The OA es, sin duda alguna, una de las series más polémicas que ha estrenado Netflix, desde que esa plataforma empezó a emitir contenido original, por allá en 2013 con House of Cards. Y es que hoy, un mes después de su estreno, los críticos aún no se ponen de acuerdo en si es una serie muy buena, o si es muy mala. Sin embargo, entre el sector de la crítica que dice que es MUY MALA, es notable la tendencia a reconocer que realmente entendieron muy poco de la serie. Entonces ¿cómo se puede decir que una serie es buena, o es mala, si ni siquiera la entendieron?
Por esa misma razón y si usted es de aquellos que vio The OA y no la entendió, o aún no la ha visto y quiere tener algo de bases antes de meterse en el misterioso mundo de Prairie Johnson, le recomiendo leer muy atentamente las siguientes 5 claves para entender The OA.
Hasta hace unos minutos me preguntaba si tenía la autoridad moral para escribir un artículo sobre I, Frankenstein luego de haber pasado más de la mitad de la película durmiendo plácidamente, despertando a ratos sólo para ver una u otra escena que no entendía muy bien. Pero luego de leer una sinopsis de la película, comprendí que las escenas que alcancé a ver entre sueños eran, primero, mucho más de las que creí y segundo, que mi falta de comprensión no se debía a que me hubiese perdido algún detalle importante, sino sencillamente a la mediocre estructura de esta cinta.
La película inicia con un prologo de 5 minutos donde se resumen todo el origen de la abominable criatura de Victor Frankenstein, que de abominable no tiene nada, porque aún con las cicatrices pintadas y el maquillaje Aaron Eckhart siempre conservó el mismo aire de galán californiano de sus películas con Julia Roberts, Catherine Zeta-Jones o Jennifer Anniston.
Para tener como personaje principal a uno de los ídolos del terror clásico, I, Frankestein, tiene muy poco de terror… y con muy poco quiero decir que no tiene nada en absoluto, siendo en realidad una película de acción donde da la casualidad que los buenos son ángeles y los villanos son demonios, al mejor estilo de «Inframundo», que sale hasta bien librado en comparación.
En «I, Frankestein» pasan demasiadas cosas, demasiado de prisa, casi como en las primeras películas de Harry Potter, por lo que es fácil asumir que está basada en un libro (en realidad está basada en una novela gráfica, como supe después). Es así, como en los 92 minutos de la cinta, pasa de todo, sin dar los espacios suficientes para el desarrollo de los personajes, ni para los diálogos decentes, ni para las escenas memorables. Es decepcionante ver como se desaprovecha a un actor de la versatilidad de Eckhart en un personaje mal escrito, cuyos únicos momentos brillantes son en las secuencias de acción, donde no lo interpreta él, sino un doble cualquiera.
Sí, este Frankestein da mucho miedo… sí, como no.
Si usted vio «Inframundo» no tendrá necesidad de ver I, Frankestein sólo cambie a Kate Beckinsale por Aaron Eckhart, a los lycans por ángeles y a los vampiros por gárgolas y voilá, ahí tiene su película.
I, Frankestein no será olvidada, seguro terminará en la parrilla permanente de Universal Channel, TNT, o incluso en Caracol, canales a los que les encanta pasar este tipo de películas, pero de ahí a que sea una buena…
Encontrar adjetivos que califiquen la nueva película de los hermanos Orozco (Al Final del Espectro) «Saluda al Diablo de mi Parte» no es nada difícil, se puede catalogar de intrigante, violenta, brillante, excepcional, pero se puede resumir en un par de palabras: «Bien Producida».
La historia es contundente: Ángel, apodado el Diablo, un ex-guerrillero (Edgar Ramírez) que ha empezado una nueva vida de civil, junto a su esposa (Ángela Vergara) y su hija, se da cuenta que muchos de los monstruosos crímenes que cometió en el pasado están por pesarle la factura. Léder una de sus víctimas lo ha rastreado y luego de asesinar a su esposa en frente de él, secuestra a su hija, con la ayuda de su hermana Helena (Carolina Gomez). Ángel deberá asesinar a 3 personas que estuvieron involucradas en el secuestro de Léder si quiere recuperar a la niña.
La película tiene varios puntos muy buenos a favor, la fotografía es excelente, tanto las tomas en interior como en exterior son de muy alta calidad, los escenarios son adecuados y la iluminación es impoluta. La música que acompaña las numerosas escenas de acción, las escenas de suspenso y en general todas las escenas de la película son bastante buenas, la música se convierte en otro personaje, matiza las escenas y les da el contexto adecuado. Las actuaciones son buenas, Edgar Ramírez se logra convertir en un asesino a sangre fría; Carolina Gomez, sensacional, esta debe ser su mejor actuación desde que se le dio por ser actriz logra transmitir muy bien el intenso peso dramático de su personaje. Pero la mejor actuación va por cuenta de Salvador del Solar, personifica a un policia con intenciones bastante oscuras y de una crueldad insospechada, un rival de cuidado para el Diablo, su personaje está muy bien cuidado, sus manías, su vestuario, hasta la forma de moverse inspiran temor, más cuando estamos acostumbrado a verlo en «Correo de Inocentes» como el hijo de mami, aquí el cambio es total. El elenco incluye también a Ricardo Velez y Patrick Delmas.
No cabe duda que «Saluda al Diablo de mi Parte» es una película de altísima calidad, con una excelente producción, una historia sólida donde se cuidaron todos los detalles, no tiene nada que envidiarle a cualquier película producida en Hollywood y haciendo comparaciones y supera con creces a muchas películas de temática parecida producidas por los grandes estudios de los Estados Unidos.
La película además de ser una pieza comercial, también deja un mensaje, un poco oscuro quizás, pero lo deja. Primero nos muestra claramente que los grupos terroristas que aún existen en nuestro país (y que se esconden en otros) no son precisamente una legión de Ángeles como lo quieres hacer creer Piedad Córdoba y aquellos que gritan a diestra y siniestra que quieren hacer la paz, muestra que los crímenes cometidos son horrendos y espantosos. Un mensaje también para los universitarios, que se dejan seducir por la ideología falsa y están dispuestos a colaborar en monstruosidades de alto calibre, cuando en sus casas creen que lo único que hacen es estudiar. Un mensaje para los que nos hemos acostumbrado a los secuestros, a las tomas, la realidad no es como la muestran en los noticieros, donde todo el espanto y el dolor se concentran en una nota de 50 segundos, porque hay que dejarle espacio a las noticias del entretenimiento. El dolor es real y lo bueno de esta cinta es que nos permite sentirlo, palparlo, casi que degustarlo para que se quede en nuestro sistema.
Sin duda un paso adelante para el cine colombiano, hay que ir a verla.