26 Horas En Cali (Parte 2/2)

Cali, Valle del Cauca. Junio 2 de 2012. 8:30 pm.

Iglesia San Antonio.

Luego de llegar en taxi al hotel, y dándole gracias a Dios de que no me hayan hecho el paseo millonario, ni que me hubiesen llevado para el tan famoso distrito de Aguablanca, por cuenta del taxista poco experimentado llegué al hotel. Sobre el taxista, luego que recorrí Cali me di cuenta que en realidad no me estaba engañando y dándome vueltas , como podría haber sospechado. Pero finalmente llegué. El hotel, Hotel Americana Carrera 4 con Calle 8, en pleno centro de Cali. Teniendo en cuenta que la mayoría de los hoteles que había averiguado cobraba más de 90.000 pesos, llegar a este por menos de 70.000 con una habitación amplia, bien amoblada, no estuvo tan mal. Según me dijeron después la zona no es exactamente la gran maravilla en la noche, pero es obvio que en todas las ciudades el centro no es precisamente El País de las Maravillas en las horas de la noche.

Apenas me pudo echar una recostada, mientras me bañaba. Me había puesto de acuerdo con Andrés, un contacto de twitter, gran amigo, que me serviría de guía por la ciudad. Luego de esa montaña de horas metido en un bus estaba exhausto, pero habría que aprovechar cada segundo. Andrés llegó a eso de las 9:00, con dos amigos más. En un taxi llegamos a un sitio llamado Loma de la Cruz, pero luego mis amigos caleños me llevaron a otro sitio, sino estoy mal se llamaba Parque de San Antonio, según me dijeron, la iglesia de San Antonio es uno de los monumentos más importantes de Cali. La panorámica nocturna desde allí es impecable, aunque ya a esa hora consecuencia de la caminata y de los zapatos a medio dominar me estaban cobrando factura.

De allí salimos al Parque El Gato de Tejada … pero no había solo uno, de hecho había muchos gatos. Según me explicó Andrés, al inicio sólo estaba el famoso gato de tejada … pero por un concurso o algo así, varios escultores hicieron muchos más y esos acompañan hoy por hoy al gato principal. Luego de tomar las fotos de rigor, mis guías decidieron dirigirse a un sitio para poder conversar y tomarnos algo, el sitio queda por la Calle 44 o algo así, la verdad mis conocimientos de geografía de Cali son bastante escasos. Allí pues nos tomamos algo, charlamos aunque por cierto yo era el menos conversador de todos, en parte por el cansancio, y en parte porque estaba rodeado de gente que había conocido hacía menos de tres horas. Pero igual eso no es disculpa.

Allí pude conocer a Juan y a otro twittero. Al final estuvo buena la cosa y a eso de las 2 de la mañana o algo así me mandaron en un taxi al hotel de nuevo.

Cali, Valle del Cauca. Junio 3 de 2012. 6:30 am.

Loma de la Cruz.

No dormí muy bien, de hecho creo que apenas pude conciliar el sueño una dos horas. Siempre me sucede eso cuando viajo. Me bañé, me cambié. Mis amigos caleños me había dicho que iríamos a comer cholao por los lados del estadio, pero por la tarde, así que tenía toda la mañana para salir a explorar. Luego del desayuno (incluido en el precio del hotel) paseé un poco por el centro de Cali, pero solo las Carreras 4 y 5. Sí, había algunos edificios, la plaza de Caicedo y el Palacio que se levantaba al frente.

Pero ya era hora de seguir. Entré al sistema de transporte masivo de la ciudad. El MIO es casi o más complicado que Transmilenio con el agravante de que en las estaciones no hay suficiente información para que un turista como yo pudiese tomarlo sin temor de terminar en el distrito de Aguablanca. Pero igual pude descifrar el oscuro código y me di una vuelta por el sur de la ciudad. Me tomó cierto tiempo, y aún más regresar hasta el centro de la ciudad. De allí tomé rumbo hacia el noreste. Mi pensamiento inicial era llegar hasta el CC Chipichape, pero de nuevo las distancias en Google Maps y Google Latitude se ven mucho más cortas de lo que son. Me guié por dos fuentes, la fuente de la terminal y la fuente de la solidaridad. De allí me dispuse a ir a pie hasta el CC pero justo cuando iba llegando, el peso de los zapatos y el cansancio me hicieron regresar.

