Terminó oficialmente la semana del amor y la amistad, y como toda celebración que transcurre en nuestro amado y maltratado país, el remate de la fiesta estuvo cargado, no sólo de entregas de regalos rebajados a última hora y de promociones en los moteles y residencias, sino también de peleas de borrachos, con muertos y heridos por todas partes… como si no fuera una fiesta para celebrar con los amigos y la pareja, sino el preludio de un apocalipsis zombie.
Zombies como los que vimos en la segunda entrega de la serie de Maze Runner, titulada en español Prueba de Fuego (The Scorch Trials), cuya entrada, si usted fue inteligente, debió servirle 1) como regalo de última hora para no quedar como un cuero con el amor o la amistad y 2) para escapar de la tentación de irse a hartar de alcohol y terminar sumando en las estadísticas de muertos y heridos de El País, El Colombiano o El Heraldo… y podríamos agregarle un 3) porque ¿qué mejor obertura para una noche de promoción 2×1 en un motel, el día del amor y la amistad, que ir a ver una película young-adult? ¡Es decir tres pájaros de un solo tiro! Pero bueno, mejor hablemos de la película.
Adolescentes en una sociedad distópica que los trata como pedazos de carne desechable.
Aunque la premisa de «The Maze Runner» resulta inquietantemente parecida a la de «The Hunger Games«, al menos en el campo cinematográfico logra diferenciarse lo suficiente de la saga de Suzanne Collins, como para considerarse su digna sucesora en el campo de la ciencia ficción para adolescentes y no tan adolescentes.
Decir que «The Maze Runner» («Correr o morir», en la traducción para latinoamérica) es otra película tonta para adolescentes y adultos jóvenes, en la misma línea de producciones mediocres como Divergente, Twilight o Cazadores de Sombras sería no sólo injusto sino también errado.
La película inicia cuando Thomas (Dylan O’Brian) despierta en un elevador que lo transporta a un lugar llamado «El Área», completamente rodeado de un intrincado y monstruoso laberinto y sin absolutamente ningún recuerdo de su vida pasada salvo el de su propio nombre. Thomas se debatirá entonces entre el misterio de la existencia de «El Área» y el laberinto, las reglas y condiciones de una sociedad compuesta de adolescentes transplantados hasta allí sin ninguna razón conocida y los peligros ocultos en el lugar.
Si la combinación de suspenso, acción y drama adolescente no fuera suficiente para mantener al espectador al borde de la silla, es la reflexión bien lograda que hay en el trasfondo de la cinta, lo que la diferencia del montón.
Afiche promocional «The Maze Runner»
Los habitantes de «El Área» reflejan la sociedad actual que se divide entre aquellos que creen que es válido sacrificar la seguridad por la libertad y aquellos que creen que la libertad, la posibilidad de tener opciones, vale cualquier sacrificio. Es en este choque de opiniones que surgen el «héroe» que ama la libertad (Thomas) y el «villano» (Gally, Will Poulter) que defenderá a toda costa la seguridad de las personas que ama. Y es aquí donde radica uno de los elementos mejor logrados de la película y es que aunque es fácil dejarse llevar por la comodidad de clasificar los personajes en buenos y malos, en realidad no existe tal cosa, sólo existe personajes con una diferencia radical de opinión, lo cuál deja la reflexión de que en realidad no se necesitan guerras y enfrentamientos para zanjar tales cuestiones.
En el climax de la película Thomas y Gally se enfrentan violentamente por su diferencia de pensamiento: Thomas quiere arriesgarse a buscar la salida del laberinto, pero Gally lo considera un peligro innecesario y espera que las cosas se conserven tal y como están, sin arriesgar nada. Lo irónico del asunto y de esta sociedad es que ambas ideas pueden coexistir sin llegar a la violencia. El problema surge cuando se quiere forzar a otros, que no están convencidos, a hacerlo.
La película cuenta con una dirección excelente, por no decir impecable, con varias escenas que particularmente considero entre las mejores del cine del último año y que quizás en 10 o 15 años lleguemos a considerar como clásicas. Las actuaciones son vívidas y no sólo de parte de O’Brian y Poulter, sino también de Kaya Scodelario (Skins) cuyo parecido físico con Kristen Stewart no sólo es inquietante, sino conveniente para la cinta ; Thomas Brodie-Sangster, a quien vimos en Game of Thrones como Jojen Reed y el coreano King-ho Lee. Pero es Patricia Clarkson la que logra no sólo completar el rompecabezas de la cinta, sino que da el impulso necesario para esperar con ansias la segunda entrega.
