Sobre La «Megalopolitis» y Otros Delirios De Grandeza.

Megalopolitis: (f. Med) Enfermedad epidémica aguda, acompañada de manifestaciones variadas como perdida de la memoria, alucinaciones, alharacas y ceguera. 

jajajajajaja
Una persona normal ve un tren bala japonés, un enfermo de megalopolitis pelea con quien sea para demostrar que este es el articulado que pasa cerca a su casa.

Al la gran mayoría nos gusta hablar bien de nuestra ciudad, pueblo o población de origen.

Es natural.

Después de todo las coordenadas geográficas que engloban el lugar donde alguien nace, crece y/o se reproduce son una parte definitiva en la construcción de su psique y es por eso que nos sentimos orgullosos cuando alguien habla bien de nuestro vividero y nos enfadamos cuando alguien trata de enlodarlo. Hasta allí estamos en el terreno de lo normal. Sin embargo, en Colombia, nuestro gran país del Sagrado Corazón de Jesús, el afán de diferenciarse y sentirse superior por algo tan frívolo y superficial como el lugar de expedición que aparece en la cédula ha hecho que se propague una nueva enfermedad infecto-contagiosa, que a pesar de no ser mortal, pone en grave riesgo de hacer el ridículo a todo aquel que la posee:  la megalopolitis.

Y es que hasta la Organización Mundial de la Salud está tomando medidas al respecto. No quiera Dios que se convierta en pandemia y afecte a todo el mundo.

Aquellos pobres infelices que sufren de la megalopolitis inicia con un serio cuadro clínico que tiene como primer síntoma la amnesia; sí se les olvida que nacieron en un país del tercer mundo y hablan como su hubiesen nacido en la costa azul francesa, los fiordos noruegos, los valles suizos o en Tokyo/Osaka/Nagoya (sí, como no) … y les encanta utilizar adjetivos como «montuno», «campesino», «corroncho» y la mejor de todas «provinciano» a modo de ofensa, tenga o no tenga claro el lugar de origen del ofendido y sin sentarse a pensar por un momento (demasiado pedir) que su ciudad seguramente está en una de esas listas de «las más peligrosas» o «las más inseguras» o «las más contaminadas» del Planeta Tierra y sus alrededores (¡que orgullo!).

Hasta este punto, la enfermedad es curable, después de todo uno que otro insulto xenophobo lanzado en un momento de ira no implica ninguna alteración en el estado mental de una persona, aunque sí una ignorancia que haría ver a Amparo Grisales como una Nobel de Física en comparación. Sin embargo, la siguiente etapa de la enfermedad es mucho más seria y peligrosa… y es cuando el enfermo empieza a creer lo que dice.

El primer síntoma de los megalopolicos es que creen que viven aquí. Ilusos.

La megalopolitis entra en su fase aguda cuando el enfermo empieza a convencerse de que su ciudad es la quintaesencia del desarrollo urbano mundial, y empieza a ver trenes balas donde hay buses articulados; autopistas de 12 carriles donde hay callejones llenos de huecos y góndolas venecianas dónde sólo hay arroyos y aguas estancadas; es en esta fase cuando el infectado empieza a utilizar ciertos términos como «distrital» o «metropolitano» en todo lo que admita esos adjetivos para intentar convencer a propios y extraños de que su alucinación es real y de que viven en una gran urbe llena de rascacielos y proezas arquitectónicas, llamadas a ser patrimonio de la humanidad y hasta de seres de otros planetas. Al paciente le resulta increíble que haya gente en algún rincón del planeta que no haya escuchado hablar de su ciudad y para evitar semejante desproporción pasa subiendo fotos en Skycrapercity y mencionando a su ciudad en cada tweet, estado de facebook y post de Google+ que se le ocurra. Pero si usted cree que el paciente no puede empeorar, se equivoca, existe una etapa aún peor.