Ya era más de mediodía y no había almorzado nada. Empaque todo, puesto que había decidido marcharme aquella misma noche. Hice el check-out en el hotel y dejé mi bolso guardando allí. Tomé un taxi hasta el terminal y compré mi boleto de vuelta a Medellín. Ahí entonces decidí tomar el MIO que supuse estaría cerca, cometí de nuevo un error de apreciación y caminé por la Avenida 2, que transcurre paralela a la Avenida de las Américas donde si pasa el MIO, luego de algunas cuadras, si crucé y logré llegar justo a la estación que me llevaría a la estación donde me encontraría con mis amigos/guías caleños.

Estadio Pascual Guerrero.

Cabe anotar que si metí tanto la pata no era tanto por no leer bien los mapas sino por el temor de sacar el celular y que pasara alguien y me arrebatara el celular de la mano, como ya me habían advertido. En fin, llegué a la estación Santa Librada … donde me encontré con mis nuevos amigos , nuevamente (valga la redundancia). De la estación Santa Librada, salimos a la Loma de la Cruz, esta vez se pudo apreciar mucho mejor el lugar. De allí, luego de un rato, caminamos hasta el sitio donde vendían los cholaos, por los lados del estadio y la caminata hasta allá tampoco era corta. Para destacar durante la caminata, la biblioteca departamental, que me recordó un poco un edificio que había visto en Buenos Aires, y el Estadio Pascual Guerrero. Aquél día jugaba Colombia y eso era lo que sintonizaban en el puesto de cholaos.

Ya había probado un cholao, o lo que se supone era un cholao, pero estos de verdad si eran sensacionales. Espectaculares. El regreso al hotel fue menos traumático, pero estaba exhausto … demasiado. Tomé el bolso y me dirigí en taxi al terminal. Además de ver el estreno de El Desafío 2012 y la final de Yo Me Llamo en la terminal, tuve otra vez que desenredarme, puesto que había que abordar el bus arriba, en el último piso, que es al revés de lo que sucede en Medellín. Pero bueno, como sea me di cuenta minutos antes de abordar el bus. Un bus con tomacorriente, señal de wifi, pantallas personalizadas … no pues Avianca. Pero al menos aquella noche pude dormir bien. Como no lo había hecho en más de 60 horas.

Medellín, Antioquia. Junio 4 de 2012. 7:00 am.

Luego de un prolongado sueño, había llegado a Medellín. Terminal Sur-Metro-Terminal Norte. Había bus de 8 de la mañana y sí, 20% de descuento en Rápido Ochoa. El viaje cansón, como siempre, al menos pusieron una buena película con Liam Neeson y la comida en Planeta Rica. Llegué a Sincelejo a eso de las 5 o 6 de la tarde. El colmo que cuando llegué tuve que esperar porque no había nadie en la casa.

Conclusiones.

Venta de cholaos.

Cali es una ciudad linda, hermosa, con sitios para ver y gente espectacular, atenta, servicial y amigable. Pero, y exponiendome a que los caleños me crucifiquen aquí por decirlo, hay algo en la ciudad que no la hace tan atrayente. Cartagena, Santa Marta, Riohacha, Tunja, Medellín y hasta Bogotá tienen una especie de identidad orgánica que se siente desde que uno llega, esa identidad es natural y fluye fácilmente y es irresistible para el turista. Cali, al igual que Barranquilla o Bucaramanga no tiene esa identidad. Uno ya calcula que tan atrayente para el turista puede ser una ciudad si cuando se habla de lo mejor que tiene es la rumba o los restaurantes. Igual esa es mi humilde opinión y pues así me parece. Igual debo agradecer a Andrés, Richard y el otro Andrés que me aguantaron mientras estuve allá. Quizás algún día vuelva, ya que si hay un motivo para visitar a Cali, al menos para mi, es la calidad de gente que la habita.


