La verdad duele. Pero ¿preferimos vivir engañados?
Ayer salía de la universidad, luego de hacer un montón inmisericorde de vueltas, cuando decidí arriesgarme a llamar a alguien con quien tenía mucho tiempo de no hablar. Me contó que se había ofendido mucho por algo que yo le había dicho, le recordé que sólo le había dicho la verdad y me respondió que esa no era la forma de hacerlo, entonces le pregunté si acaso prefería que le dijera mentiras y entonces fue cuando ocurrió lo inesperado… luego se arrepintió de su respuesta, pero me dijo que SÍ, que era mejor una mentira piadosa que la verdad. Quedé asombrado porque en realidad en ese momento entendí que no está en la naturaleza de la humanidad aceptar la verdad.
No se si será que soy el ser más extraño del planeta, pero a diferencia de otros, a mi si me gusta que me digan la verdad. Y no sólo es porque la perspectiva ajena ayuda a superar nuestras debilidades, sino porque sólo de esa manera podemos ver al mundo tal cuál como es.
La mayoría, cuando eramos niños, vivíamos en un paraíso donde todo eran diversión, juegos y dulces, porque nuestros padres nos encerraban en una burbuja protectora donde nos escondían las verdades o las tergiversaban de tal manera que se convertían en pura y simple ilusión. Es así como creíamos que los regalos de navidad los traía el Niño Dios y no que papi y mami se endeudaban 18 meses para comprarnos la bicicleta, o los patines, o el balón de fútbol. Es así como nos decían que a la mascota se la había llevado para la finca de un familiar, cuando en realidad había contraído rabia y alguien lo había molido a palos. Y es así también como terminamos creyendo que si es verdad que es la cigüeña la que trae los bebes.
Crecemos en un mundo de mentiras y verdades a medias y aún así esperan que crezcamos para convertirnos en piezas útiles a la sociedad y no en lastres pesados como el 99,97% de los integrantes de nuestra podrida clase política. Algunos alegarían que decirle la verdad a un niño lo traumatizaría de por vida (ahora, según los piscologos los niños se traumatizan hasta por beber agua), pero yo creo que los más grandes traumas que tenemos los seres humanos provienen de los momentos en que la burbuja protectora que tejieron papi y mami empieza a romperse lentamente, y nos damos cuenta que el mundo no es sólo dulces, colores y globos, sino que también hay lágrimas, dolor y sangre por doquier.
¿Es por eso que nos gusta que nos lo pinten todo bonito cuando nos hablan? ¿Acaso queremos volver así sea por un instante efímero a ese mundo de mentiras? Al menos hasta donde puedo ver las cosas, diría que sí. Nos gusta que nuestros amigos, compañeros, familiares y hasta los desconocidos sean sinceros con nosotros, pero no nos gusta que sean francos.
¿Será cierto?
Pero ¿No es lo mismo sinceridad y franqueza? Lamentablemente no lo es. La sinceridad implica decir la verdad de tal manera que se le reste toda la importancia posible., mientras que la franqueza implica decir la verdad maximizando su trascendencia. Pero la sinceridad, tal y como está aquí es peligrosa, muy peligrosa. Me recuerda mucho un pasaje de «Cien Años de Soledad» en el que Fernanda del Carpio, sufriendo de un problema uterino, nunca recibe el tratamiento adecuado por su afán de usar eufemismo para referirse a las cosas como son. Escribe Gabo:
la tortuosa costumbre de no llamar las cosas por su nombre la llevó a poner lo anterior en lo posterior, y a sustituir lo parido por lo expulsado, y a cambiar flujos por ardores para que todo fuera menos vergonzoso.
Y precisamente esa manía de no decir las cosas como son le costó años y años de sufrimiento a Fernanda. Quizás el recibir la verdad directa y sin tapujos puede incomodar o hasta doler por un momento, pero a largo plazo es la mejor decisión. La verdad clara, precisa y detallada es la que nos libera, mientras que la dicha a medias nos encierra y nos vuelve esclavos de la ignorancia. Mucha razón tenía alguien muy sabio cuando dijo
¿Realmente es lógico pensar que Jesucristo nació el 25 de Diciembre?
