Luego de terminar las 297 páginas del acuerdo final Santos-FARC (Título original: Acuerdo final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera) debo decir que estoy en profundo desacuerdo con los que dicen que es documento aburrido y difícil de leer. Supongo que los que dicen eso, son los mismos a los que les da pereza leer otra cosa que no sea la bola de chismes que circula en facebook y twitter. Supongo. De hecho, creo que ni Jane Austen pudo escribir un documento tan literariamente acertado como este, donde hay intrigas, odios, mentiras, comedia, drama, acción y hasta fantasía, en algunos apartados.
En esta serie de seis entregas hablaré de cada uno de los puntos y al finalizar daré mi opinión sobre este punto en particular, si merece el SÍ o el NO. Al final, en la última entrega analizaré el documento completo como tal. Espero que estén preparados porque desde ya empezaré con el primer punto del acuerdo: Política de Desarrollo Agrario Integral.
Hay que decir que es este punto, el que quizás esté más aterrizado dentro del concepto de lo que en realidad necesita Colombia. Es decir el punto 1.3.1, titulado Infraestructura y Adecuación de Tierras, es un programa ambicioso, pero sumamente necesario para el país. Habla de proveer de vías, infraestructura de riego, energía eléctrica e Internet a zonas por fuera de la influencia de los núcleos urbanos, nacionales, regionales y departamentales. Esta es una necesidad imperiosa que se debió establecer como política pública desde hace años y no únicamente en una mesa de negociaciones con las FARC, por ese lado vamos bien.
Así mismo en este punto el Estado se compromete (por supuesto, con dineros de los contribuyentes) a proporcionar salud, educación, vivienda y agua potable a la población campesina. Esto es en definitiva muy apropiado, es proporcionar subsidios indirectos a la población que en buena medida nos provee de alimentos y que en realidad necesitamos que se queden allá en el campo, produciendo y no que emigren a las ciudades a incrementar los cinturones de miseria, con todo y lo que eso conlleva.
Ahora, algo con lo que no estoy completamente de acuerdo en este punto, o bueno, no al menos por tiempo indefinido, es la política de estímulos adicionales a los campesinos. En el acuerdo se exige que a los campesinos se les brinde, además de la tierra (ya hablaremos de eso), todo el proceso consecuente, es decir se subsidiarán los insumos, la siembra, la cosecha, el almacenamiento y la comercialización. Entonces me pregunto yo ¿Entonces que es lo que van a hacer los campesinos? Es decir, estoy cien por ciento de acuerdo en que el Estado, a través de nuestro impuestos acompañe el proceso, pero no me termina de convencer ese «seguro contra todo riesgo» que allí se contempla. Es decir, a los campesinos se les va a regalar todo, pero por supuesto los dividendos sólo los disfrutarán ellos. ¿Es eso justo con el resto de colombianos que va a apoyar el proceso con sus impuestos?
Ahora, aún con todas esas dudas, creo que aún sería una buena inversión mantener a los campesinos en el campo y aún más, generar un proceso de emigración desde las ciudades a los campos y que se alivie la pesada carga social que se come a las ciudades en estos momentos. Bueno, ahora pasemos a la parte menos bonita ¿De dónde va a salir tanta tierra?
Es aquí donde empieza a aparecer el fantasma de «La Revolución Bolivariana», de hecho todo la parte del acuerdo dedicada a señalar de dónde van a salir las tierras es una fotocopia de lo que hizo Hugo Chavez en Venezuela. Es decir, se expropiarán tierras que según el criterio de el IGAC, el Minsterio de Agricultura, el Ministerio de Ambiente «incumplan la función social y ecológica de la propiedad» (1.1.1). Entonces aquí, una persona que con los ahorros de toda su vida adquirió unas hectáreas de tierra rural, pero que no ha tenido el dinero para volverlas productivas, perderá toda la inversión y la tierra por la que pagó será puesta a disposición del banco de recursos. ¿Justo? No lo creo.