26 Horas En Cali. (Parte 1/2)

bus
El bus que me sacaría de Sincelejo aquella noche.

Sincelejo, Sucre. Junio 1 de 2012. 9:30 pm.

Apenas con un morral con unas cuantas mudas de ropa, un reproductor de música y mi teléfono celular, salí de casa rumbo a un viaje que sabía que iba ser bastante largo y desgastante, sin embargo era apenas lo necesario para aprovechar la ínfima semana de vacaciones que tenía por delante y que mejor que pasar el fin de semana paseando por la mitad del país. Sabía cual era el plan de viaje, afortunadamente ya me he acostumbrado a viajar en Rápido Ochoa para mis viajes por tierra hasta Medellín y si bien esta ciudad no era mi destino, la posibilidad de recorrerla un poco antes de seguir a mi destino final,  me impulsó a hacer una escala obligada allí, en lugar de seguir directo hasta el Valle del Cauca. Igual, me iba a costar lo mismo y tendría menos flexibilidad. La otra opción era tomar un bus de Expreso Brasilia que hacía un desembarco en Medellín con otra empresa dizque Arauca. Pero de acuerdo con lo poco que había leído la mejor opción era una empresa llamada Bolivariano. Entonces decidí tomar la ruta Sincelejo-Medellín en Rápido Ochoa y el resto Medellín-Cali en Bolivariano.

No había pasado ni 5 minutos desde que llegué a la oficina de Rápido Ochoa cuando la decisión demostró ser acertada. Por ser Junio el día del padre, los varones mayores de edad tenían un 20% de descuento, así que pude ahorrar algo en el camino. No dormí mucho durante el viaje nocturno. Quizás era la excitación, la «fiebre» como le dicen acá en La Costa, la ansiedad por conocer un lugar nuevo lo que no me dejó descansar apropiadamente. Lamentaría eso poco después. Aunque pude hacer siestas cortas, estuve bastante alerta. A diferencia del último viaje que había hecho a Antioquia, este tardó más de lo que hubiese esperado. En el último viaje llegamos a Santa Rosa de Osos en la madrugada, en este ya eran más de las 6 de la mañana, por lo que evidentemente no llegaría a Medellín antes de las 8 de la mañana.

Medellín, Antioquia. Junio 2 de 2012. 8:55 am.

terminal sur
En el Terminal Sur con Vista al Aeropuerto.

Cansado, ojeroso y hambriento había llegado a Medellín. Había llevado galletas y barras de cereal para entretener el hambre, pero mejor decidí esperar a estar en el bus con destino al Valle del Cauca. Llegué al Terminal del Norte, pero desde allí no salen los buses al sur del país. Había que atravesar la ciudad y llegar al Terminal del Sur, así que crucé el puente peatonal y entré a la Estación Caribe, compré dos tiquetes del metro y me dirigí rumbo a la Estación Poblado. Afortunadamente mi morral no era muy grande, así que no tendría que estar aguantando las miradas inquisidoras de los pasajeros del metro, pero igual me resultaba incomodo, porque estaba un tanto abultado. Debí llevar menos cosas.

Una vez en la estación poblado, tenía en mente lo que debía hacer, debía avanzar al oeste por la 10, pero una cosa es como se ve en Google Maps y otra como es en la vida real, no sólo era mucho más lejos de lo que imaginaba, sino que era un tanto menos seguro, puesto que había que cruzar calles donde no había semáforos y había que tener muy bien puestos los zapatos para correr a tiempo, por supuesto siempre siguiendo a los peatones nativos que si sabían lo que hacían, no como yo.

El Terminal del Sur es mucho menos activo (en otras palabras más aburrido) que el Terminal del Norte, llegué aproximadamente a las 9:15 y el bus de Bolivariano saldría a las 10, así que tenía mucho tiempo libre. Una de las cosas que podía hacer mientras tanto era observar el Aeropuerto que queda justo al lado, no es el aeropuerto principal de Medellín, ese queda en Rionegro, pero igual para entretener el ojo un rato, si vale la pena.

