¿Alguna vez te ha sucedido que estás despierto, pero por alguna razón no te puedes mover y por más esfuerzo que haces por intentar levantarte no puedes? A mí sí me ha pasado, unas dos o tres veces, y aunque la experiencia no es agradable, tampoco es aterradora como pretende hacernos creer el director Jeffrey Reddick. Creo que es más aterrador despertar y ver que el celular se apagó a mitad de la noche y por eso no funcionó el despertador.
Vienen por ti (Título original: Dead Awake) cuenta la historia de Kate (Jocelin Donahue), una trabajadora social que luego de haber perdido a su hermana gemela por un trastorno del sueño, decide investigar el origen del problema, encontrando en el camino que el enemigo que busca no está en el novio de su hermana (Jesse Bradford), o en la doctora que intentaba tratar su condición (Lori Petty), sino en una criatura que ataca en sueños. O sea, básicamente como Freddy Krueger.
La película es atroz. Y no sólo es que parece un proyecto mediocre de unos estudiantes de cine y televisión de una universidad pública, sino que la historia, pasando por la heroína y el ente antagonista, no generan ni empatía, ni miedo, ni nada de nada.
Quizá por momentos resulta entretenido ver a los protagonistas intentando no dormir, a pesar de estar muertos del sueño, pero fuera de eso, no hay mucho más que contar. Además, la historia del científico renegado que había advertido sobre el hecho y ahora lo toman por loco, además de estar mil veces repetida, en esta película solo agrega la también mil veces repetida falsa solución al problema. Definitivamente atroz, por donde se le quiera ver.
En resumen: Vienen por ti (Dead Awake) es una película que debió quedarse como un proyecto personal del director, y bien guardado en el fondo de un escritorio en un sótano olvidado, porque el solo hecho de que alguien más que él haya tenido que verla, es una afrenta imperdonable.