things es su estilo. La serie tiene un delicioso aroma a los años 80, a las películas clásicas de Steven Spielberg, a Robert Zemeckis, a Stanley Kubrik, con un fuerte hilo de suspenso amarrado a la inocencia de sus protagonistas pre-juveniles.
Stranger Things cuenta la historia de Joyce Byers (Winona Ryder), una madre soltera que con un trabajo mal pago debe mantener a sus dos hijos: Will (Noah Schnapp) y Jonathan (Charlie Heaton), en un poblado de Indiana llamado Hawkins. Will es miembro fundamental de un grupo de chicos que aman la cultura popular, empezando por el juego de Calabozos y Dragones. El grupo está conformado por Mike (Finn Wolfhard), Dustin (Gaten Matarazzo) y Lucas (Caleb McLaughlin).
La historia inicia cuando Will desaparece misteriosamente, tras un encuentro con un extraña criatura, hecho que parece estar conectada con la también misteriosa aparición en el pueblo de una chica con la cabeza rapada que se hace llamar simplemente Eleven (Millie Bobby Brown). A partir de allí, la historia girará en torno a los tres misterios, la desaparición de Will, el monstruo y la verdadera identidad de Eleven.
La historia, tal y como lo dije anteriormente, es refrescante. Es una historia que habla principalmente sobre el valor de la amistad y de la familia, enmarcada en un contexto que mezcla el suspenso y lo sobrenatural. Y es que a pesar de tener tantas inspiraciones, la historia se siente no sólo natural, sino también original.
El trabajo de dirección es excelente. Un estilo minimalista que se apoya más en las actuaciones y en el desarrollo de los personajes, que en el exceso de luces, colores y escenografías.
Winona Ryder demuestra en estos ocho capítulos por qué fue una de las actrices más solicitadas en los años 90, su personaje no sólo es 100% creíble y recordable, sino que logra la empatía de los espectadores en todo momento. Siguendo a Ryder, Millie Bobby Brown hace un fantástico trabajo con Eleven, que sin duda está por convertirse en uno de los íconos de la cultura pop de este siglo. El resto del elenco no desentona, pero tampoco llega al nivel de las dos mencionadas actrices.
Como si lo anterior fuera poco, la serie está llena de metáforas geniales en sus diálogos y en sus escenas, de las cuales, más de una entra en la categoría de memorable. Me reservo en este caso la escena en la que Caleb y Mike se enfrentan cuando el primero agrede verbalmente a Eleven, con resultados un tanto escandalosos. Sensacional.
Y pues, creo que uno de los grandes pros que tiene esta serie es su fantástica premisa, que explora lo que significa ser familia y lo que significa ser amigo, algo que en estos últimos tiempos, resulta por momentos, bastante difícil de vislumbrar. Súper recomendada.
4,97 / 5,00
★★★★★
Me encantó esta serie y sin duda veré la segunda temporada. El grupo de los niños me enamoró desde el minuto uno y me transportó a la atmósfera de las películas que veíamos en los ochenta. Totalmente de acuerdo con todo lo que se ha dicho aquí sobre los valores de esta serie.
¡Un saludo!
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Gracias 🙂
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