Uno de los personajes más enigmáticos de Maldita (Cursed, en su título original) es el Monje que Llora. Interpretado por el actor Daniel Sharman, quien interpretó a Isaac Lahey en la serie Teen Wolf, y a Lorenzo di Medici en la serie Medici, es la principal arma de los Paladines Rojos, en contra de los Inefables.
Los Paladines Rojos son una orden cristiana radical, para quien las religiones nativas de las islas británicas están relacionadas con el demonio, cruzada encabezada por el Padre Carden. La serie nos cuenta que el Monje que Llora era un huérfano que Carden crió bajo estrictas reglas y enseñanzas religiosas.
Ahora, la razón por la que recibe ese apodo, el nombre que llora, tiene que ver con las marcas que tiene debajo de sus ojos, que parecen unas lágrimas negras. El Monje tiene la capacidad de detectar inefables. Las sorpresa, es todo lo que sigue después. Si no ha terminado de ver la serie, le advierto, a continuación hay avances de la trama.
Resulta, pasa y acontence, que la habilidad que tiene el Monje que Llora tiene que ver con el hecho de que en realidad es un Inefable, y que fue tomado de su pueblo original y criado por Carden para aprovechar su habilidad y destruir a su propio pueblo. Pero aún más sorprendente es el hecho de que al final de la serie se revela que el nombre de El Monje que Llora es nada más y nada menos que Lancelot, otra figura de la Leyenda del Rey Arturo.
Mi problema con «Una Noche En El Museo 3, El Secreto De La Tumba» empezó mucho antes de siquiera poner un pie en la sala de cine y el problema tiene nombre y apellido: Ben Stiller.
Afiche promocional de Una Noche En El Museo 3.
Quizás porque asocio a Stiller con otro comediante judío, famoso por hacer películas mediocres como lo es Adam Sandler, o quizás porque después de la última película en la que lo vi protagonizando me quedaron muchas dudas de su trabajo, o quizás simplemente porque el tipo me cae mal, siempre lo pienso más de dos veces antes de arriesgarme a pasar más de una hora viéndole la jeta.
Y es que incluso con el plus de que era el último trabajo de Robin Williams, la idea de pagar por ver a Ben Stiller haciendo el papel de tonto humillado que siempre interpreta, resultaba aterradora. Sin embargo, debido a que la oferta de películas en mi lugar de residencia en este inicio de año ha sido, por decirlo en el menor número de palabras posibles, bastante limitada, resultó imposible evitarla.
«Una Noche En El Museo 3, El Secreto De La Tumba» es la tercera y (al parecer) última entrega de la franquicia de la Noche En El Museo, dirigida por (¡oh sorpresa!) el director de origen judío Shawn Levy. En esta ocasión, Larry Daley (Stiller) ha decidido convertir la magia del museo en un educativo y lucrativo espectáculo de entretenimiento, que al principio funciona a las mil maravillas, pero que luego fracasa rotundamente cuando la tabla mágica que permite a las atracciones del Museo de Historia Natural de Nueva York cobrar vida por la noche, empieza a corroerse sin explicación alguna.
Viendo como se empiezan a extinguir las vidas de los que ahora considera sus mejores amigos, Larry decide ir hasta el Londres para encontrar una solución en el ala egipcia del Museo Británico donde se encuentran los padres de Ahkmenrah (Rami Malek), los únicos que conocen a ciencia cierta el secreto de la tabla. Para esto, Larry contará con la ayuda de algunas de las atracciones del museo de Nueva York, como Theodore Roosvelt (Robin Williams), Jed (Owen Wilson), Octavio (Steve Coogan), Atila (Patrick Gallagher) y de su propio hijo Nicky (Skyler Gisondo), pero cuando las atracciones del Museo Británico despierten, la tarea será mucho más difícil de lo esperado.
Lo primero que hay que decir sobre esta cinta es lo bien escrita que está. A pesar de tener que lidiar con un elevado número de personajes, todos interpretados por actores de buen nivel de reconocimiento, el guión logra entregarle a cada uno su propia travesía dentro de la película y encima de eso, proporcionándoles a cada uno un cierre apropiado, luego de tres entregas.
Resulta sumamente interesante, además de irónico, que una película protagonizada por Ben Stiller cuente con ese ingrediente esencial que al cine en una experiencia única, mismo ingrediente que por más que lo pienso es el que le hizo falta a Interstellarpara arrasar con las críticas y los premios que tanto merecía y ese ingrediente es catarsis.
Mientras que Interstellar no logró que el público se identificara emocionalmente con sus personajes, sin importar que tan buenas hayan sido las actuaciones, Una Noche En El Museo 3, a pesar de que sus actuaciones no fueron especialmente brillantes (sobre todo la de Rebel Wilson), sí logró que el público se conectara con sus personajes logrando al final ese momento de cierre emocional que hizo que valiera la pena comprar la entrada. Nada mal para el último trabajo del prolífico Robin Williams.
Una gran conclusión para una franquicia demasiado ambiciosa para su premisa.
P.D. Mucha atención a Sir Lancelot y a Laa 😀 (¡Ah y a Hugh Jackman!)