Para completar el tiempo, no me quedó otra que esperar y ver vídeos y si, trinar como loco. A las 10:15 salió el bus. A esa hora fue que se medio por probar bocado, La parte del viaje desde Medellín hasta el Eje Cafetero, mientras pasaban una película de policías cristianos, no me pareció la gran cosa. No había mucho que ver en el camino, pero lo que sí había que ver era el precio del almuerzo. 11.000 pesos, pero era comida como para 4 personas. Pero teniendo en cuenta que no había desayunado nada y la hora del almuerzo ya había pasado, pues había que comer todo. Luego, la entrada a los departamentos del eje cafetero, muy bonito todo, definitivamente hay que ir por allá en un próximo viaje.

Entrando al Eje Cafetero.

Tal y como me lo habían dicho, apenas entramos al Valle del Cauca, hubo un cambio. Si, desde allí hasta que llegué a Cali todas las carreteras son de doble calzada. No me quiero ni imaginar el tiempo que hubiese tardado si tan sólo hubiese habido una calzada repleta de tractomulas. Iba observando atentamente en Google Latitude por donde iba. ¿Cómo hacía la gente para orientarse antes de los GPS y los smartphones?

Cali, Valle del Cauca. Junio 2 de 2012. 7:30 pm.

Por fin, luego de tantas horas de viaje había llegado. ¿Impresiones iniciales? Sí, claro. El Terminal de Transportes de Cali no es tan intuitivo como por ejemplo los terminales de Cartagena, Barranquilla o Medellín. Para tomar un taxi había que esperar y si había algo que quería hacer en ese momento no era esperar. afortunadamente una anciana llegó en un taxi y para que el taxista me pudiera recoger tuve que fingir que era algo de ella. Pero resultó bien y pude salir hacía el hotel que era mi destino.

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Un Recorrido por El Monumental de Nuñez

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En las Afueras del Monumental

Ya era tiempo. Luego de haber recorrido los alrededores del Estadio Monumental Antonio Vespuci Liberti por varios minutos, los encargados habían dado la orden de entrada para el primer recorrido de la tarde. Había pasado por una gasolinera cercana en busca de pilas para mi cámara. Hubiese sido un crimen pasar por uno de los estadios mas emblemáticos del mundo, sede de una final de un Mundial de fútbol, sede de tantos encuentros futbolísticos importantes a nivel continental y mundial, y no tomar fotos. En mi corto recorrido por los alrededores, en Belgrano, me sorprendió ver la belleza y la organización con la que se ubican las edificaciones allí, y sobre todo los colores de la vegetación en el inicio del Otoño Austral.

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El Otoño en las Afueras del Estadio.

Cuándo compré el pase del recorrido dentro del estadio (45 Pesos Argentinos) el encargado me había indicado que la hora de inicio era las 3:15, eran las 3:10, había llegado un poco temprano, pero cuando mostré el pase me dejaron entrar, bajo la advertencia de que tardaría un poco para que el/la guía bajara, pero me dijeron que podía ver el museo mientras tanto.

Luego de pasar por los torniquetes, entré directamente. Había un tren en la mitad de todo eso, en medio de una reproducción de un barrio antiguo o algo así. Supuse que dicho tren tendría que ver con la historia del equipo. Pero me interesaba más lo que vi al fondo. Allí estaban los trofeos que había ganado el CARP desde su fundación, y créanme que son muchísimos, había muchas más cosas, especialmente en el segundo piso. Muchas fotografías, muchos documentos históricos y sobre todo nombres de Colombianos. Allí estaba Juan Pablo Ángel incluido dentro de la mitología de aquel equipo.

Ya era hora del recorrido. No había muchas personas, una sola familia iría conmigo en aquel recorrido. La persona que nos guiaría era una muchacha bastante joven, de unos 19 años. Entramos a un ascensor y llegamos a un salón llamado «Salon de Honor: Dr Leopoldo Bard» realmente no le presté mucha atención a la chica sobre el origen del nombre del salón, supongo que dijo algo sobre que fue quien consiguió el lote donde construyeron el estadio o no se si ese fue otra persona. Lo que si escuché es que el Club no inició en ese sector de la ciudad, sino en otro lugar bastante irónico. Si, el CARP inicia su historia en el famoso barrio de «La Boca» y según alcancé a entender, como los de Boca Juniors no quisieron prestarle la cancha para sus entrenamientos y juegos decidieron mudarse de ahí y nació la histórica rivalidad. Bueno con la ayuda de una pantalla, nos explicó los diferentes lugares por los que erró el club en sus inicios hasta llegar a Belgrano, donde se ubica actualmente.