En la última etapa de esta espantosa enfermedad, el paciente pierde la visión, o al menos eso se sospecha, puesto que sólo así se explica que sigan y sigan sosteniendo, diciendo y afirmando que viven en la megalópolis más grande y moderna del mundo, cuando a cada rato ven en todos los rincones de la mismas las pruebas fehacientes de su sempiterno atrofiamiento urbano. Es así como el enfermo termina por señalar que todas las fotos y todos los vídeos de trancones, tugurios, arroyos, inundaciones, huecos, atracos, motines, estampidas, vandalismo, grafitis, pandillas, (etc, etc, etc… )  tomados en su ciudad, no son el producto de la oscura realidad urbana en la que viven, sino una campaña de enemigos invisibles que quieren manchar el buen nombre de su preciado terruño que tan alto ha llegado (dicen ellos) por cuenta de premios inventados y eventos comprados a costillas de los bobos contribuyentes que dejan de comer un mes para pagar el impuesto predial o la valorización.

Esta imagen es de una de las ciudades más grandes del mundo ¿Estaría orgulloso de haber nacido allí?

Muy lejos están estos individuos de comprender que lo que hace a una ciudad no es el sentimiento regionalista de algunos de sus habitantes sino la visión que tenga de sí misma a futuro, sustentada por un crecimiento planificado, donde prime el bienestar de sus ciudadanos como un todo y no la retórica inútil del acalde o alcaldesa de turno, que dice que hay que «construir la ciudad de cero» para respaldar sus aspiraciones politiqueras. Quiera Dios que la megalopolitis no se convierta en pandemia, que los enfermos se curen y que llegue el día en que Colombia, como en muchos otros países del mundo, se construyan verdaderas ciudades y no desórdenes urbanos como los que existen hoy en día.

Fascinado «Sin Remedio»

Portada de «Sin Remedio» de la Editorial Alfaguara.

He de aprovechar este espacio para confesar que en mi ya larga experiencia como lector (más de dos décadas) la más grande ironía es que mis escritores favoritos tengan un pensamiento político tan decididamente opuesto al mío. Ya me había sucedido con Gabriel García Marquez (Castrista, Guevarista y todo lo que de ahí por tanto se derive), Fernando Vallejo (Antiuribista acérrimo, amigo de Iván Marquez y todo lo que de ahí por tanto se derive) y ahora el turno le corresponde a Antonio Caballero.

Basta decir que de Antonio Caballero sólo había leído de reojo algunas de sus columnas, tan de reojo que ni siquiera estaba seguro cuando cogí el libro para leerlo si el man era de izquierda o de derecha. Pero luego de haber pasado dos semanas dentro de la cabeza de Ignacio Escobar Urdaneta de Brigard, el protagonista de «Sin Remedio» novela escrita por Caballero hace más de 30 años, no me queda más que admiración por su talento como escritor y de verdad, como lector, lamento que su carrera no haya sido más prolífica.

Lo primero que me sorprendió del libro es lo universal y atemporal que puede llegar a ser. Yo mismo creí que estaba ante una novela de este siglo, de este milenio, y sólo cuando ya me pareció extraño que no se mencionara ningún artista contemporáneo, y que los personajes se comunicaran con el desprestigiado método del teléfono fijo, decidí mirar la fecha de la primera edición y quedé con la boca abierta.  En realidad el libro tiene lugar en los tumultuosos años 70, y abarca un periodo entre 1973 y 1974.

Ya desde los primeros capítulos es fácil seguirle la corriente a la historia. Ignacio Escobar es el típico colombiano perezoso y arribista, bueno claro que como él es hijo de una de las familias más poderosas e influyentes de Bogotá, su arribismo no es material (tiene la vida arreglada) sino existencial, lo quiere todo con el menor esfuerzo: la voluntad y el amor de su mujer, las mujeres que le parecen lindas, la libertad sin esfuerzo, todo. Escobar vive en un apartamento del Norte de Bogotá (Norte con N mayúscula) en unión libre con una caleña y donde se dedica a dormir todo el día y a esperar la mesada que su madre (de la más selecta crema y nata capitalina) le envía todos los meses sin falta. Pero la pereza de Escobar está sustentada por una rica diatriba filosófica, que Caballero redacta de manera magistral.

