Crítica RetroX ^ Star Wars: Episodio III – La Venganza de los Sith

La Venganza de los Sith (Título original: Revenge of the Sith) es, no sólo la finalización de un sueño que George Lucas tuvo por casi 40 años, sino también la última de las películas de Star Wars enteramente bajo su control creativo, antes de que le vendiera la franquicia… a Disney.

Y es en esta entrega, más exactamente en sus últimos 40 minutos, que Lucas responde a la pregunta que dejó perplejos a millones de fanáticos en todo el mundo: ¿De dónde salió el traje negro de Darth Vader? (Sí, así de básicos somos).

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En esta tercera entrega, La Galaxia se acerca al fin de la Guerra de los Clones que ha enfrentado a La República y a Los Separatistas, respaldados por la Federación de Comercio, que en apariencia sólo quiere dejar la República para no pagar sus impuestos, porque rebelarse contra un gobierno que eleva los impuestos a cada rato es muy, pero muy injusto ¿no?

Anakin (Hayden Christensen) y Obi-Wan (Ewan McGregor) se acercan cada vez más al supuesto líder de la rebelión, el Conde Dooku (Christopher Lee), un ex-Jedi, convertido al Lado Oscuro, por Darth Sidious, el Lord Sith cuya identidad es aún desconocida. Las cosas se complican más para Anakin, cuando se entera que Padmé (Nathalie Portman), con quién se ha casado en secreto para hacerle el quite al voto de celibato de los Jedi, está embarazada.

Es a partir de entonces que Anakin deberá decidir si sigue su vocación Jedi descubriendo la identidad del Lord Sith, o si por el contrario se deja llevar por sus miedos, sus temores, y finalmente por sus odios, dejando atrás a Padmé y a sus hijos. Y ya todos sabemos como termina eso.

De los 140 minutos de este largometraje, los primeros 100 son una continuación directa en estilo, dirección y actuaciones al Episodio II, la misma sobrecarga de pantallas verdes, el mismo tono de suspenso político y la misma cara de amargado de Hayden Christensen, todo igualmente salpicado con algunas escenas de aventura, naves espaciales y combates con sables de luz. Pero son los últimos 40 minutos los que revelan una intención más profunda del director.

A diferencia de la anterior entrega, en esta la premisa es mucho más clara: el temor mal manejado, es brutalmente peligroso. Y esta premisa se entrega a través de buenos diálogos y escenas precisas, pero que son como una joya perdida en el mar sin límites del relleno que George Lucas le metió a la película.

En las actuaciones, nuevamente Ewan McGregor hace un excelente trabajo. Casi se podría decir que logra igualar al legendario Alec Guiness de la trilogía original. Nathalie Portman baja de nivel, casi como si se hubiese rendido ante la crítica y las malas reseñas de la película, o ante la pereza de actuar al lado de Christensen. Mientras que Samuel L. Jackson e Ian McDiarmid logran también un excelente nivel con actuaciones sutiles, pero cada una en su propio estilo.

Sin embargo, al estar la acción principal tan concentrada en los últimos 40 minutos, la cinta sufre de una profunda falla estructural: no genera la reacción apropiada del público y mee explico; En el momento en que Anakin es finalmente derrotado por Obi-Wan, no hay una catarsis, no hay un sentimiento de finalización ni de cierre. En otras palabras no está el «Toma tu merecido, Anakin, esto te lo mereces por ser un puto arrogante». Y si no se genera una reacción así, mucho menos una a favor del mismo personaje.

En otro momento, que es el nacimiento de Luke y Leia, el público debería sentir el dolor, la frustración y sobre todo la tristeza de Padmé. Pero no. Lo único que se nota es que Portman tiene muy mala memoria emotiva para llorar con sus actuaciones. Hasta Katherine Heigl llora mejor en sus mediocres películas.

Y por último, el momento final, el de la coronación, el momento en que Darth Vader aparece en su traje negro. Sí, escuchar su voz es impresionante, y mucho más junto al Emperador, pero no es el momento que defina una generación, ni mucho menos.

Para finalizar se puede decir que la esta trilogía es en gran medida un sueño personal de George Lucas, pero que para el público, que finalmente en algún momento amó e idolatró a la trilogía original, se convirtió en la más negra de las pesadillas.

2,69 / 5,00

★★★★★

Ver También:

Crítica Episodio I: La Amenaza Fantasma

Crítica Episodio II: El Ataque de los Clones

 

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