Según la historia que escuché, el estadio es un estadio privado, pero ha recibido numerosos aportes gubernamentales, especialmente para el caso de los torneos que se han celebrado en Argentina, destacandose las ampliaciones que se hicieron para el Mundial de 1978 donde el estadio fue el escenario de la famosa final Argentina-Holanda.

El siguiente destino en nuestro recorrido eran los palcos especiales. Alquilados por grandes empresas y personas con buenos recursos, estos palcos tienen una visibilidad envidiable sobre el campo de juego, además de que los que los ocupan no tienen que mamarse la galleta de oír el estruendoso ruido exterior, ya que estos palcos están protegidos con un vidrio, que hasta donde se es bastante resistente.

Luego bajamos de nuevo a la parte inferior (estábamos en la parte superior del estadio) íbamos a ingresar al interior, a la cancha. La chica nos advirtió que haría un poco de frío. En efecto una brisa helada sopló apenas se abrió el portón. Y allí estaba, la verde grama del estadio, la vista de las graderías. En realidad era un estadio monumental. Los estadios más grandes en los que había entrado eran el Atanasio Girardot y el Metropolitano, y esto era definitivamente de otro nivel, el rojo y el blanco contrastaban con el verde de la grama. Una visión espectacular. Apenas pude lograr que la chica me tomara un par de fotos. El recorrido estaba por terminar ya. La chica nos sacó de la cancha y nos llevó por un patio interno para terminar de nuevo en el museo de la entrada.

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Dentro del estadio.

En una especie de globo pusieron una película de esas dizque de 360°, pero luego de un par de minutos decidí salirme, tampoco es que las estadísticas del fútbol extranjero me atraigan tanto. El recorrido había terminado era hora de regresar al hotel ubicado por allá del otro lado de la ciudad en Venezuela con Perú.

La idea de mi papá había sido genial, el me había dicho que no pódía irme de Argentina sin pisar el Monumental, lo hice y como siempre, sus ideas siempre producen muy buenos resultados. Creo que debo escucharlo de vez en cuando. Apenas pude ver desde la ventana del taxi la enorme flor metálica de la Plaza Naciones Unidas. Me quedaba unos días en la ciudad. Definitivamente tenía que ver aquello.

3000 Kilómetros por Colombia (Parte I)

busvistaSincelejo, Sucre. Sábado 4 de Junio de 2011: 9:43 pm. Agarré el morral que siempre utilizo para mis viajes cortos. Se escuchaba la música en las calles, al fin y al cabo era un Sábado de rumba, inicio de mes además. Ya era tarde, la encargada de Expreso Brasilia me había indicado que el bus con destino a Bogotá saldría a las 9:30, por el módico precio de 50 U$, pero me imaginé que ella decía eso con el único fin de hacer que los pasajeros estuviesen a tiempo para el bus que en realidad saldría a las 10 de la noche, pero cuando iba en la moto hacía la troncal, observé los dos buses de esa empresa, entonces sospeché que había perdido el viaje.

En efecto había perdido el bus. Rápidamente me dirigí a la otra empresa que ya sabía que tenía viajes para el interior del país desde mi ciudad, Sincelejo, así que me dirigí a Rapido Ochoa, de suerte el bus que sale para Medellín sale exactamente a las 10, y ya el bus estaba cerrando las puertas cuando, alcance a decirle al tiqueteador que me hiciera un pasaje…35 U$, sabía que gastaría más de lo que hubiese gastado si hubiese hecho el viaje directo, pero ese es el precio de la impuntualidad. No vi mucho del camino, apenas pude dormir los suficiente, despertando de vez en cuando para observar que si íbamos por el camino correcto: Planeta Rica, Tarazá, Yarumal, Santa Rosa de Osos, fueron los que alcancé a ver entre sueño y sueño. Apenas pude ver el amanecer bordeando las montañas cercanas al valle de Aburrá, había llegado a Medellín. En el terminal debía darme prisa, sería demasiado peligroso llegar a Bogotá tarde en la noche un Domingo, conseguí el tiquete por 30 U$, salía a las 8 de la mañana, tenía media hora para desayunar.

