El día de ayer, 1 de Junio de 2017, el servicio de streaming multimedia Netflix anunció que Sense8, una de sus series originales, disponible en su plataforma desde Junio de 2015, no se renovaría para una tercera temporada. Y no habían pasado ni 15 minutos desde el anuncio oficial, cuando a través de redes sociales ya habían empezado las querellas y los lloriqueos de los fans, rasgándose las vestiduras, echándose ceniza en la cabeza y hasta cancelando la membresía de Netflix, como si eso fuera a hacer alguna diferencia. Y pues, en mi humilde opinión tales reacciones no sólo son exageradas, sino bastante caricaturescas.
Tal como lo dije en mi primera opinión de la serie, luego de ver la primera temporada, fuera de la diversidad del elenco y las locaciones, Sense8 no era una serie que tuviera mucho que mostrar, y me refiero a mis palabras en esa publicación que hice hace 2 años:
…el problema es que para enviar el mensaje, ha elegido una serie de personajes que son el absurdo del cliché. El policía heroico, la damisela en apuros, el bueno en medio de un mundo de criminales, el gay de closet, la hacker, el ladrón con corazón de oro, la chica inteligente doblada por las tradiciones… son todos personajes que hemos visto en tantas series y películas, que alejan bastante a Sense 8 del curubito de la originalidad.
Y también esto:
Para terminar de rematar, Sense 8 tiene un problema inmenso con los diálogos, que en lugar de ser enaltecedores y filosóficos, suenan trillados y tontos en más ocasiones de la que quisiera admitir, eso sin contar con el hecho de que sus protagonistas viven rodeados de cien tipos dispuestos a matarlos y siempre salen ilesos.
Estos problemas que mencioné en esa ocasión, para la segunda temporada no sólo se mantuvieron, sino que empeoraron. El empujón de aire fresco que representó la diversidad de los protagonistas, se vio anulada por una historia repetitiva, un desarrollo nulo de los personajes, diálogos grotescos y unos huecos argumentales en los que cabría todo el Cúmulo de Virgo.
Y no, no estoy diciendo que Sense8 no haya sido una serie entretenida, sino que las Wachowski siguieron con la serie la misma ruta que siguieron con ellas mismas: una serie de elementos llamativos superficiales, que en esencia no cambian en nada la estructura interna de la misma. Estructura interna, que en el caso de la serie es bastante deficiente.
Dicho de otra manera, Sense8 era como el Rápidos y Furiosos de las series de su género: un montón de clichés armados uno encima del otro, sin orden, coherencia y credibilidad, y que cuenta con una gran cantidad de seguidores precisamente por esa grandilocuencia exagerada y sin sentido. Y así como Rápidos y Furiosos nunca va a estar en el mismo nivel que El Padrino, o Citizen Kane, Sense8 está a mucha distancia de series que el tiempo ha declarado icónicas como The X-Files, House of Cards, Game of Thrones o Breaking Bad.
Y eso que no hemos mencionado las razones que tuvo Netflix para cancelar la serie, seguramente asociadas a unos bajos números comparados con el costo astronómico de la serie, y la lidia que significaba tratar con las problemáticas Wachowski, que todavía creen que están 1999, luego del estreno de Matrix.
Si las Wachowski quieren seguir siendo relevantes en la industria cinematográfica donde ya fracasaron con las dos últimas entregas de Matrix, con Cloud Atlas y con Jupiter Ascending, van a tener que dejar de creer que los elementos superficiales son suficientes para conseguir algo de calidad. Tal y como lo vimos con Sense8.
Dicho está, que con algo sea diverso o progresista, lo que sea que eso signifique, no significa que no sea mediocre o, de plano, deficiente.
Un comentario en “Por qué no me importa, ni me sorprende, que Netflix haya cancelado a Sense8”