Protagonistas: Amandla Stenberg, Nick Robinson & Ana de la Reguera.
Directora: Stella Meghie
Postulado: Hasta el amor debe tener límites.
Resulta muy interesante, e irónico por demás, que una película romántica de adolescentes como Todo, Todo (Título original: Everything, Everything) tenga todo el estilo visual, el ambiente futurista y los detalles sobresalientes de los que otras película como The Circle o The Space Between Us carecen completamente; carencias que se resaltan mucho más cuando se tiene en cuenta que The Circle y The Space Between us tuvieron CADA UNA un presupuesto de U$ 30’000.000, mientras que Todo, Todo tuvo sólo U$ 10’000.000.
¿Será preferible tener un estilo visual de baja calidad por tener actores de renombre? ¿O será mejor lo contrario, teniendo un presupuesto ajustado?
Todo, Todo cuenta la historia de Maddy Whittier (Amandla Stenberg, Rue de Los Juegos del Hambre), una chica de 18 años que ha pasado la mayor parte de su vida encerrada en su casa debido a una enfermedad que compromete gravemente su sistema inmune. Esta situación la lleva a vivir una vida terriblemente rutinaria, que cambia de repente cuando un extraño muchacho llamado Olly Bright (Nick Robinson, Ben de The 5th Wave) se muda a la casa de al lado.
Pronto, Maddy y Olly entablarán una comunicación a través de Internet, que llevará a Maddy a preguntarse si vale la pena vivir un sólo día con plenitud, o quizás toda la vida enfrascada en un vida sin sentido.
La historia es en sí una reimaginación sumamente interesante de los cuentos clásicos que hemos escuchado toda la vida como Rapunzel, o la Sirenita. Maddy es una princesa moderna, encerrada en un castillo del que no puede salir, no por cuenta de un hechizo, sino por cuenta de su enfermedad. Y Olly es el príncipe moderno, dispuesto a sacrificar parte de sí para mantener a su princesa a salvo.
Esta historia, que bien podría haber caído en el PEOR de los clichés, es puesta en pantalla de manera sencillamente espectacular. La directora afro-canadiénse Stella Meghie hizo literalmente MARAVILLAS con el presupuesto y nos entrega una de las mejores películas románticas de los últimos tiempos. Hasta la banda sonora es excelente.
Ahora, hay que reconocer algo. La química que existe entre los dos protagonistas es inusualmente intensa. Hace mucho tiempo que yo, particularmente, no veía una pareja tan agradable en pantalla. Y es que estamos hablando de una química que no veía desde los tiempos de Tom Hanks y Meg Ryan, o de Julia Roberts y Richard Gere. En serio.
La película tiene unos diálogos concretos, sinceros y directos. Y las escenas son igualmente efectivas. La historia daba, quizás, para tener una explosión de emociones cerca de la parte final cuando se empiezan a develar las verdaderas intenciones de algunos personajes, pero en lugar de recurrir al viejo truco del espectáculo de las verduleras, el guión maneja el conflicto con un tacto impecable.
Y todos estos puntos positivos se conectan, como debe ser, a través del reconocimiento y respeto de la premisa, una pregunta existencial, sobre cómo preferimos vivir, favoreciendo la calidad, o quizás la cantidad. ¿Será necesario elegir?
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