¿Qué es la vida? ¿Qué es la muerte? ¿Qué pasa luego de la muerte? ¿Cuál es nuestro propósito en la vida? Tantas preguntas que nos hemos formulado desde que hemos tenido conciencia que nuestro tiempo en este planeta es limitado y buscando la remota esperanza que luego que dejemos de respirar exista algo más, algo más que putrefacción y destrucción, nos hemos aferrado a alguna de los cientos de miles de creencias que proliferan en el mundo.
¿Qué es el miedo a morir? ¿Es acaso el miedo a la muerte lo que sentimos o es más bien el miedo a dejar de vivir? Podrías imaginar que no hay cosa más aterradora que enfrentarse a la posibilidad de cesar de existir ¿Acaso la vida es tan bella, justa y armoniosa que nos destruye tan sólo la idea de que va a acabar? No debe ser eso ¿Es el dolor? Si, el dolor, todo lo relacionado con la vida y la muerte y el miedo a morir se resume en el miedo al dolor.
Sufrimos a diario, el dolor es parte de nuestra vida, físico o emocional ¿Qué pasa con la muerte? Sentimos miedo de morir porque la muerte es sinónimo de dolor, dolor en el que muere, dolor en los que lo rodean, dolor al ver que hubo tantas cosas que se dejaron de hacer por cobardía, por miedo, por las injusticias?
Vida.
Aprender a vivir con el dolor, suena imposible, aprender a tolerarlo, aún más … Pero ¿Cuales son en realidad las opciones? Si hemos aprendido a vivir con dolor, en pequeñas dosis, en pequeñas cantidades ¿Es imposible tolerar lo peor? ¿Es imposible asimilar todo y seguir adelante? ¿Es posible escapar de los brazos de la muerte sólo asimilando el dolor? Y la pregunta más importante ¿Que tanto perdemos cuando aprendemos a superar el dolor?
Ese día madrugamos bastante. Mi hermana y mi mamá me habrían de acompañar a Montería ese día. Debería ser aquel día el fin de un sufrimiento indecible que comenzó el primero de Julio de 2003 (01/07/03) una fecha que no voy a olvidar. Esa mañana me levanté normalmente, salí al baño y luego de orinar empecé a sentir un dolor espantoso en la parte baja de la espalda, a la izquierda. Pensé que sería algo pasajero, que tal vez había dormido mal y otras mil pendejadas cruzaron mi mente en ese momento. Es en serio, el dolor te pone a trabajar el cerebro y por lo general te pone a pensar muchas pendejadas.
En esa ocasión, una inyección de Buscapina fue suficiente para calmar el dolor. Luego vino los procedimientos de rutina, ir al especialista pero los rayos X no revelaron nada, así que me dijeron que a lo mejor era sólo «arenilla» y no «Cálculos», como los que muchos dentro de mi familia sufren.
El Dolor es Intolerable
Entre 2003 y 2007 cuando terminé mi carrera, mi día comenzaba con un desayuno que incluía leche, queso y café instantáneo, por lo general a medio día, repetíamos el queso y cómo en aquella época cocinaba mi hermana que mucha experiencia no tenía, en más de una ocasión consumí comidas que incluían demasiada sal. Por otro lado, era muy poca el agua que consumía y para colmo, los líquidos que consumía eran en su mayoría diuréticos como el café y las gaseosas. Es decir pasaba todo el día deshidratado. En mi afan por cumplir con mis obligaciones descuidaba mucho mi salud, debo decir. Incluso, para evitar las complicaciones y el fastidio de estarme sonando la nariz cuando tenía gripa, la opción que me parecía correcta era sencillamente no tomar agua, así me deshidrataba y no había necesidad de estarme sonando la nariz a a cada rato. Una pésima idea también.
Todo eso finalmente me cobró factura, en 2007 empezaron los cólicos renales nuevamente, empezaron gradualmente, al principio me dolía poco y se me pasaba en cuestión de horas, y no se repetía mucho. Pero a medida que transcurrían los meses, no sólo aumentaba la frecuencia, sino la intensidad y lo peor era que los dolores no cesaban como antes, se prolongaban. La Buscapina que un principio había funcionado, no me hacía efecto, para 2009 las cosas estaba muy mal. La EPS había ordenado una Litotricia en Barranquilla, esa vez mi mamá también me acompañó. El Lunes de Pascua de 2009. Pero el cálculo no se veía en las placas que tomaron los médicos que concluyeron que no había nada que hacer. En realidad el cálculo no se veía porque estaba detrás del hueso iliaco. La pesadilla no terminó. Además del dolor extremo que sentía cuando se presentaban las crisis que me mandaban a emergencias a cualquier hora, era sumamente doloroso ver a mi mamá que se trasnochaba conmigo. En Septiembre de 2009 la situación era insostenible, en ese mes tuvieron que hospitalizarme porque el dolor tardó dos días en ceder y para colmo de males, en la mano que tenía canalizada se me hinchó por causa de la flebitis. Recuerdo que en esa ocasión me pusieron con un señor que se había caído de un techo y se había fracturado una pierna.
Los riñones sufren mucho daño cuando hay obstrucción, como la tenía yo y como se ve en esta radiografía.
¿Y la EPS? Para conocimiento de todos era Humanavivir, y era tan ineficiente y la atención era tan mala que además de que había que hacer filas larguísimas para que me atendieran, había que esperar ordenes para todo. Cómo el cálculo no se vería en unos rayos x normales, había que pedir el medio de contraste, y cuando por fin había el medio de contraste, y me hacían las radiografías, las citas demoraban hasta dos meses con el especialista y cuando veía las placas, me enviaba de nuevo para la EPS para la orden y nunca había contrato. Y cuando por milagro había, todos los examenes, radiografías y consultas anteriores eran inútiles.
Realmente yo estaba resignado, no quería luchar más ni aguantarme semejante calvario espantoso. Gracias a Dios, mi papá decidió que esperar a la EPS sería una estupidez y gastó en mi, lo que debió gastar en cada uno de los semestres de universidad en la carrera que yo sí quería estudiar, el pagó el procedimiento, una Ureterolitotomia Laparoscópica, con Cateter Doble J, que consiste en introducir una sonda por la uretra, luego la vejiga, hasta el ureter y desintegrar la piedra que se haya dentro.
Mi mamá, mi hermana y yo, salimos de Sincelejo a las 5 de la mañana, llegamos allá a las 7, un poco temprano y a las 9:10 estaba ingresando. Me quedé solamente con una de esas batas de hospital, me aplicaron una inyección en la espalda y todo debajo de la cintura se me empezó a dormir. No veía nada. Sólo sentía como unos golpes. El procedimiento en sí tardó apenas unos veinte o treinta minutos, luego me dejaron en observación un rato, con una sonda que luego me retiraron.
El viaje de regreso fue con mucho, incomodo, algo andaba mal y no era solamente que tuviese las piernas aún dormidas y todo eso, algo andaba mal, no me sentía bien. Cuando fuí al baño a orinar, vi la razón, era sangre y en medio de la sangre, estaban los pedazos de la piedra que me estaba asesinando lenta y dolorosamente. Unos días después alcancé a botar el último pedazo, creo que porque no hubo catéter doble J, luego del último cólico. Lo peor había pasado.