Rendirse o luchar. Es en la contradicción de esos términos que se resume el mensaje central de la más reciente película de Jaume Collet-Serra, titulada Miedo Profundo (Título original: The Shallows).
Para los que no tienen ni idea quien es el señor Collet-Serra, es nada más y nada menos que el director de La huérfana, y de Sin Escalas, y que es conocido por adicionar ciertos elementos especiales a películas que de otro modo hubiesen sido un total fiasco. Pero al parecer con The Shallows, Collet-Serra decidió que ya era hora de dejar atrás los dictados de Hollywood y trabajar con un estilo más propio.
La diversidad cultural de Colombia es inmensa ¿Trabaja para nosotros esa diversidad?
Últimamente me ha llamado mucho la atención un hashtag, de los muchos que suelen aparecer en el enrevesado océano de ideas e información que constituye a Twitter. La etiqueta llama la atención pues trata de describir la forma de ser de los residentes de una de nuestras ciudades colombianas. De entre toda la confusión que significa un hashtag popular en Twitter, rescaté uno que decía «Soy primero [inserte gentilicio de la ciudad] que Colombiano».
Resulta bastante sugestivo que la mayoría de Colombianos no nos identifiquemos inicialmente como ciudadanos de este país, sino como oriundos de cada una de nuestras regiones y/o ciudades, y luego, si acaso, portemos la etiqueta que nos confiere primero el registro civil cuando nacemos y luego la cédula de ciudadanía cuando cumplimos la mayoría de edad. Y es que nuestro país, no está compuesto en sí por el «Pueblo Colombiano», cosa que en realidad no existe, sino que está fundado en los múltiples y diversos pueblos que han dejado 500 años de mestizaje, colonización y la difícil geografía nacional.
Yo personalmente (y pido excusas por la mención personal) pienso que soy «Caribe», antes que «Colombiano», aunque duela decirlo y es el pensamiento de la mayoría de nuestros compatriotas, no solo los Caribes, sino los Paisas, los Rolos, los Santandereanos, los Llaneros…y la lista sigue. Las montañas, selvas, valles, llanuras, ríos y mares que constituyen el enmarañado relieve de nuestro país han logrado una superpoblación de culturas, dialectos, y hasta filosofías de vida dentro de un espacio vital bastante reducido, comparable apenas a las mejores épocas de la Unión Sovietica, la que por cierto, durante mucho tiempo gozó del epíteto de «Carcel de Pueblos».
Nuestro país no es una «Carcel» de Pueblos, al menos tenemos la libertad de viajar a mucho países donde ya no nos piden la visa, pero no deja de ser alarmante la falta de cohesión en la que vivimos los nacionales de este país, los unos con los otros. No digo que la diversidad cultural sea algo malo, que debería eliminarse en favor de la uniformidad. No, de lo que hablo es de la congruencia de objetivos nacionales. Un país durante su formación por lo general se enfrenta a una serie de procesos que lo orientan a un norte común, dichos procesos generalmente se traducen en forma de amenazas externas, o tragedias colectivas, luego de las cuales la unión del país es un tema de supervivencia nacional. No es sino recordar que luego de la segunda guerra mundial, los pueblos de Alemania y Japón, destruidos como estaban, encontraron la fuerza necesaria para sacar adelante a sus naciones, y lo lograron mediante el esfuerzo mancomunado y el trabajo en equipo.
Colombia, Siempre habrá esperanza de un futuro mejor.
No hemos tenido en Colombia un evento de semejante talla, pues si acaso hemos tenido guerras externas (la única que tenemos nos desangra por dentro) y las que hemos tenido, como la del Perú están tan lejos de nuestros centros poblados que si acaso se habrán enterado nuestros abuelos de lo que sucedió con meses de posteridad. Pero si hemos dado visos de tener pensamientos conjuntos, sobre todo en lo referente a los grupos al margen de la ley. No es sino recordar por ejemplo la gran movilización contra las farc hace unos años, para darnos cuenta que en el fondo tenemos más en común de lo que creemos y que aunque no estemos cortados con la misma tijera como los Japoneses o los Islandeses, o los Hungaros, podemos transformar todo aquello que nos hace diferentes desde el Caribe, hasta el Pacífico, desde los Llanos, hasta Antioquia, desde los Santanderes, al Valle del Cauca, en una gran amalgama de cosas positivas, que pueden sacar adelante y de una vez por todas, a esta hermosa tierra que nos vio nacer.