En una época en que la gente apenas si recuerda que la navidad se trata de conmemorar el nacimiento de Jesucristo y no de salir a unirse al tumulto de gente en la calle a comprar o aprovechar los días libres para hartarse de ron, parecería irrelevante discutir si la fecha corresponde con el nacimiento de la figura religiosa más importante en el mundo occidental. Pero aún así. No se pierde nada con intentarlo y decir la verdad.
La primera prueba que desafía la fecha del 25 de diciembre como la fecha de nacimiento de Jesús es la lógica. Los evangelios de Lucas y Mateo señalan que este evento tuvo lugar durante un censo que efectuaron los romanos sobre estas provincias, que obligaba a los ciudadanos a trasladarse hasta su sitio de nacimiento. Judea era una provincia rebelde, donde los romanos tenían que usar la fuerza frecuentemente para cosas mucho menos complicadas como la recolección de impuestos, ahora imagínese usted que a los romanos se les ocurriera poner su dichoso censo al inicio del invierno. En aquella época no existían los buses con calefacción y la gente tenía que andar a pie, porque tener un burro en aquella época equivalía un Rolls Royce en la actualidad. Las temperatura en el desértico medio oriente en la noche bajan a menos de la temperatura de congelación para esas fecha y eso sumado a que las pocas lluvias que caen en la zona, caen en el invierno, usted se imaginará que las carreteras no eran precisamente una belleza. Los romanos hubiesen tenido que estar locos para obligar a los judíos a chupar frío y a aventurarse en lodazales de espanto nada más para contarlos.
El invierno en Israel es lluvioso y frío, un censo en esa época además de ser inefectivo al encarecerse el transporte, hubiese provocado más revueltas en una provincia rebelde.
La segunda prueba que desafía la dichosa fecha es un estudio concienzudo de los evangelios. Los evangelios señalan que Isabel, la prima de María y madre de Juan, el Bautista, tenía unos seis meses de embarazo para cuando Jesús fue concebido. Por tanto al conocer la fecha de nacimiento de Juan, el Bautista se puede conocer la fecha del nacimiento de Jesús. Lucas 1:5 dice «Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, de la clase de Abías» pues resulta y pasa que los sacerdotes de la clase de Abías tenían su servicio aproximadamente a mediados de junio y Zacarías estaba de servicio cuando supo que Isabel estaba embarazada. Sacando las cuentas, Juan, el Bautista nacería entonces en Marzo y como Jesús nació seis meses después, Septiembre sería el mes en que nació. El mes de Septiembre es una elección mucho más adecuada para que los romanos hagan censos, la temperatura oscila entre 18 y 30 grados y la precipitación se aproxima a cero.
¿Y entonces por qué se celebra el cumpleaños de Jesús para estas fechas? Por conveniencia, así como los católicos durante la conquista de México asociaron el culto a María con el culto a la diosa azteca de la fertilidad, así mismo Constantino, centurias antes, pensó que la mejor manera de popularizar el cristianismo era asociandolo con los cultos existentes, y el 25 de Diciembre era la fecha en que se celebraba la fiesta de Saturnalia en Roma, una fecha donde se celebraba el fin de las cosechas y el solsticio de invierno.
Muchas religiones optan por el solsticio de invierno como una fecha para celebrar.
Curiosamente los romanos no eran los únicos que tenían celebraciones para esa fecha, de hecho muchas civilizaciones en el hemisferio norte las tenían. No es casualidad que muchas religiones tengan esa fecha como una fecha especial.
Pero igual tal y como lo dice este tweet:
@SabaneroX no importa! lo importante es que la fecha que se inventaron esta perfecta para beber y recibir regalos #BenditoElLicor
la navidad ya no es una fiesta religiosa, sino una excusa para prolongar las vacaciones de fin de año y aprovechar las primas para comprar regalos y relajarse tomando licor. Si alguna vez fue el propósito de esta fechas recordar a Cristo, ya no lo es más. Pero igual estos días de descanso son sagrados a su propia manera, son los días indicados para descansar, estar con la familia y relajarse. Claro siempre con mucha precaución con el licor y sin pólvora.
