Si usted llegó a esta publicación buscando una respuesta a la pregunta «¿Es Annabelle 2 mejor que la primera?» le puedo informar desde ya que la respuesta es SÍ, sin duda alguna, pero analizando bien el asunto, esa pregunta resulta un tanto injusta porque en realidad la primera entrega de Annabelle fue TAN mala que hasta las películas de Dago García la superaron por amplio margen. Sin embargo, el hecho que Annabelle: La Creación sea mejor que su primera entrega, no implica que esta precuela sea una obra de arte. Y aquí les explicaremos por qué.
Annabelle: La Creación (Título original: Annabelle: Creation) narra los hechos que dieron origen a la enigmática y peligrosa muñeca, quizás el elemento sobrenatural más siniestro del universo de El Conjuro, como hemos visto en todas sus entregas (El Conjuro, Annabelle, El Conjuro 2).
En esta cuarta entrega, Janice (Talitha Bateman), una huérfana con problemas de movilidad como consecuencia de un embate de polio a temprana edad, empieza a ver cómo su vida da un giro de 180º, al pasar de una vida cuya preocupación principal es el matoneo de otras huérfanas como ella, por su condición de discapacidad, a otra donde la principal es conservar su vida; todo por causa de una extraña muñeca que ella, junto a su amiga Linda (Lulu Wilson) hallan en una habitación prohibida en su nuevo orfanato: la enorme casa de Samuel y Esther Mullins (Anthony LaPaglia y Miranda Otto).
Es entonces que Janice, Linda, la hermana Charlotte (Stephanie Sigman), y el resto de las huérfanas tendrán que descubrir el origen de la mencionada muñeca, a manos de los Mullins, si es que en realidad quieren sobrevivir al ser maligno que habita dentro de ella.
Hay que reconocer que la película está bien dirigida, al menos en los aspectos técnicos, como fotografía, iluminación, sonorización y hasta en la edición. El director sueco David F. Sandberg, al igual que lo hizo en Lights Out, logra entregar una película que en teoría debería funcionar a las mil maravillas, pero que al final de cuentas tiene dos problemas quizás no tan incorregibles como pareciera: el ritmo y los personajes.
Es posible entender que Sandberg dedicara buena parte de la película a permitirnos conocer a los personajes, para que el público se sintiera identificado con ellos, en especial con una niña con discapacidad, pero a diferencia de El Conjuro 2, donde esta conexión es rápida y efectiva, aquí se diluye en medio una larga introducción que puede provocar somnolencia hasta en el más insomne.
Y para terminar de rematar, los personajes que habitan en esta larga introducción son cero interesantes. Ni las huérfanas, ni los Mullins, ni la hermana Charlotte generan empatía, por lo que en el momento en que empiezan las secuencias de terror explícita, como que da lo mismo si todos se mueren o no. Y este es un problema serio.
Y cuando digo que estos problemas no son tan incorregibles como parece es porque quizás con un guión con una premisa que hubiese ido más allá de «pórtate bien o te va a salir el diablo» la cosa hubiese sido MUY diferente.
¿Pero acaso no hay nada bueno que decir sobre esta película? Pues, digamos que la parte del terror estuvo bien manejada y las secuencias están, como dije al principio, bien hechas, pero de ahí a que hubiesen sido entretenidas hay un mucho trecho.
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