Protagonizada por Maika Monroe (It Follows) y Ed Skrein (Deadpool), Tau pretende dar un vistazo muy puntual a las implicaciones que tendría el ser humano, con la presencia de una poderosa Inteligencia Artificial (IA) a su alrededor. Pero ¿De verdad vale la pena ver esta película? Pues bien, siga leyendo esta corta reseña para saber la respuesta.
Tau cuenta la historia de Julia (Monroe), una chica que decidió huir de su disfuncional y violenta familia a corta edad, para terminar en una ciudad anónima de California, dónde se gana la vida hurtando lo que puede a los asistentes masculinos de los atestados clubes nocturnos. Julia trabaja sola, ya que tiene problemas serios para conectarse con la gente, y ha suplido esos vacíos con un extraordinario instinto de supervivencia.
Julia deberá poner a prueba su habilidad de conectar con otros y su instinto de supervivencia cuando Alex Upton (Skrein), un reconocido programador informático termine secuestrándola y torturándola para obtener los algoritmos faltantes en su proyecto más importante (Ver Análisis y Explicación). Para conseguir su propósito, Alex utilizará a Tau, la Inteligencia Artificial de su casa, para que mediante su interacción con Julia, pueda obtener los datos que necesita.
Tau tiene una premisa interesante, y pone en mesa de debate cuestiones que muchos ya damos por zanjadas como ¿Qué es un ser humano? ¿Qué tan responsables somos de nuestros actos si no conocemos las consecuencias? ¿Hasta qué punto es positivo depender de la tecnología para facilitar nuestras vidas? Y otras que aún son el deleite de los filósofos como ¿Vale la pena sacrificar una vida para ayudar a millones? ¿Se vale sobrevivir a cualquier precio?
Sin embargo, en su intención de traducir estas preguntas a un guión, y luego a la pantalla, Tau tiene muchos problemas. La película pronto se deja contaminar de los típicos clichés de la casa/cárcel/nave malvada que hemos visto numerosas veces en el cine. Hay momentos brillantes, sí, sobretodo cuando el director Federico D’Alessandro se esmera en darle calidad a sus cuadros, pero estos momentos pronto se opacan por giros demasiados fáciles y predecibles, además de un uso muy pobre de los efectos especiales, al punto que parecen animaciones 2D encima de la película de carne hueso, exactamente como el bodrio ese de 1996, Space Jam, donde Michael Jordan compartía créditos con Bugs Bunny.
En resumen: Tau es una película fundamentada en unos cuestionamientos sólidos, que sin embargo no logra traducir esa solidez en una película realmente poderosa, quedándose en la comodidad de lo corriente y lo mediocre.