P.D. Ese fue mi mensaje navideño. Nos vemos la próxima navidad.
La navidad ha mutado de una conmemoración del nacimiento de Cristo a una época comercial donde los comerciantes hacen su agosto.
A los que nacimos después de 1980 no nos fue tan mal en cuanto a castigos físicos se refiere, después de todo de todas las veces que pasamos por la acción correctora de alguno o ambos progenitores, casi siempre lo teníamos muy bien merecido. Comparados con lo que pasaron nuestros padres, o peor aún nuestros abuelos a nosotros nos fue bien.
Aunque parezca graciosa, esta imagen está mucho más cerca de la realidad de lo que muchos creen.
No hay sino que preguntarle a los ya marchitos ancianos que le dieron vida a nuestros padres, para darse cuenta que en sus épocas mozas, una mirada mal dirigida en contra de un papá o una mamá podía terminar fácilmente con una nariz rota, o un diente desprendido o con una cicatriz permanente en cualquier parte del cuerpo. Lo dicho, a nosotros nos fue bien.
Y sin embargo hay que reconocer que a medida que ha pasado el tiempo, las nuevas generaciones crecen con más antivalores que valores. La nuestra es a todas luces una generación perezosa, cínica, indiferente, soberbia e impuntual, a pesar de que, como ya lo dije, nuestros padres si se dieron el lujo de corregirnos.
Ahora, sí eso ha sucedido con nuestra generación ¿Podría usted imaginarse que sucederá con una generación de individuos cuyos padres no les dedican tiempo y que para compensar les dan todo lo que piden y no los enfrentan a ninguna clase de consecuencias? Sí, aquellos que nacieron cerca al año 2000, han tenido la fortuna (o la desventura) de contar con padres tan light que en lugar de corregirlos y castigarlos cuando cometen una acción impropia, los recompensan proporcionándoles cualquier pendejada que pidan.
Carlos Cárdenas es el típico resultada de una crianza deficiente, donde los padres no castigan a su hijos y tratan de sacarlos de cualquier problema.
Si de verdad quiere saber en que se convertirán esos que aún hoy son niños, preste atención al Caso Colmenares. Laura Moreno y Carlos Cárdenas son hijos de papi y mami, a los que les dieron todos los gustos y a los que nunca se les explicó el concepto elemental de que «todos los actos tienen consecuencias». La madre de Carlos Cárdenas es el epítome de las madres hoy en día. Luego de (supuestamente) enterarse de que su hijo había cometido un asesinato, en lugar de hacerlo pagar por lo que hizo, se dedicó a cubrile todos los pasos. (Supuestamente) Mandó a quitar todos los videos de las cámaras de seguridad del sector donde su hijo habría cometido el asesinato. Compró y/o amenazó a todos los compañeros de su hijo, asistentes a la fiesta (en Uniandes nadie habla del tema) y obstaculizó el proceder de la justicia, comprando forenses, fiscales, jueces y abogados para mantener a su hijo lejos de donde merece, en lo más profundo de una cárcel.
Pero la manera en que la señora madre de Carlos Cárdenas actuó a pesar de ser abominable, encuentra eco en cualquier madre «moderna». Usted le pregunta a cualquiera de ellas que opina al respecto y muy pocas dudarían en contestar que «harían exactamente lo mismo», porque, tal y como lo dijo Noemí Sanín en un debate «mi hijo es mi hijo». Por favor, a donde ha llegado la bajeza y la falta de valores. Una madre que en verdad ame a su hijo lo hace pagar por lo que hizo, en lugar de dejar que vague libre por el mundo haciendo daño y asesinando gente, que es lo que el joven Cárdenas y su selecto grupo de amigos ha hecho.
