NaNoWriMo 2014 o Cómo Escribir Una Novela En 30 Días.

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Luego de cuatro semanas en las que literalmente se vieron afectados mi apetito, mi sueño, mi salud, mis relaciones interpersonales, familiares y laborales, terminando con un nivel de estrés tan alto que hasta hubo días en los que literalmente no podía pararme de la cama, finalmente pude terminar con el reto del Mes Nacional de la Escritura de Novelas (NaNoWriMo), que al igual que todos los años desde 1999, consiste en escribir una novela de al menos 50.000 palabras entre el 1 y el 30 de Noviembre.

Esta es la segunda ocasión en la que participo, luego que en 2011 escribiera mi primera novela, titulada «El Mototaxi»  (disponible en Amazon y en Google Books), una historia que revisité y expandí en el año 2012. Había escrito «El Mototaxi» como una manera de aproximarme a un trabajo de ficción que se desarrollara en mi departamento y en mi ciudad, Sincelejo, desde una perspectiva moderna.  El año pasado, en 2013, me dediqué a escribir mi segunda obra de ficción titulada «El Penúltimo Espejismo» a diferencia de «El Mototaxi», que fue un experimento relativamente sencillo, El Penúltimo Espejismo fue un trabajo mucho más complicado a nivel de escritura, porque contenía un trasfondo mucho más oscuro, aunque iniciara precisamente como una ficción tipo adolescente, luego se desenvuelve en una historia mucho más densa, que era imposible de escribir en 30 días.

Para este año había decidido que escribiría una novela para NaNoWriMo, sin embargo no estaba seguro de cuál historia debía escribir, por eso el 12 de Octubre, en este mismo blog lancé una encuesta con seis muestras de las seis historias potenciales que escribiría en Noviembre. De lo que estaba seguro era de que quería explorar los géneros. La primera historia era una historia de suspenso;  la segunda de acción y romance; la tercera de romance puro; la cuarta de ciencia ficción, la quinta de Fantasía Medieval y la sexta de Fantasía Moderna.

Los resultados de la encuesta fueron los siguientes:

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Un empate entre la historia 1 y 5, seguido de cerca por la historia 3, que sumado a las respuestas individuales que me dieron vía facebook y whatsapp, declararon como ganadora a la historia número 1, misma que titulé luego «La Fortaleza Rota».

La Fortaleza Rota (Borrador disponible en este link) es una obra, que al igual que las otras, venía pensando desde hacía mucho tiempo, es interesante ver como cuando inicialmente pienso en las obras son mucho más «rosas» y melodramáticas y en palabras terminan siendo bastante oscuras. Basé la historia en dos tipos de historias, las historias de asesinatos sin resolver, que por lo general se ven en el cine y la televisión estadounidense, y un poco en los melodramas de la televisión latinoamericana, aunque casi sin querer terminé incluyendo una historia completamente local, que se desarrolla en La Mojana colombiana.

La novela aún no está terminada, pero ya he cumplido con las 50.000 palabras iniciales, estoy precisamente trabajando en los últimos capítulos, quizás los más difíciles, pero al menos ahora no tengo el limitante del tiempo para lograrlo. No sobra agradecer a todos los que me ayudaron durante este mes con su apoyo incondicional, su ánimo y sus palabras a alcanzar esta meta, que si bien no fue la de escribir una serie de 12 cuentos, compensa de sobra el objetivo literario que me planteé para este año.

Espero que el próximo año, no sólo yo, sino muchos de ustedes se animen a escribir una novela. Es mucho más de lo que otros pudieran decir.

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Lo Que Las Lluvias Revelan Sobre Colombia

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Los recursos hídricos de Colombia son enormes ¿Se han sabido aprovechar?

Colombia, ubicado en la mejor posición de América del Sur, entre el Caribe y el Pacífico, con enormes recursos hídricos, atravesado por grandes ríos, que cubre extensos valles y llanuras. Colombia es sin duda una tierra privilegiada.

Pero toda esa maravilla se asemeja mucho a un hermoso collar de perlas, pero arrojada a los cerdos, justo como en la parábola bíblica. Es cierto, nuestro país tiene un potencial enorme en cuanto a aguas se refiere, pero aquí en vez de utilizarlos a nuestro favor, lo que se ha hecho continuamente desde que se fundó esta nación ha sido maldecir ese enorme privilegio contenido en nuestros mares y ríos.