Así mismo, en este mismo punto aparece algo muy interesante, el gobierno podrá disponer de cualquier terreno del país, si lo considera necesario por «motivos de interés social o de utilidad pública». Esto no tendría nada de raro, pues es lo mismo que se hace, por ejemplo, con las carreteras, pero lo que preocupa aquí es que es exactamente lo que implica un «motivo de interés social». ¿Será que acaso los jefes de la guerrilla pueden exigir tal o cuál territorio y despojarlo de sus dueños, sin importar quienes sean?
Y bueno, sí, hay muchos terratenientes que adquirieron sus tierras de forma ilegal y fraudulenta, engañando a los propietarios originales, amenazándolos de muerte, y una larga lista de etcéteras, pero así mismo son muchísimos más los que han adquirido sus propiedades de manera legal, con mucho esfuerzo ¿qué garantías hay de que se les respetarán sus derechos adquiridos, teniendo en cuenta que el acuerdo final implícitamente manifiesta que es superior a las leyes existentes en Colombia?
Una inestabilidad jurídica en la tenencia de tierras, podría implicar el deterioro de la capacidad agrícola del país, como ya sucedió en OTROS países.
Si nos miramos en el espejo de Venezuela, donde ya se aplicaron todas estas reformas, vemos que toda esa política fracasó. Daniel Lavelle, en un artículo escrito para el International Journal of Sociology of Agriculture and Food, al igual que Andrés Serbin en un artículo escrito para la Global Partnership for the Prevention of Armed Conflict, no solo señalan que la política no contribuyó a alcanzar los objetivos de soberanía alimentaria (Venezuela actualmente importa casi toda su comida),sino que es por sí misma la causante de la escasez que azota al país.
Morales Gali, señala que entre las razones está que los campesinos utilizaban la facilidad en los créditos para otros fines, como por ejemplo, comprar automóviles o electrodomésticos, y en vista que no había elementos para exigir de vuelta el crédito, terminaba por no suceder nada. Así mismo, muchos que accedieron a las tierras se encontraban en ceros en lo referente al manejo de tierras, y a pesar de estar permanentemente acompañados, al final el grupo familiar no lograba producir. Eso sin contar con el daño inconmensurable que se le hizo al aparato productivo ya establecido, por la expropiación de terrenos que sí eran utilizados para producir alimentos, pero que por tecnicismos de la ley quedaron incorporadas en las tierras que el Estado entregó a los campesinos, con nefastas consecuencias.
Algunos podrían argumentar que Colombia, en efecto, no es Venezuela y que aquí no tiene que pasar lo mismo, que aquí somos trabajadores y emprendedores y todo eso, pero el punto aquí es que al final del día no es el gobierno, ni los acompañantes del proceso los que deben producir, son los campesinos. Resulta imposible, hasta para un gobierno como el de Venezuela en el clímax de su bonanza petrolera, mantener un aparato de acompañamiento a miles de campesinos.
Ahora, si sólo estuviera este punto del acuerdo ¿cómo votaría en el Plebiscito? Pues analizando los pros, y los contra, el punto aquí es que todo está muy bien planteado, es decir si el gobierno cumple y los campesinos cumplen, sería algo realmente positivo para Colombia. Falta ver si tanta maravilla es cierta y si no nos pasa como en Venezuela. Pero sin entrar a ser pesimistas y a hacer cabalas sobre lo que puede suceder, si solamente fuera este punto, yo votaría…. SÍ.
Pero aún falta analizar otros cuatro puntos y hacer el análisis general. Por favor suscríbanse y no dejen de seguirme en twitter, facebook y youtube. Nos vemos.
Estuvo muy bueno tu análisis pero en vez de comparar con Venezuela que es un país más socialista o comunista que el nuestro que es mas capitalista porque no comparas con países políticamente similares a los de colombia.
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Aquí están los comentarios, haga el análisis usted.
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