Ahora, lo realmente preocupante es que los jóvenes entre 0 y 16 años hoy en día se crían de la misma manera en que se crío el señor Cárdenas, y no precisamente por el estrato. Ya hemos visto que los casos de bullying y de suicidios en las escuelas por fuera de toda proporción, peleas de niños que terminan en tragedia, niños que antes de los 15 años ya están siendo procesados por delitos atroces y los padres y madres diciendo a diestra y siniestra que sus hijos son inocentes, que no creen, que es un error, que es una mentira.
No quiero ni imaginar que sucederá cuando ya dicha generación tenga poder de voz y voto en nuestro país. Millones de sociópatas que no saben reconocer el bien del mal, porque sus padres, con pleno apoyo del Bienestar Familiar y su grupo de psicólogos baratos, nunca les enseñaron que sus actos tienen consecuencias y que las cosas hay que ganárselas con esfuerzo, saldrán a decidir el destino de nuestro país.
Que Dios nos ampare y nos proteja de ese monstruo aún latente que hemos ayudado a crear y que tarde o temprano nos terminará devorando. Y todavía queremos criticar al diputado del Tolima, Orlando Ibagón, por golpear a su hija por cometer fraude. ¿Se imaginan lo poderosa que se debe sentir esa niña? Luego de cometer un acto criminal, no sólo castigaron a su padre, por atreverse a corregirla, sino que todos los medios de comunicación se pusieron de su parte, como si fuera alguna santa. No me sorprendería que en los próximos años, la misma niña apareciera en algún titular en eso mismos medios, implicada en alguna estafa, pirámide y/o, no lo quiera Dios, un asesinato, al estilo Colmenares.
Las campañas mentirosas del ICBF, apoyan la idea de que un niño sin castigos es el ideal. Sólo los niños disciplinados son exitosos, está comprobado. Sino vaya a China o Japón.
Por eso, antes de tener hijos las preguntas que debe usted hacerse es a?¿Tiene tiempo y dinero para criar un hijo? y b)¿Está dispuesto a castigar y corregir a su hijo para que no se convierta en un sociópata que dejaría a Dexter en pañales? y c)¿Está dispuesto a mandar a la mierda todo lo que diga cualquier empleado del Bienestar Familiar?. Si su respuesta a dichas preguntas es «sí», usted está listo para tener hijos.
Si hay algo en lo que el ser humano se ha destacado a través de los tiempos es su infinita creatividad, y teniendo en cuenta que el sexo es precisamente una de las actividades favoritas de los seres humanos no es sorprendente la amplia variedad de técnicas, posturas y prácticas que hay en este campo.
Una de las prácticas que llama de vez en cuando la atención en las búsquedas en Google es la llamada «Lluvia Japonesa» mencionada en un episodio de de «Two And A Half Men» y teniendo en cuenta que era algo que el mismísimo Charlie Harper (Charlie Sheen) desconocía, hay que suponer que es algo realmente pervertido.
La lluvia japonesa es como la versión femenina de la eyaculación facial masculina. Si, es cuando un hombre eyacula en el rostro de su compañera sexual. «Pero si las mujeres no eyaculan» dirán algunos, corrección «No todas las mujeres eyaculan».
De acuerdo con Wikipedia entre el 35 y el 50% de las mujeres expulsan fluido durante el orgasmo, aunque hay desacuerdos puesto que un porcentaje más pequeño de hecho expulsa dichos líquidos a presión. Y aunque es un hecho científicamente comprobado, lo que no está comprobado es de donde viene dicho líquido ni mucho menos cuál es su función.
Algunos dicen que eso que llaman eyaculación femenina no es más que una versión cachonda del simple acto de orinar, pero otros afirman que es una respuesta fisiológica a la excitación relacionado con algo llamado «Glandulas de Skene». El hecho que un buen porcentaje de las mujeres carece de dichas glándulas explicaría, al parecer, el hecho de que no todas las mujeres eyaculen.