Medellín, Antioquia. Domingo 5 de Junio de 2011. 7:56 am. Era hora de subir al bus, no era nada agradable pensar que tenía por delante 13 horas de viaje además de las 9 por las que ya había terminado de pasar, pero era más la ansiedad por llegar que cualquier pereza física o mental que el viaje me produjera en ese momento. No había mucho que ver, sino el inclemente calor que hacía en la parte externa que se lograba colar en el poderoso bus con aire acondicionado. Marinilla, Cocorná, Puerto Triunfo. A eso de la una de la tarde pude avistar el Magdalena, estabamos en La Dorada. La vía por Honda no era la que ibamos a tomar. Fue una tarde de perros, el bus no entró de lleno a Cundinamarca, que estaba a la vista, sino que entró al Tolima. Mariquita, Armero, Cambao. Como a las cuatro de la tarde pude avistar el lugar donde ocurrió la tragedia de Armero. Un Cementerio. Increíble, como la fuerza de la naturaleza doblega el orgullo humano y provoca desastres de este tipo. Todavía quedaban muchas horas de viaje. Una señora como de 70 años, que salió de Medellín estaba encartada con unos mecatos que no le gustaron para nada, los repartió en el bus, al menos me pude entretener un rato. Pasé por lo que alguna vez me dijeron que le decían «las playas de Bogotá», en realidad era Girardot, que era lo más cercano que tenían en la Sabana de Bogotá a una ciudad turistica de Tierra Caliente. Me pareció más bien como un coveñas sin mar. Seguimos por la ruta de La Mesa, otra vez los desfiladeros de espanto en la falda de la cordillera, los peajes, algunos tramos inundados y por fin pude ver las luces de la capital. Al llegar al terminal, tomé mi taxi y me fui rumbo a mi destino.

Bogotá DC, Domingo 5 de Junio de 2011. 8:25 pm. Observando la ciudad desde la ventana de mi taxi, recordé las veces que había llegado a esa ciudad anteriormente y todas las promesas, ahora rotas, que me había hecho a mi mismo de regresar para vivir allí algún día. Una ciudad encantadora, en el centro de todo y a la vez tan distante de donde nací. Llegué al barrio donde un amigo me pudo recibir, afortunadamente, era hora de descansar.

Bogotá DC, Lunes 6 de Junio de 2011. 10:20 a.m. Fui al portal de Transmilenio, decidido a ver la ciudad, en compañía de mi amigo que también debía comprar algunas cosas. Fue bueno llegar y ver otra vez la avenida Jimenez, el llamado Eje Ambiental, luego caminar hasta la séptima que me recordó mucho a otra capital, más al sur en la que estuve alguna vez. Y luego, el mercado de las pulgas, fue raro estar en lugar así, pero más raro aún ver como las cosas que otra gente encontraba inutiles o inservibles otros la compraban, incluso pagando más de lo debido, hasta yo caí en esa red. Había quedado con unos amigos de vernos en el Portal de la 80 a eso de las 3, había hecho calor todo el día, pero depronto cuando iba de regreso empezó a soplar un viento helado. Al regresar al apartamento estaba lloviendo ya. Como pude me cambie y llegué al sitio donde estaban todos. La idea era ir a cine. Nunca jamás en mi vida había hecho una fila por más de 5 minutos para ver una película, tarde casi una hora, afortunadamente un amigo estaba al lado mio. Eran las 5 y la película era a las 8:15, es decir quemamos todo ese tiempo conversando de todo un poco. Al finalizar la película debía volver, al día siguiente debía seguir mi camino.