Solo en un país como este, se les ocurre hacer el desarrollo a kilómetros del mar, huyendole, renegando de el, como si fuera una carga a cuestas, en lugar del enorme benefactor económico que en realidad es. Solo en un país como este, se les ocurre producir todo en la cima de las montañas para después poner todo en camiones que avanzan por desfiladeros de espanto, en las peligrosísimas faldas de los Andes Colombianos. Solo en un país como este ocurre semejante despropósito. ¿Cuanto daría Bolivia por un marginal pedazo de tierra costera como el que han pelado históricamente con Chile?

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Pueblos Inundados por la Ola Invernal

Pero eso no es todo, no solo los mares, sino los ríos, las cienagas, los humedales, revelan mucho más de esta tierra, nacida a destiempo por unos afanes históricos innecesarios. Sólo en este país se ha tratado de contener los ríos, como si fueran en lugar de una fuente de agua y alimentos como un monstruo adormecido que debe ser mantenido fuera de la vista de los seres humanos. No es sino ir al puerto fluvial por excelencia, Barranquilla, para darse cuenta que ahí uno no ve el río por ningún lado, la ciudad se abrió lejos de él. Mientras que en ciudades de índole semejante, como New Orleans, es el río el epicentro de la ciudad, el corazón, el núcleo urbano.

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Los Zenues aprovechaban las inundaciones, para nosotros es una tragedia anual ¿Se puede hacer algo?

En ese sentido no es sino recordar cuantas cienagas y humedales han sido drenados y secados a la fuerza para dar paso a asentamientos humanos, no es sino ver La Mojana y Chía para darse cuenta que estas embarradas garrafales han ocurrido en todas las regiones del país. Muy pocas obras inteligentes, como las represas con fines hidroeléctricos, han utilizado sabiamente nuestros ríos. A diferencia de los Zenúes que redirigian todo el agua en una red descomunal de zanjas y canales, que aprovechaban para la agricultura toda el agua en la época de lluvias, hoy esa misma época es sinónimo de tragedias. Muchos le echan la culpa a la tala indiscriminada en la orillas, otros a la corrupción, y en fin no nos damos cuenta que todo está mal desde el principio. Creemos que el agua es el enemigo, cuando es el mejor regalo que se le ha dado a la humanidad y aquí tenemos de sobra. El día que comprendamos que no es cuestión de apartarnos del agua, sino acercarnos para utilizarla adecuadamente, ese día cesaran las inundaciones, y podremos por fín contemplar la lluvia con gozo y no con miedo.

Lo que le debemos a Uribe

Si usted está leyendo esto probablemente está cómodamente sentado en su casa frente a la pantalla del computador, preocupándose de cosas como las cuentas de fin de mes, la inseguridad en las callas, la salida del próximo fin de semana con los amigos, los problemas con la novia o el novio, en fin. Pero acaso se ha imaginado usted como es vivir aislado, viviendo de lo que produce la tierra, llevando una vida sencilla pero satisfactoria. Muchos de nosotros no nos imaginamos en semejante plan, rodeados de mosquitos y otras bestias tropicales pertenecientes más al mundo de la ficción que al mundo real.

Pero sí, aunque no lo creamos, hay muchos, muchos Colombianos que viven así y son los Colombianos que el DANE contabiliza como la Colombia Rural, pero viviendo en este pueblo alejado de la Mojana Sucreña y oyendo las historias de los periodos oscuros de finales del siglo XX y comienzos del XXI no me queda duda de que aquellos que critican al ex-presidente Alvaro Uribe Velez tienen una versión bastante «Disney» de lo que era Colombia antes de que el, si el paisa, el de carriel, el que muchos han tildado de paramilitar, el que no iba con los protocolos reales, el que escuchaba al pueblo, si el, llegara a la Presidencia de la República.