Bueno, ya se sabe que es la lluvia, pero ¿Por qué es japonesa? Pues, aunque es difícil de creer, en Japón hubo un tiempo que estaba prohibido mostrar las partes intimas explícitamente en las películas pornográficas. No, no es una broma. De hecho los japoneses se volvieron una cuchilla para adpatarse a esta regla y se volvieron maestros en hacer de la cara el centro del acto sexual, sí, mediante la eyaculación facial masculina y sí, mediante la eyaculación facial femenina que es lo que se conoce como lluvia japonesa.
Ahora bien, el término como tal no está ampliamente extendido, quizás era un término underground que curiosamente se utilizó en ese capítulo de «two and half men» y de ahí, por cuenta de la tremenda popularidad de la serie en ese entonces, todo el mundo empezó a buscar dichas palabritas.
Todo esto nos deja en claro que en cuanto a las prácticas sexuales, no todo está dicho y que la creatividad del ser humano en cuanto al sexo y la forma de referirse a él, es infinita.
Los hijos de madres chinas son excelentes en tocar un instrumento complicado y en matemáticas.
Mucha gente se pregunta como los chinos logran criar niños tan exitosos. Se preguntan que es lo que hacen estos padres para producir tantos genios matemáticos y prodigios musicales, si acaso es un factor que viene de la familia o si ellos podrían hacerlo también. Pues, lo que les puedo decir es que yo lo he logrado. He aquí algunas de las cosas que nunca permití que mis hijas Sophia y Louisa hicieran:
*Ir a dormir a otra parte (pijamadas)
*Jugar con otros niños
*Estar en una obra escolar
*Quejarse por no estar en una obra escolar
*Ver televisión o jugar en la computador (o con videojuegos)
*Escoger sus propias actividades extracurriculares
*Obtener notas inferiores a un 10
*No ser el mejor estudiante en cada asignatura a excepción de deportes y drama
*Tocar un instrumento diferente al piano o el violín
*No tocar el piano o el violín
Estoy utilizando a la ligera el término «Madres En China» . Conozco algunos padres de Corea, India, Jamaica, Irlanda y Ghana que también califican. También ocurre lo contrario, conozco algunas madres de descendencia china, la mayoría nacidas en Occidente, que no son «Madres Chinas». También estoy utilizando a la ligera el termino «Padres Occidentales». Los Padres Occidentales vienen en todas las variedades.
Pero con todo esto en mente, incluso cuando los padres occidentales creen que son estrictos, ni siquiera se acercan a ser «Madres Chinas». Por ejemplo, mis amigos occidentales que se consideran estrictos, hacen que sus hijos practiquen sus instrumentos media hora al día o una hora cuando mucho. Para una madre china, la primera hora es la parte fácil. Las horas realmente duras son la segunda y la tercera.
Con el fin de descansar y evitar trabajar con sus hijos, muchos padres los vuelven adictos a la TV o el Internet.
A pesar de nuestros remilgos sobre los estereotipos culturales, hay cientos de estudios que muestran claras diferencias cuantificables entre los chinos y los occidentales cuando se trata de ser padres. En un estudio realizado con 50 madres estadounidenses occidentales y 48 madres inmigrantes chinas, casi el 70% de las madres occidentales dijeron que «presionar a los niños para alcanzar el éxito académico no es bueno» o que «los padres deben cultivar en los niños la idea de que el estudio es divertido». En contraste, cerca del 0% de las madres chinas dijeron algo parecido, o sea ninguna. En cambio la gran mayoría de las madres chinas dijeron que ellos «creían que sus hijos podían ser mejores estudiantes» y que «los logros académicos reflejan una buena crianza» y que si los niños «no eran excelentes en la escuela», entonces «había un problema y los padres no estaban haciendo bien su trabajo». Otros estudios indican que los padres chinos, cuando se les compara con los padres occidentales, pasan aproximadamente diez veces más tiempo cada día realizando actividades académicas con sus hijos. Los niños occidentales, al contrario, suelen participar en actividades deportivas.
