Hace mucho tiempo que escribo. Desde aquellas locuras inspiradas por el programa de televisión de moda, pasando por los intentos fallidos de diarios, hasta las prolongadas sagas resumidas en inglés para que nadie las leyera, hasta finalmente este blog y las novelas y cuentos que he podido terminar, siempre me ha asaltado esta pregunta.
¿En realidad empecé a escribir para mi o para que otros leyeran lo que escribo? Quisiera creer que era una de las dos opciones, pero me estaría mintiendo a mi mismo, si he de ser sincero empecé a escribir con la esperanza de que otros me leyeran, aunque en realidad no era demasiado optimista. Me decía a mi mismo que si al menos una persona le interesaba lo que yo escribía me daba por bien servido.
Ahora, 3 años después de haberme lanzado al ruedo de escribir y publicar, me he dado cuenta que en alguna parte del camino he perdido parte de mi motivación inicial, en parte debido a que ya encontré mi propia voz.
Es un proceso complejo llegar a ese momento en que dices «así, así es como quiero escribir», pero también me he dado cuenta que en este proceso he cometido muchos errores, siendo el más grande de ellos esperar que a alguien le guste lo que yo escribo.
He decido escribir no esperando buenos comentarios, o felicitaciones o incluso vistas en mi blog, un blog en el que dicho sea de paso no gano ni un sólo peso, pero que me da la posibilidad de plasmar por escrito tantas cosas que pasan por mi mente y que quiero ver traducidas en palabras.
Quiero escribir para mí mismo, y ser yo el que se sienta contento y satisfecho con lo que escribo. Si a alguien más le gusta lo que hago es punto extra, pero no es mi objetivo número uno.
Extraño aquellos días en los que me sentaba frente al computador y escribía naturalmente, sin medir las palabras, sin pensar en quien o cuál se podría ofender con lo que escribo y sobre todo, sin discriminar temas porque no serían lo suficientemente interesantes. Quiero escribir lo que me sale del alma y del corazón, porque me hace sentir que tengo el poder sobre algo, porque es lo que siempre he amado a hacer desde niño, porque es lo que me hace sentir bien.
Quizás en unos días, en unos meses, o en unos años vuelva a sentirme satisfecho con lo que escribo y con lo que publicó, por lo menos ya empecé dando el primer paso.