
Cada vez me convenzo más, a medida que interactuo con usuarios de Linux, que NUNCA van a poder desbancar a los omnipresentes sistemas operativos de escritorio de Microsoft, Windows, y ni siquiera van a tocarle un pelo a un competidor que tienen más cerca: las Mac.
Haciendo la claridad, que si bien Android es un sistema operativo basado en Linux, la gran y enorme diferencia es que a Android sólo Google le mete la mano, y es Google quien lanza las versiones, y es Google el que decide que aplicaciones caen en el Android Market, y Google ha hecho todo el esfuerzo para que Android sea un sistema operativo para móviles que no tenga que cargar con eso de que es «basado» en Linux.
Cuando alguien que ya utiliza algún distribución de Linux, de la gama casi infinita que hay (hay tantas que parece que hay más distribuciones que usuarios) la vende como la octava maravilla del mundo, después de todo es gratis, legal y la puedes modificar a tu gusto y hacer tantas cosas como te gusten y así empiezan a parlotear de manera parecida a cuando un fanático religioso te quiere vender su versión de los evangelios para llegar a la salvación.
Incluso hablan de que hasta las muelas las calzan con Linux, que aunque puede ser cierto, el sistema operativo que me interesa que funcione es el de mi equipo de computo, ya sea de escritorio o portátil.
Pero lo que no dicen es que detrás de esa mascara bonita, del software libre y de la filosofía de la que tanto alardean, hay un lado oscuro que ha hecho, hace y hará que los pocos usuarios del común que se atreven a entrar, terminen aburriendose y salir despavoridos una vez conocen ese lado oscuro, que intentan ocultar con una cortina de humo de filosofía y cultura, que en realidad no es tal sino que muta en una especie de monstruoso fervor religioso.
Empecemos con los problemas que tienen con el hardware; el problema que surge es que los fabricantes de Hardware no tratan, ni más faltaba de adaptarse a Linux, es Linux es el que tiene que adaptarse a ellos, y por eso siempre hay un periodo de espera entre un hardware recién lanzado y el momento en que una distribución de Linux lo pueda reconocer, y no son raras las historias que hasta en equipos no tan nuevos, algunas distribuciones tienen problemas serios para reconocer estos equipos y entonces hay que salir corriendo a instalar Windows para que esa platica no se pierda.
Otra cosa que no dicen es lo referente a las aplicaciones, el software con el que el usuario de Linux debe trabajar, si es cierto, hay tantas aplicaciones (tal vez hasta haya más aplicaciones que usuarios, jajaja no mentiras) que cubren un gran porcentaje de las necesidades informáticas de un usuario. Pero cuando estas aplicaciones se comparan con las más utilizadas en el mercado, dejan muchísimo que desear y la palabra que pasa enseguida por la mente es: mediocridad, se ven como aplicaciones sin terminar, toscas y crudas. Incluso si estas aplicaciones fueran perfectamente agradables a la vista, siempre habría que tomar como referencia el líder del mercado, como lo es Photoshop en edición fotográfica y AUTOCAD en dibujo, sólo hay que ver el ejemplo de Mac, cuya interfaz es sin duda mucho más agradable, pero que nunca ha podido superar a Windows en la predilección de los usuarios.
Otros, que saben mucho más sobre Linux que yo tienen mucho que decir sobre la configuración y sobre la personalización de la que tanta alharaca hacen los fánaticos usuarios de Linux.
Pero aunque las distros de Linux fueran sistemas operativos perfectos (sino vea la cantidad de bugs de una sóla de sus distribuciones: Ubuntu) lo que termina de embarrar es su comunidad. No hablo por todos, claro está, pero son aquellos que tratan a Linux como una religión, como un estilo de vida, los que nunca permitirán que Linux se popularice. Ellos saben y se resisten a que el mundo se abra a ellos, sencillamente ya dejarían de ser diferentes. Ellos intentan convencer a sus amigos, vecinos y a todo el que pueden de que utilicen una distro de Linux y cuando ya el cliente está en el agua, lo dejan que se lo coman los tiburones.
No es sino ver como tratan a los usuarios que se atreven a preguntar o a comentar algo que deje mal parado a Linux, porque se alzan como una horda enardecida, de los tiempos de la Inquisición vociferando groserías y tratando a propios y extraños de tontos, estúpidos, creyendo que son mejores que los demás solo porque saben usar el terminal, o saben compilar y en lugar de ayudar con paciencia, lo único que hacen es insultar a diestra y siniestra.
La diferencia entre Linux y Windows, más allá del plano del software es que Microsoft visionó a Windows como un producto global, tratando de que cualquier usuario lo pudiera utilizar, mientras que las distros de Linux son nichos, siendo que Ubuntu, la distro más utilizada es para usuarios de Linux que extrañan a Windows, y eso dicho por los usuarios de otras distros de Linux, no por mi.
Creo que es hora de que la comunidad de Linux piense bien que es lo que quieren, si desean derrotar a Windows, unificando criterios y especializando sus aplicaciones y sobre todo depurando a los miembros que espantan a los nuevos usuarios, o si se quedará por siempre en limbo de los sistemas operativos, como una secta escondida en el fondo de la tabla de todas las estadísticas.