El libro está compuesto de 14 capítulos, bastante largos (la novela tiene unas 600 páginas) en las que vemos como Escobar evoluciona desde su desidia existencial hasta que se cumple su más grande anhelo, sin darse cuenta y sin estar seguro de quererlo.

Al final del libro, me pude hacer una idea de como luciría Escobar y creo que sería más o menos así.

Escobar no tiene una profesión y se resiste a tenerla a pesar de que su tío, dueño de uno  de los bancos más importantes del país, le ha ofrecido un importante cargo en su empresa, pero él se resiste a cualquier cosa que pueda coartarle su preciosa libertad y es en ese momento que rechaza tener un hijo con su mujer. La desaparición de esta, desestabiliza a Escobar de tal manera que empieza a redescubir el mundo a su alrededor: el depravado y sucio mundo de la noche Bogotana, el mundo de sus amigos fascinados con el pensamiento revolucionario de izquierda, el glamuroso mundo de la alta sociedad de Bogotá de donde salió él y por supuesto el mundo de las mujeres.

A lo largo de la obra es notorio que además de toda la arandela y propaganda izquierdista que Caballero introduce en la novela, el tema central es la búsqueda del amor. Escobar busca amar, quiere amar, pero algo en su corazón está tan endurecido (¿La muerte de su hermano?) que en realidad parece buscar la mujer ideal en un mar de pasiones sin sentido y de mujeres que pasan por su vida y por su cuerpo casi sin ninguna consecuencia.

Me identifiqué con Escobar a tal punto que quedé estupefacto cuando a los 2/3 de la novela, era evidente el plan de Caballero con su personaje; empezó quitándole a su mujer, luego su tranquilidad y así sucesivamente en una serie de casualidades que dejan a Escobar en la inmunda, justo el lugar donde logra algo que había luchado por conseguir en buena parte de la novela: un poema, mismo que sería su peor enemigo llegando al final. Caballero le quita todo a su personaje, sólo para darle un último suspiro antes de que se termine de desatar el infierno. Y es en este final dónde he quedado seriamente sobresaltado.

Hacía mucho tiempo que un libro no me ponía a pensar tanto (tanto que para ordenar mis ideas decidí lavar platos un rato) y es que es una reflexión existencial muy bien hecha, que se presta para la discusión, el análisis y la meditación.  Me alegra que este haya sido uno de mis libros para este año. No pudo haber una mejor elección.

Libro 5/6 de 2013.

PD: Le sumo muchos puntos además porque me puso a leer poesía, a pesar de que no es que sea exactamente mi género literario favorito.

Lo Que No Sabemos de Fabio Salamanca.

El caso de Fabio Salamanca es el típico ejemplo de la irresponsabilidad de los medios de comunicación, cuyo objetivo últimamente ya no es el de informar como en los viejos tiempos del «Noticiero Nacional» o  «QAP» sino escandalizar, como si fuera verduleras en un antro de mala muerte. No había terminado la audiencia de imputación de cargos al señor Salamanca y ya Twitter y Facebook estaban llenos de mensajes de odio contra el juez por no emitir medida de aseguramiento en su contra. Parece que odian más al juez, que a Salamanca, quien es él que está literalmente en el banquillo.

Lo que me parece mucho más grave es que en las notas que informan escandalizan sobre el hecho se nota una saña particular en insistir que el joven «ha sido puesto en libertad» y el colombiano promedio se traga el cuento de que en realidad el crimen quedó impune y que no hubo justicia para las personas muertas en el siniestro ocasionado por la irresponsabilidad de Salamanca al conducir borracho.

No es la primera vez que estos medios aprovecha para «escandalizar», no para «informar».