Así como las historias que he escuchado aquí, son las historias en tantos otros y más vastos territorios de nuestra geografía nacional desde las llanuras de los Llanos Orientales, El Magdalena Medio, el Chocó y tantas otras regiones que parecen estar tan lejos de la agitación de Bogotá, Cali, Medellín, Barranquilla o Bucaramanga que parece que pertenecieran a otro país, un país que no conocemos, o que no conociamos, al menos hasta hace unos años.

Las historias que escucho de sangrientas tomas guerrilleras, de combates salvajes entre un ejercito debilucho y paramilitares, de paramilitares y guerrilla y de guerrilla y ejercito, que desembocaban en más muertes civiles; historias de hombres que eran comunes y corrientes pero que un día se vieron forzados a tomar las armas para defender su sustento de trabajo de una guerrilla morbosa y sádica, hombres que después se convirtieron en una contraparte igual o más oscura a la guerrilla, capaces de crimenes atroces sin ningún remordimiento. Historias de asesinatos a sangre fría a plena luz del día, historias de muchachos que corrieron por su vida y murieron justo antes de entrar a su casa, de cuentas pendientes, de asociaciones con los políticos, con los policías. Historias que si se cuentan en una misma noche le quitan el sueño hasta al más tranquilo.

Historias, historias, pero la historia más cruel quizas es la de todos los demás, los inocentes que se veian involucrados por las circunstancias, atrapados en una incetidumbre eterna de si el siguiente muerto, será alguien cercano, de si salir a la calle es un peligro, de si se puede hablar o no, porque todo era una excusa para matar en esa época y lo peor era que ese estado, cuya obligación desde su concepción es el de proteger a sus ciudadanos, los tenía como ciudadanos de tercera categoría que eran solamente carne de cañón que no importaba mucho quienes morían y quienes no.

Hasta que llegó Uribe, quien le siguió a Pastrana, que no sirvió para nada mejor que para entregarle el país a la guerrilla y verla fortalecerse y por regla de tres simple se tuvieron que fortalecer los Paramilitares y en la cadena de desconfianzas y errores, de ayudas prohibidas, murió tanta gente. Hasta que llegó Uribe, quien decidió aniquilar esa sombra que se cernía espesa y densa sobre las cabezas de nuestros campos, de nuestros compatriotas, que decidió hacer presencia, solida en cada pueblo, vereda, por pequeña que fuese, porque sí, Bogotá, Medellín o Cali son muy importantes pero su importancia es relativa, la constitución no indica que un pueblo sea menos que una ciudad, que no se deben invertir recursos. Fue ahí en esa concepción erronea de que mientras la guerrilla se quedara en el sector rural pues  menos mal para todos. NO, es ahí donde se fortaleció y llego a expanderse tanto que llego a ser casi que incontenible, con pescas milagrosas, ataques a poblaciones, y asesinato de alcaldes, gobernadores y concejales.

Fue Uribe quien se apersonó del tema, dando la orden de que ningún municipio del país quedara sin protección, de que las carreteras fueran seguras y así fortaleció la confianza del mundo en un país que ya no soportaba más desprecios de la comunidad internacional, de sus hermanos latinoamericanos, de las grandes potencias, ese mismo país es ahora una economía relativamente sólida, que resistió la crisis económica más brava desde «La Gran Depresión» quien se encargó de supervisar obras ya destinadas a convertirse en elefantes blancos donde reinaría la corrupción y la negligencia, pero fue Uribe quien se concentró en lo que era importante y era que el si sabía leer al pueblo. Sabía lo que querían y trato de darselos.

Como todos los seres humanos, el no es perfecto, cometió muchos errores, tenía muy malas compañías, pero lo cierto es que en la telaraña de la política hay que valerse de trucos no muy limpios para lograr propósitos, más grandes, «The Biggest Good» como dirían los gringos, pero hasta aquellos que hablan mal de el, cuando vienen a un sitio de estos y ven a la gente feliz, contenta, libre de miedos, libre para moverse de un lugar a otro, eso vale todos los dolores de cabeza que hayan surgido de las intenciones de crear un mejor país. Al menos el si dio un paso al frente y puso el pecho para enfrentar a ese monstruo que nos estaba por devorar. Mucho más que los que lo critican desde la comodidad de sus apartamentos en una ciudad grande donde lo peor que les ha sucedido es  una billetera perdida en un bar.