Lo que los padres chinos entienden es que nada es divertido hasta que eres bueno en ello. Para ser bueno en cualquier cosa, tienes que esforzarte y trabajar, y los niños por si solos nunca quieren trabajar, por lo cual es crucial dominar sus preferencias. Con frecuencia esto requiere fortaleza de parte de los padres, porque los niños tienden a resistirse; las cosas siempre son más difíciles al principio, que es cuando los padres occidentales suelen rendirse. Pero la estrategia china produce un circulo virtuoso cuando se aplica apropiadamente. La práctica intensa (práctica, práctica, práctica) es crucial para lograr la excelencia, la repetición como rutina es muy subestimada en los Estados Unidos. Una vez los niños empiezan a destacarse en algo, ya sea en matemáticas, piano, fútbol o ballet, o reciben reconocimiento, admiración o satisfacción por ello, empieza a construir confianza y hace que una actividad que antes no era divertida, en un entretenimiento. Esto, a su vez, hace más fácil para los padres hacer que los niños trabajen aún más.
Los padres chinos pueden salirse con la suya en aspectos que los padres occidentales ni siquiera sueñan. Una vez cuando era joven (o quizás más de una vez) cuando me atreví a ser extremadamente irrespetuoso con mi madre, mi padre lleno de furia me llamó «basura» en nuestro dialecto Hokkien nativo. Funcionó de maravilla. Me sentí terrible y profundamente avergonzado de lo que había hecho. Pero no dañó mi autoestima o algo por el estilo. Sabía exactamente las altas expectativas que él tenía de mi. Yo realmente no creía que yo no valiera nada o que en realidad fuera un pedazo de basura.
La excelencia no depende de la genética, sino del trabajo duro.
Ya en mi vida adulta, una vez hizo lo mismo con Sophia, llamandola basura en inglés, cuando se comportó muy irrespetuosa conmigo. Cuando mencioné lo que había hecho en una cena con amigos, me rechazaron inmediatamente. Una invitada llamada Marcy estaba tan perturbada que se soltó en llanto y tuvo que irse temprano. Mi amiga Susan, la anfitriona, trató de rehabilitarme con los invitados restantes.
El hecho es que los padres chinos pueden hacer cosas que podría parecer inimaginables (y hasta ilegales) para los occidentales. Las madres chinas pueden decirle a sus hijas «Oye, gorda, pierde algo de peso». En contraste, los padres occidentales tiene que darle vueltas al asunto y hablar en terminos de salud y nunca mencionar una mala palabra y aún así sus hijos terminan en terapia por desordenes alimenticios y una imagen negativa de si mismos. (Una vez escuché a un padre occidental llamar a su hija «hermosa e increíblemente competente», ella luego me dijo que aquello la hacía sentir como una basura).
Los padres chinos puede ordenar a sus hijos que se ajuicien. Los padres occidentales solo pueden pedirle a sus hijos que hagan lo mejor que puedan. Los padres chinos pueden decir «Eres un flojo, todos tus compañeros de clase van por encima de ti». En contraste, los padres occidentales tienen que lidiar con sus propios conflictos internos sobre alcanzar sus objetivos y tratar de convencerse que no están decepcionados por como han resultados sus hijos.
He pensado mucho sobre las razones por las cuales los padres chinos siempre se salen con la suya en lo que hacen y creo que hay tres diferencias fundamentales entre la mentalidad paternal de los chinos y los occidentales.
Primero, he notado que los padres occidentales son demasiado delicados acerca de la autoestima de sus hijos. Se preocupan por como se sentirán sus hijos si fracasan en algo y tratan constantemente de tranquilizar a su hijos diciéndoles cuan buenos son a pesar de su desempeño mediocre en un examen o en un recital. En otras palabras, los padres occidentales se preocupan por la psique de sus hijos, los padres chinos, no. Ellos asumen que sus hijos son fuertes, no debiles, y como resultado se comportan de manera muy diferente.