Si algo me enseñó «La Ley y el Orden» es que luego de que se ha establecido sospecha o incluso certeza sobre la participación de una persona en un crimen, debe haber una imputación de cargos, un juicio y finalmente una condena o declaración de inocencia. Usted podría creer que lo ideal sería que todo eso se hiciera en un tiempo record, pero los juicios express son cosa de dictaduras (como Venezuela, Cuba, Corea del Norte….) , no de estados de derecho como se supone que es Colombia. Entonces hay que darle tiempo a los abogados de la defensa que preparen sus alegatos. Usted podrá decir no es justo, porque ya se sabe lo que pasó y tal, pero ¿qué tal que fuera usted el sindicado? ¿No le gustaría que su abogado tuviera el tiempo de defenderlo?

Pero la pregunta problema es ¿Qué se hace con el imputado mientras tanto? Eso depende de la probabilidad de que vuelva a delinquir en este tiempo. Por ejemplo, si usted es mujer y se practica un aborto, usted ha cometido un delito, pero mientras es juzgada, la posibilidad de que se embarace de nuevo y se practique otro aborto es mínima. Lo mismo para los bígamos y los que pagan con cheques sin fondos. Pero si el criminal es un sicario, un terrorista, un violador, o Luis Alfredo Garavito, la probabilidad de que se le de por 1) delinquir o 2) escapar en ese tiempo es bastante alta por eso hay que mantenerlo bien segurito en una cárcel mientras el juez falla.

En el caso de Salamanca, la posibilidad de que vuelva a coger un carro, emborracharse y matar a otras dos personas es más bien baja. Y pues como ya no tiene pasaporte, la posibilidad que escape es mínima.

Con todo esto en consideración, lo que realmente importa es el juicio y el correspondiente fallo del juez para este caso, pero como para ese entonces, ya el asunto no le va a importar sino a la familia, entonces los noticieros no le van a poder sacar partido.

¿Cuál representa al público?

Así que antes de rasgarse las vestiduras, infórmense un poquito que Salamanca no ha sido declarado inocente, sino que hay va a esperar en su casa mientras lo juzgan y como están las cosas es probable al final de todo esto, tenga que pagar muy cara la irresponsabilidad de conducir borracho, pero mientras tanto hay que respetar su debido proceso, tal y como nos gustaría que nos respetaran el nuestro en una situación similar.

Educación, Noticieros y Responsabilidad.

No seré yo el fanático más acérrimo de Rafael Correa y de sus políticas, pero cada vez que enciendo el televisor y por casualidad se me da por ver un noticiero, comprendo más la posición del presidente de Ecuador frente a los medios de comunicación.

El día de ayer, los noticieros de los dos canales privados, RCN y Caracol, anunciaron con bombos y platillos de que un joven de 15 años en Bogotá se había suicidado porque «había perdido el año». Me sorprendió la seguridad con la que estos periodistas hicieron esa afirmación, porque a menos que Vicky Dávila y Luis Carlos Velez hayan contratado los servicios de Regina 11 para hablar con el joven suicida desde el más allá, a ellos no les consta nada.

Al parecer los «prestigiosos» periodistas que cubrieron la noticia se basaron en los testimonios de los padres y en una supuesta nota dejada por el estudiante antes de morir. Y no hay que estudiar 5 años de comunicación social para darse cuenta que estas dos fuentes no son nada objetivas. Primero que todo el testimonio de los padres está fuertemente influenciado por el dolor y por las ansias de evadir la responsabilidad por la muerte de su hijo, porque en efecto bajo cualquier luz que se vea, son los padres los principales responsables de cualquier cosa que suceda con su hijo… al decir que fue responsabilidad del colegio y no de ellos, están apelando al viejo truco de lanzarle la pelota al más pendejo.

Segundo, está la nota suicida del estudiante. Si los periodista se hubiesen tomado la molestia de averiguar un poco sobre el tema del suicidio, o de al menos aplicarle algo de lógica al asunto hubiesen descubierto que una nota escrita por alguien tan mentalmente afectado como para quitarse la vida, no tiene mucha credibilidad que digamos, mucho más si es alguien tan influenciable como un joven en plena adolescencia.