Una opción completamente recomendada para este mes del Amor y la Amistad, a menos que usted sea de los que crean que la ciencia ficción predice el futuro y no quiere que sus hijos, nietos, bisnietos o tataranientos terminen en una sociedad que los considera pedazos de carne desechables… ¡Feliz Amor y Amistad!
La verdad nunca he sido muy fanático de las telenovela. Es una experiencia demasiado larga y poco satisfactoria a corto plaza estar pendiente de la misma historia que por mucho que pasa, no pasa nada, no voy a negar que he seguido algunas telenovelas, de hecho más que todo cuando era niño, antes que la adicción al Internet terminará para siempre con el vicio de la televisión. A pesar de lo anterior, me ha causado curiosidad la popularidad de una telenovela, Méxicana por cierto, que se emite en varios países de la región con gran éxito. Y estamos hablando de Teresa.
Aunque está enmarcada en el tradicional y tantas veces machacado argumento de pobres contra ricos, ricos contra ricos y así, me sorprende ver que una telenovela mexicana esté tan bien escrita y distribuida. Empezando por el elenco, la actriz que protagoniza Angelique Boyer además de ser una belleza (ya la habíamos visto en Rebelde) en todo el sentido de la palabra asume muy bien el rol, y Cynthia Klitbo que por lo general estamos acostumbrados a verla en el eterno rol de la mala, mala, en esta telenovela se despoja de todo el glamour y la elegancia de las villanas para encarnar a una simple costurera de vecindad.
El cuento es más o menos así y me perdonaran que si lo cuento mal no me crucifiquen y es que de la novela he visto pocos capítulos, pero los que he visto sumados con todas las reacciones que se generan alrededor de ella, me dan suficiente confianza como para hablar de la historia. Teresa es una muchacha universitaria, bien preparada pero que le oculta a sus compañeros de clases que es de origen humilde, su novia de toda la vida Mariano es un doctor cuyo propósito no es ganar montones de dinero con su carrera sino todo lo contrario, utilizar sus conocimientos para salvar vidas, Teresa no soporta que Mariano no quiera ser millonario y darle la vida que ella cree merecer, por eso decide abandonarlo para conquistar a Arturo un exitoso empresario dueño de un capital con el que Teresa ha soñado toda su vida, en ese proceso Teresa logra manipular la situación y se convierte en la esposa de Arturo. Si, ya lo se, no suena muy diferente a cualquier otro culebrón del que hayamos oído hablar con anterioridad. Pero la cuestión es la siguiente, en su proceso para lograr sus propósitos Teresa se debate entre la frialdad de su ambición y el amor, y no solo eso sino que en arrastra a su paso una serie de enemigos y enemigas que harán lo posible para desenmascararla.
Lo que me llama la atención de la telenovela es que no parece estar muy lejana de la realidad, ¿cuantas mujeres no utilizan sus «encantos» para ganar dinero y/o posición social a través de ellos? Teresa no es una villana común y corriente, tiene un pasado que la aflige y es el de la pobreza, el de la miseria que tanto detesta y de la que tanto quiere salir y tiene las armas para lograrlo, muchos estaremos de acuerdo con lo que ella hace, el fin justifica los medios, después de todo y si el lugar donde vivo no me da lo que necesito, se debe buscar la manera de salir del atolladero. Otros estarán en desacuerdo, pues Teresa siendo abogada no se rige por la Ética o por la moral con tal de conseguir su propósito.
Otra cosa es que la historia está perfectamente narrada para la época que vivimos, sus personajes son reales y creíbles, no como en las telenovelas tipo «cuento de hadas» de Delia Fiallo y la audiencia se puede identificar fácilmente con ellos, claro está que busca aveces la salida fácil al melodrama y realmente espero que el final, que se espera que sea pronto no vaya a ser tan predecible como se puede ver ahora, que es un defecto terrible de las telenovelas. Pero en términos generales Teresa logra su objetivo que es capturar una audiencia de todas las edades, desde las niñas que quieren ser como ella, los muchachos que disfrutan morboseando a Boyer en la pantalla hasta las ancianas que se ven las 7 novelas diarias y además de eso da para pensar, da de que hablar, de que debatir… y ese es al final de cuentas un logro positivo. Duela a quien le duela.