Reseñas X ^ Angry Birds.

Angry Birds, Angry Birds… ¿Qué puedo decir sobre Angry Birds? Bueno, para empezar puedo decir que ha sido la película que más trabajo me ha costado reseñar, pero no por que sea filosófica o argumentalmente compleja (jajajajajajaja), ni porque sea la peor basura del universo cinematográfico. No. El absoluto desdén que siento al escribir esta corta crítica se debe principalmente a que esta película es la más innecesaria y absurda recolección de clichés que se haya producido en película alguna jamás, animada o inanimada.

Pero como aún tengo pendiente la Reseña X de X-Men: Apocalypse, y la del último libro que me acabo de leer, no me queda otra que hacer esta reseña, antes de que se me empiece a acumular todo el trabajo.

ANGRY BIRDS

Producida por Sony Pictures y dirigida por los neófitos Clay Kaytis y Fergal Reilly, Angry Birds (o The Angry Birds Movie, como se distribuyó en otros mercados) cuenta la historia de Continúa leyendo Reseñas X ^ Angry Birds.

Anuncio publicitario

¿Es Realmente La Pobreza La Causa De La Inseguridad?

Viernes 21 de Marzo de 2014. 2:45 a.m y el sosiego de una plácida noche de sueño está a punto de terminar. Gritos, luces de colores y sirenas se cuelan en medio de la ventana revelando el perturbador suceso que acaece justo allí afuera. Me asomo a la ventana aún atontando por la somnolencia. Mal contados debe haber unos 15 policías. Y unos 6 de ellos rodean a alguien, arrastrándolo por la calle. El muchacho se resiste, no debe tener más de veinte años y tiene suficiente fuerza como para complicarle el trabajo a los 6 uniformados. Al final lo logran subir a la patrulla, con tanta fuerza que se escucha el golpe con el que cae sobre el piso del vehículo. La patrulla arranca, igual que la camioneta y la multitud de motos de la fuerza pública que llegaron al lugar. Se escuchan las palabra «muchacha», «celular» y «atraco». Pero el show aún no termina. Antes de que se vaya la última motocicleta, llega una mujer gritando como loca. «¡Mi hijo ¿dónde está mi hijo?!» Le informan lo sucedido, su hijo ha sido apresado con otro muchacho, por robo e intento de homicidio. La mujer se resiste a creer y remata con la ya mítica frase «¡Les voy a poner una demanda!».

El hecho causó tanta conmoción, que los diarios locales informaron de la noticia pocas horas después a través de sus portales en Internet, indicando, por supuesto los nombres de los presuntos ladrones y un detalle preliminar de sus crímenes: dos asaltos a mano armada, uno de ellos dejando una víctima gravemente herida. Todo por un puto celular. Me entero que uno de los sindicados, al que vi siendo arrastrado hasta la patrulla, vive a menos de 200 metros de mi domicilio.  No resulta difícil localizarlo en facebook, a él y a su compañero de desgracia y luego de ver varias de sus fotos lo primero que se me pasa por la mente es «No tienen pinta de ladrones».

Es allí donde me empiezo a preguntar ¿Qué hace que dos muchachos de 18 años, con la vida por delante y con todo el potencial del mundo, sin problemas económicos en su hogares, sin pasar hambre, con el apoyo de una familia amorosa, terminen convertidos en ladrones y asesinos, repudiados públicamente?

El lunes siguiente voy a trabajar, aún con esa pregunta dando vueltas por mi cabeza, cuando escucho sobre el ataque con armas de fuego a un grupo de jóvenes, dos de ellos menores de edad. Dos murieron y el otro quedó gravemente herido. ¿Motivo? Problemas de drogas. Al igual que los muchachos del atraco, eran jóvenes con familias funcionales que los apoyaban en todo sentido.  Y al igual que los muchachos del atraco, estos jóvenes tenían serios problemas con las drogas ilícitas. La pregunta que ya recorría mis pensamientos a toda velocidad, muta inexorablemente.

¿Qué hace que muchachos de no más de 18 años, con la vida por delante y con todo el potencial del mundo, sin problemas económicos, sin pasar hambre, con familias funcionales, terminen metidos en tantos problemas relacionados con drogas ilícitas?

La Opinión Pública ha sido manipulada para que crea que todos los problemas de inseguridad en las calles, empezando con los robos y asesinatos que se derivan de estos, son el coletazo del monstruo de la pobreza, pero viendo los antecedentes de los pocos criminales que logran capturar y de los que se ven envueltos en espeluznantes tramas de ajuste de cuentas, se logra apreciar que este no es un problema que viene de los cinturones de miseria. Estos jóvenes que salen a atracar con un arma en la mano, lista para disparar, ya no vienen de las estigmatizadas comunas y los sectores de invasión, vienen de los sectores de la clase trabajadora e incluso de la clase acomodada.

El consumo de drogas es un problema que ha aumentado exponencialmente la inseguridad.

Los vemos sonrientes en sus fotos de facebook, abrazando a sus familiares, a sus amigos, bien vestidos, con tanta salud y juventud que parece imposible que estén desesperados por comida, o por deudas, o por compromisos de algún tipo. Son jóvenes a los que sus familias les dan todo. Y es allí donde quizás radica el problema. Estamos viendo crecer una generación a la que papi y mami con el pretexto de que «No quiero que mi hijo pase trabajos», ha desprendido de la idea de la responsabilidad, por lo que creen tener el derecho de cruzar la linea de lo legal sin problemas.

Matoneo, agresiones sexuales, consumo de drogas, robos y asesinato, justo en ese orden estamos perdiendo a una juventud que se supone será la base de la pirámide demográfica en unos cuantos años, de la que irónicamente dependerá nuestro bienestar cuando lleguemos a la senectud y justo son esas conductas las que vuelven inseguras a nuestras ciudades y no son causa de la pobreza, son causa de la mala crianza y la falta de responsabilidad paternal sobre los niños y adolescentes en todos los estratos, que provocan reacciones como la de la madre del presunto ladrón, que vi corriendo desesperada aquella noche de insomnio fortuito, aún sin poder creer de todo lo que fue capaz su adorado retoño.