Lo que ni RCN, ni Caracol dijeron en sus noticieros amarillistas, es que el joven venía presentando un cuadro depresivo desde mucho antes de saber que había perdido el año, como si lo expresaron los periodistas de RCN Radio y otros medios más responsables. Ahora habría que mirar si en realidad existe la famosa nota y sobre todo habría que mirar quién la escribió, porque teniendo en cuenta el afán de los noticieros por enlodar al colegio, ni siquiera se habrán detenido a preguntar bien que fue lo que pasó.

Es notorio entonces que el objetivo primordial de los noticieros en estos días es escandalizar, más no informar… y creo que una ley al mejor estilo de la ecuatoriana que impide el «linchamiento mediático» le permitiría al colegio en cuestión levantar cargos penales en contra de RCN y Caracol por injuria, calumnias, y también por daños y perjuicios… sencillamente por hablar lo que no es.

El Tamaño de la Economía Colombiana (Para Dummies)

Cada vez que nuestro «maravilloso» y «amigable» presidente Juan Manuel Santos, sale de gira por alguno de los maravillosos rincones de nuestro país, no falta la hora y media que dedique a señalar lo robusta que está la economía colombiana y, por supuesto, no pierde la ocasión para  decir que él es el único responsable de tal robustez económica. Pero ¿Qué tan grande es la economía de nuestro país?

Haciendo uso de los datos de las Naciones Unidas y el DANE, nos podemos hacer a una muy buena idea de que tan robusta es nuestra economía, comparada con la de otros lugares del mundo

Para empezar, Colombia es la trigésimo primera (31°) economía en el mundo con 334.000 millones de dólares de PIB, pero aunque ese numerito parece ser muy bueno, para hacernos una idea, a la hora de repartir esa cifra entre los  47 millones de personas que habitamos esta tierra, ya no se ve tan grande, bajando al lugar número 77 de la lista. Mucho menos cuando varias ciudades en el mundo superan a nuestro país.

En total 17 ciudades superan a Colombia en PIB, y para no irnos tan lejos, a Tokio o a Nueva York, déjenme decirles que Ciudad de México y Buenos Aires se encuentran entre esas ciudades. Pero si miramos las enormes poblaciones que abarcan esos enormes centros urbanos, tampoco es que estemos en la olla. No, no, no.

La entidad territorial con mayor de PIB de Colombia es sin duda alguna Bogotá,  que aporta el 25% del mismo. El PIB de Bogotá es mayor que el de países como Cuba (63°), Ecuador, República Dominicana, Bulgaria, Guatemala y Uruguay. Pero si lo llevamos al PIB por Cabeza (o per cápita) vemos que Bogotá está más o menos en el mismo nivel que Argentina (59°) o Turquía (62°) muy cerca del promedio mundial.

Bogotá, es la entidad territorial que más aporta al PIB (25%), su economía es similar a la de Omán y mayor que la de Cuba, Ecuador, Croacia o Luxemburgo. Su PIB per cápita es similar al de Argentina.

Con un 13% de aporte al PIB nacional, Antioquia es la segunda entidad territorial más fuerte en términos económicos de nuestro país, con un PIB similar al de Lituania (80°). Y llevado al PIB per cápita, Antioquia está en el mismo nivel que… ¡Colombia! (77°)

El Valle del Cauca con un 9,6% del PIB nacional, le sigue a Antioquia con un PIB similar al de Yemen (86°) y en término de PIB por cápita sigue en el mismo nivel que nuestro país (77°)

Santander tendría un PIB similar al de Gabón (96°) y un PIB pér capita similar al de las islas Seychelles (57°) y superior al de Bogotá, Antioquia o el Valle.

El departamento del Meta tiene un PIB similar al de Bosnia/Herzegovina (108°), con un PIB per cápita semejante al de la República Checa (39°), y dejando atrás a todos los anteriores. Que europeos salieron los metenses. Vea.

