Hace unos minutos me levanté y lo primero que hice fue mirar mi teléfono: 3 llamadas perdidas. Tal vez el jarabe para la tos me provoca demasiado sueño o tal vez el sueño retrasado de las últimas noches en vela me ha vencido. ¿Que hago? Tengo ganas de hablar contigo, pero he quedado sin saldo y aquí no consigo donde recargar, mucho menos hoy un Domingo.
Salgo un momento a comprar algo que comer, caminando voy pensando en todos los errores que he cometido en el pasado y que ahora no estoy dispuesto a cometer contigo. Te quiero y lo sabes. Regreso y veo el teléfono. Una llamada perdida. Una sola. Otra vez no he podido escuchar tu voz.
Quiero escucharte, así por lo menos me das fuerza para resistir el tiempo que haga falta para verte. Debo tener paciencia. Debemos tener paciencia, el tiempo es un contrincante fuerte y cruel, pero no para mi, y espero que para ti tampoco. Me gusta cuando me llamas, me gusta cuando te llamo, me gusta escucharte y sentir que piensas en mi, que te acuerdas de mi, de la misma forma en que yo siempre te tengo en mi mente y por lo que te dedico estas palabras.
Tal vez cuando leas esto ya habremos hablado y ya habré escuchado tu voz, pero mientras tanto me conformo con hablarte por aquí, como rompiendo el silencio que nos separa, superando la distancia, negociando con el tiempo. Ten seguridad. No hay momento en que no desee escucharte y mucho más, no hay momento en que no desee estar contigo.
Vergüenza. Eso es lo que debería darle a Fernando Gaitán, Vicepresidente de Contenidos del Canal RCN. Luego de haber tenido un año de éxitos sostenidos para la calidad de esos contenidos que el mismo ha supervisado, producido y hasta escrito en algunos casos, lo que ha sucedido con la telenovela, que se supone es el homenaje al Joe Arroyo, es la peor mancha del canal desde que se fundó hace ya 14 años.
Luego de la muerte del ídolo musical se han destapado una serie de ollas podridas que apuntan a que su viuda en realidad lo convirtió en una máquina de producir dinero, a costa de su salud y su bienestar. Aunque no es a mi a quien le debe constar todo eso, lo cierto es que era notorio en las entrevistas y en los mismos apuntes de entretenimiento por parte de las largamente acusadas de serprepago presentadoras del entretenimiento de ese canal que le costaba trabajo caminar y hablar, pero curiosamente aunque su salud parecía no andar tan bien parecía que ocupaba gran parte del noticiero de ese canal, obviamente como estrategia publicitaria… Que el Joe recibió la muerte de Esthercita Forero, que el Joe le dio el visto bueno a los actores de la novela, que el Joe le dio el visto bueno al Mundial, que el Joe le cantó a su esposa, que el Joe, que el Joe, que el Joe. Por Dios un zumbido permanente en ese canal que era molesto y encima de eso todas las emisoras de radio de RCN ponían día y noche la música del Joe, es decir el Joe salía hasta en la sopa.
Pero la causa de esa cantidad exagerada de promoción, la telenovela, es bastante cuestionable. Todo el mundo ha hablado que la historia que presentan en la telenovela es 99% pura y simple ficción. El enfoque descarado sobre el personaje de Jackeline Ramón, que es sobre quien parece girar la novela en muchas ocasiones y ese apuro por presentarla como la chica pura y buena hace pensar que en el contrato en el que se cedieron los derechos para llevar a la pantalla chica la historia del Joe, debe haber muchas clausulas sobre la forma en que los libretistas debían presentar el personaje. Es un secreto a voces que esta señora no conoció al Joe cuando eran jóvenes en el paroxismo del carnaval de Barranquilla, sino que la conoció tiempo después y hasta algunos, entre ellos Mary Luz, la ex-esposa del Joe, afirman que la conoció estando embarazada de Diomedes Diaz. Y es una verdadera porquería que se le quiera meter en la cabeza a los Colombianos, que esa señora era tal cual y como la pintan falsamente en esa telenovela.
Los mismos diarios El Tiempo y El Heraldo han puntualizado en muchas ocasiones y en varios artículos que la forma en que murió el Joe raya en la negligencia criminal de su esposa, y mientras tanto RCN pintándola como una santa estilo María la del Barrio.
Aunque es claro que una telenovela no puede retratar con toda fidelidad una biografía sin caer en el fondo del rating, era posible hacer la historia de manera fidedigna, pero la avaricia de los directivos de RCN decidieron apresurarse y firmar a todo costo, para lanzar la telenovela y ganar millones con las ventas de ringtones, cuadernos y sobre todo publicidad en su parrilla.
Tenían mucha razón todos aquellos que criticaban a ese canal por su parcialidad informativa, que ahora no sólo se queda en sus noticieros, sino que se vende a Colombia entera a punta de telenovelas. Que Vergüenza.