
Lo primero que llama la atención de Quattrocento, novela escrita por la española Susana Fortes, es lo contradictoria que es su premisa. Es una novela que abiertamente critica la ficción del estilo de «El Código da Vinci» catalogando el género como «supersticiones modernas o posmodernas que están tan en boga» o «catálogo de profecías a lo new age» o sencillamente como «supercherías», pero no hace falta leer más de dos capítulos para saber que Quattrocento también hace parte de ese género de supersticiones y supercherías que tanto critica la autora, con el ya viejo cuento de «académicos enfrentan colectivos ocultos con una agenda secreta» que tan famosas han hecho a las novelas de Dan Brown.
La novela que se extiende por 342 páginas (Versión Planeta, 2007) es narrada desde dos puntos de vista separados por 527 años de historia: En 2005, Ana, una estudiante de posgrado en Florencia, se interesa en un pintor del renacimiento llamado Pierpaolo Masoni que fue testigo de la masacre perpetrada en 1478 en contra de la Casa Medeci en la Catedral de Santa María del Fiore, sin saber que los resultados de su investigación podrían conducirla al peligro y a la muerte. Intercalados entre los capítulos en primera persona de Ana, tenemos los capítulos en tercera persona de los hechos que condujeron a la masacre en 1478, enfocándose parcialmente en el joven aprendiz de Masoni llamado Luca, aunque salta de enfoque de acuerdo a como lo requiera la acción.
Los capítulos de Ana, al ser en primera persona, se parecen demasiado a la típica novelita young-adult, en la que la heroína que se cree más fea de lo que es, se debate entre decirle a su príncipe azul (en este caso Giulio Rossi, el director de su tesis y amigo de su padre) que lo ama perdidamente o mantener la compostura. Los capítulos situados en 1478 son mucho más objetivos y confiables, al no estar nublados por la capa de sentimentalismo que cubre a Ana.

Las dos narrativas corren de manera separada, tanto así que podrían leerse de manera separada, pero la autora tuvo cuidado de crear el tema de la novela, a partir de sus dos mitades, planteando las preguntas «¿Preferimos pasar por alto las señales de la desgracia para no sentir miedo?» y «¿Qué tanto estamos dispuestos a arriesgar para conseguir lo que queremos?». Ambas preguntas se plantean en la narrativa de 2005 y 1478 de manera constante.
No puedo decir que la novela me gusto. Tiene apartes muy buenos, algunos capítulos excelentes, que demuestran una investigación profunda de la autora, pero como un todo no termina de funcionar. La autora quiso mezclar las pendejadas young-adult que tan de moda están hoy en día, con el misterio de las novelas de Dan Brown, incluso en el mismo ambiente mediterráneo, con un toque de novela histórica a lo coming-of-age. Demasiados elementos, quizás intentando crear algo diferente y único, pero que termina pareciéndose demasiado a lo que ya hay en el mercado, descuidando el argumento general que termina pareciendo tonto. Quizás sea cuestión de leer otras obras de la autora y entender su estilo narrativo, pero leyendo solo esta, me parece que se ha quedado corta.
Libro 3/12 para 2014