Cundinamarca, sin Bogotá, claro está, tiene un PIB semejante al de Guinea Ecuatorial (112°), un país muy pequeño en Africa Occidental donde curiosamente hablan español. Con un PIB per cápita similar al de Irán (80°).

Bolivar tiene un PIB similar al de la República del Congo (118°) [no se por qué me dio risa], pero en el PIB per cápita es similar a Cundinamarca, o sea parecido al de Irán, que sin murallas, ni pegasos, ni pegasos, ni indias Catalinas, está en el 80° puesto.

El departamento del Atlántico, tiene un PIB similar al de Corea del Norte (125°), y el PIB per cápita no le va nada bien, rayando en el nivel de Angola (92°) donde no tienen Transmetro, ni Metropolitano, ni calles que se llamen como el Joe Arroyo.

Boyacá , la tierra de grandes figuras como Pirry y Catherine Siachoque, tiene un PIB un poco mayor que el de Malta (133°), y un PIB per cápital similar al de nuestro país (77°).

Casanare, la tierra del petroleo, ni con todo eso … apenas llega a un PIB similar al de Nicaragua (138°) [pero con todo el petroleo que van a sacar los nicaraguenses de nuestro mar no creo que sea por mucho tiempo], pero es en el PIB per cápita donde da la sorpresa ubicándose en el nivel de Corea del Sur (34°) y posicionándose como la entidad territorial con mejor PIB per cápita del país,  para que vean que el petroleo si deja alguito, aunque ese alguito termine en los bolsillos de los politiqueros de allá, pero en fin.

El departamento del Casanare tiene el mejor PIB per cápita del país, igualándose al de Corea del Sur.

Similar al Casanare, el Tolima tiene un PIB como el de Nicaragua (138°), pero en el PIB per capita no le va tan bien y cae muy abajo en la tabla en el puesto 93° en el mismo nivel de Jamaica.

El PIB del departamento del Cesar (del Cesar, no del César, aprenda a utilizar las tildes) es similar al de Moldavia (140°), un país de Europa por ser vecino de los vampiros que salieron en la última entrega de Crepúsculo. En el PIB per cápita le va peor que a Tolima y cae al puesto 106°, cerca de los niveles de Paraguay.

Seguimos con Huila, que a pesar de ser como 1000 veces más grande que Liechtenstein (146°) tienen un PIB semejante, pero a diferencia del enclave europeo, allá en el Huila no hay bancos de los iluminati, ni tienen a Francia y a Alemania ahí al lado… en fin. En el PIB per cápita anda por los niveles de República Dominicana (87°), nada mal diría yo.

El departamento de Córdoba con todo y su feria ganadera, anda por los lados de Timor Oriental (150°) , en cuanto al PIB; pero más por los lados de Ucrania (109°) que a pesar de ser un país europeo se encuentra por debajo del Congo y Paraguay, en el PIB per cápita.

Norte de Santander, la tierra de la famosa actriz porno Ana Karina Soto, tiene un PIB semejante al de Suriname (152°) y un PIB per cápita similar al de Sri Lanka (124°)  el más bajo de la lista, pero ¿Qué más se puede esperar si Venezuela anda más grave que su zombie presidente?

Caldas, sin tener la ventaja de un comercio binacional, tiene un PIB semejante al de Santander, cercano al de Suriname (152°), y un PIB per cápita similar al de Turkmenistan (95°), que si mal no estoy es un desierto por allá en Asia Central… bueno al menos no está tan mal como Norte de Santander.

Nariño, Risaralda y Cauca tienen un PIB muy similar al de Norte de Santander y Caldas, cercano al de Suriname (152°), pero en el plano del PIB per cápita, los pastusos andan por los niveles de Egipto (123°), los cafeteros en los niveles de  Jamaica (93°) y los caucanos en los niveles de Swazilandia (114°).

Magdalena, la tierra donde está la Bahía más hermosa de América, aunque nadie sabe a ciencia cierta en que concurso se ganó eso, tiene un PIB semejante al de Mauritania (154°), con un PIB per cápita pierde el año, con niveles semejantes a los de Indonesia en el puesto (111°).