Bogotá DC, Martes 7 de Junio de 2011, 7:15 am. Observaba la carrera 80 desde el interior del articulado, la oficina de la Universidad Pedagógica, hacia donde me dirigía no estarían abiertas hasta las ocho. El articulado dobló por la Caracas y siguió, no me detuve en la estación de la 72 como debía, puesto que era bastante temprano así que seguí hacía el sur, hasta donde estimé que el viaje de regreso tardaría los suficiente como para llegar en horario de oficina, llevaba todo mi equipaje conmigo, así que no era cómodo, pero como pude llegué hasta la estación de Fucha y de ahí salí de nuevo hacía el Norte. Cuando llegué a la 72 eran las 8:25. Subí hacia la pedagógica entregué todos mis papeles en regla, incluyendo las fotografías que eran de la visa canadiense que nunca prosperó. Regresé a la estación, esta vez debía ir hasta el Portal del Norte. El articulado que tomé sólo llegaba hasta Toberín, así que de ahí tuve que tomar otro hasta el portal. Las indicaciones eran claras, debía atravesar el puente peatonal sobre la Autopista Norte hasta el frente de Almacenes Exito, donde me esperaba el bus que me llevaría hacia mi siguiente destino: Tunja.

Memorias de mis viajes: Tolú y Coveñas.

Habiendo ido tantas veces a Tolú y Coveñas, resulta desafiante tratar de escribir algo que condense lo vivido en esos sitios, pero puedo empezar en orden cronológico inverso.

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Parque en Tolú.

Teniendo en cuenta que en Semana Santa , demasiada gente quiere ir a pasar bueno en las playas del golfo de Morrosquillo, debe tenerse en cuenta que el transporte puede estar complicado para estas fechas del año, y tambien en vaciones de mitad de año, en Diciembre, la semana de receso escolar en Octubre, bueno, en fin, por ejemplo para conseguir un cupo en uno de los buses de tranporte público en estas fechas toca avisparse y correr apenas se vea aparecer en el horizonte el antigo bus que este en turno, y si usted es mujer mejor digale a un hombre que se monte primero y le aparte el cupo o puede terminar aplastada en mitad de la puerta de acceso.

Tolú es un destino sencillo, no hay un arquitectura ultramoderna, como en El Rodadero o Bocagrande, es un pueblo sencillo y tiene construcciones pintorescas, la gente acude a sus playas por el fácil acceso a servicios de comidas, y rumba, a diferencia de Coveñas donde es mucho más dificil, además de costoso. Sin embargo las playas de Tolú, aunque son atractivas y el municipio ha hecho un esfuerzo por mantenerla en el mejor estado posible sobre todo para fechas de vacaciones, no son tan apetecidas como las de Coveñas.

Pero antes de desplazarnos a Coveñas, recuerde darse un paseo por el camellón de Tolú, darse un paseo por el pueblo y mirar sus arquitectura y por supuesto dar un paseo en las famosas «bicitaxis», es un excelente destino para turistas con recursos limitados.

A unos 40 minutos de Tolú está Coveñas, Coveñas es en esencia diferente a Tolú, es más una sucesión lineal de cabañas de descanso y negocios, que un pueblo en el sentido estricto de la palabra, por eso además de la diversión diurna que ofrece la playa, en las horas de la noche muchos deciden ir a Tolú, donde la oferta en rumba es un poco más variada. Cerca de Coveñas está un brazo de mar conocido como Cienaga de la Caimanera, que es un lugar a visitar cuando se decida a conocer el golfo de Morrosquillo.

Por último un paseo por los kilometros de playas de Coveñas pueden ser sumamente satisfactorios, especialmente en compañía, ver en el horizonte la amplitud del Golfo de Morrosquillo, y ver en un costado como se pone el sol en medio de la tarde. Aunque ya hayamos ido y venido tantas veces de Tolú y Coveñas, siempre habrá algo interesante que hacer en esas hermosas playas, eso si tenga cuidado a la hora de gastar y/o de contratar servicios, l@s comerciantes de la zona son expertos en «darle por la cabeza» a los turistas inexpertos. Solo sobra decir que hay que ir y conocer los encantos de estos hermosos lugares dentro de nuestro departamento.