Por ejemplo, si un niño llega a casa con un 8 en una evaluación, un padre occidental felicitaría al niño. La madre chino saltaría de horror y preguntaría que fue lo que salió mal. Si el niño llega a casa con un 7 en la evaluación, algunos padres occidentales aún felicitarían al niño. Otros padres occidentales se sentarían con sus hijos y les expresarían su desaprobación, pero tendrían mucho cuidado de no sentir a sus hijos insuficientes o inseguros y no llamarían a sus hijos «estúpido», «inútil» o «una desgracia». En privado, los padres occidentales, podrían preocuparse por que a sus hijos no les está yendo bien en los exámenes, si es que tienen aptitud en la asignatura o si hay algo mal con el currículo y posiblemente con la escuela. Si las notas del niño no mejoran, ellos podría organizar una reunión con el rector para desafiar la manera como la asignatura está siendo enseñada o para poner en tela de juicio el trabajo del maestro.
Si un niño chino obtiene un 6, lo cual nunca sucederá, primero habría gritos y una explosión de desgarraduras de cabello y vestiduras. La madre china devastada obtendría docenas, tal vez cientos de exámenes de práctica, para trabajar con el niño en ellos hasta que logre obtener un 9 o un 10.
Los padres chinos exigen notas perfectas porque creen que sus hijos pueden obtenerlas. Si su hijo no las obtienen, los padres chinos asumen que es porque el niño no trabajó lo suficiente Por eso la solución al desempeño mediocre siempre es irritar, castigar y avergonzar al niño. El padre chino cree que sus hijos van a ser lo suficientemente fuertes para aceptar la vergüenza y mejorar a partir de ella (Y cuando los niños chinos logran la excelencia, hay mucho ego paternal inflado desparramado en la privacidad del hogar).
En segundo lugar, los padres chinos creen que sus hijos les deben todo. La razón de esto es un tanto confusa, pero probablemente sea una combinación de piedad filial del Confucionismo y el hecho de que los padres han sacrificado y hecho mucho por sus hijos. (Y es cierto, las madres chinas libran una guerra, pasando horas agotadoras enseñando a su hijos personalmente, entrenándolos, interrogándolos y espiándolos). De cualquier manera, la idea es que los niños chinos deben pasar el resto de sus vidas, tratando de pagarle a sus padres, obedeciendo y haciéndolos sentir orgullosos.
Por otro lado, no creo que la mayoría de padres occidentales tenga la misma visión de los hijos en permanente deuda con sus padres. Algunos tienen la visión contraria. Argumentos como «Los niños no eligen a sus padres» o «Ellos no pidieron nacer» suelen surgir. Esto es un concepto terrible para los padres occidentales.
"Para ser el mejor, debes sufrir lo indecible." Es una lógica de la educación china, en nuestro país como en otros del mundo la protección desmedida de los hijos causa mucho más daño.
Tercero, los padres chinos creen saber exactamente que es lo que le conviene a sus hijos y por tanto pasan por encima de los deseos propios de los niños y sus preferencias. Por eso las niñas chinas no pueden tener novios mientras estén en el colegio y por qué los niños chinos no pueden ir a acampar. También es por eso que ningún niño chino se atrevería a decirle a su madre «Tengo un papel en la obra de teatro del colegio, soy el Pueblerino Número 6, tengo que quedarme después de la escuela para ensayar todos los días de 3 a 7 and también necesitare que me lleven los fines de semana» El cielo ayude a cualquier niño chino que se atreva a decir eso.
No me malentiendan, no es que los padres chinos no les importen sus hijos. Es todo lo contrario. Ellos sacrificarían cualquier cosa por sus hijos. Es solo un modelo paternal completamente diferente.
Los padres occidentales tratan de respetar la individualidad de sus hijos, animándolos a perseguir sus verdaderas pasiones, apoyando sus elecciones y proporcionales un ambiente de completo apoyo. En contraste, los chinos creen que la mejor manera de proteger a sus hijos es preparándolos para el futuro, haciéndoles ver de lo que son capaces y armándolos con habilidades, hábitos de trabajo y confianza interna que nadie podrá quitarles.