Guajira, el vecino del Magdalena y donde Sir Francis Drake atracó a mano armada a los lugareños con el beneplácito de la reina Isabel I, la reina virgen (sí como no) tiene un PIB similar al del reino de Swazilandia (156°) y en los terrenos del PIB per cápita anda mucho mejor que Magdalena con niveles semejantes a los de Macedonia (94°).

Arauca, sin tener leones, sino chiguiros tiene un PIB semejante al de Sierra Leona (160°), que dividido entre la población produce un PIB por cápita produce niveles muy elevados, semejantes a los de Rusia (53°), quién lo diría.

Y llegamos a mi departamento, Sucre, bueno el PIB de Sucre es similar al de Groenlandia (164°), que es un trozo de hielo deshabitado en el Atlántico Norte , por ahora vamos graves… y si lo dividimos por la población tenemos un PIB per cápita similar al de Egipto (123°), pero no estamos tan graves como Magdalena y Norte de Santander en este sentido.

Quindío anda por el mismo PIB de Sucre y Groenlandia (164°), con un registro per cápita similar al de Tunez (99°).

El PIB del Chocó está en el mismo nivel que el de Cabo Verde (168°), que son como unas Islas Canarias, pero portuguesas, o al menos lo eran antes de independizarse. Interesante que el PIB del Chocó no esté tan por el suelo como uno creería, está en el mismo nivel de Albania (104°)… que tampoco es la maravilla pero ojo, Sucre, Magdalena, Nariño, Cauca, Norte de Santander, Cordoba y Cesar están con PIB más bajos. Así que piénsenlo dos veces antes de decir que el Chocó es el departamento más pobre del país.

A pesar de ser considerado el departamento más pobre del país, Chocó tiene mejores índices tanto en PIB nominal, como en PIB per cápita que otros departamentos.

En la recta final de este conteo, Putumayo tiene un PIB nominal semjante al de Bután (169°) y un PIB per cápita similar al de República Dominicana (87°). Caquetá tiene un PIB nominal semejante al de Djibouti (171°) y un PIB per cápita similar al de Armenia (122°), pero no Armenia, Quindio, sino Armenia en el Caucaso europeo.

Ahora si viene el fondo de la lista. Tanto que luchamos por San Andrés y su PIB es tan pequeño como el de las Tonga (188°), y no es un ritmo musical, es una isla que se cree país, pero bueno… en cuanto al PIB per cápita es semejante al de San Vicente y las Granadinas (81°), nada mal estos isleños.

Para Guaviare, Vichada, Amazonas, Guainía y Vaupes… la cosa no pinta nada bien.  Guaviare, PIB, Sao Tome y Prince (190°), y PIB per cápita como el de Filipinas (126°). Vichada, PIB, como el de Palau (191°), PIB per cápita como el de  Cabo Verde (107°).  Amazonas, a pesar de estar muy lejos del pacífico, tiene un PIB como el de las Islas Marshall (192°) y un PIB per cápita como el de Egipto (123°).  Guainía, PIB como el de Nauru (194°) y PIB per cápita como el de Filipinas (126°).  Vaupés, PIB también semejante al de Nauru (194°) y PIB per cápita como el de Papua Nueva Guinea (132°)

Vaupés es el departamento que menos le aporta al PIB del país.

Conclusiones: Hasta el departamento más pobre del país es más rico que al menos un país: Tuvalú. Casanare, Meta, Arauca, Santader y Bogotá, en ese orden son los que más riqueza por habitante generan. Mientras que Norte de Santander, Guaviare, Guainía yVaupés los que menos. Pero a fin de cuentas, combinados no estamos tan mal, no somos muy ricos, pero no somos tan pobres. Colombia tiene muchos problemas, pero quizás algún día podamos escalar más posiciones y convertirnos en el país que siempre hemos soñado. Igual soñar es algo por lo que no cobran… aún.