«Los Días Azules» de Fernando Vallejo

En un mundo donde todo el mundo hace trampa, y el que no hace, sueña y babea por hacerlo ¿será posible hacerle trampa a los libros?

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A principios de año me puse como meta leer al menos 6 libros en el transcurso de este año, leí el primero hace dos meses comprado en un supermercado, forrado en plástico y oliendo a nuevo, y el segundo manoseado, sacado de una biblioteca a la que todo el mundo va a leer el periódico para ahorrarse el fastidio de comprarlo. La gran pregunta entonces era ¿Cuál sería el tercero? Ya estaba aburrido de andar leyendo best-sellers estadounidenses y me dije a mi mismo «¿Por qué no leer a un autor colombiano?» Y me decidí entonces por Fernando Vallejo, con la sorpresa de que el señor en cuestión renunció a ser colombiano, dizque por que aquí la gente es muy bruta, bueno aún así decidí ver que tanto podía enseñarme este señor y que mejor que empezar por su biografía.

«El río del tiempo», como la Biblia, es un libro compuesto de otros libros, en este caso de varias novelas en la que el escritor de origen antioqueño narra las diversas etapas de su vida.  Entonces decidí que cada uno de esos segmentos auto-biográficos valdrían como un libro para mi cuenta final, quizás después de todo no sólo cumpliría la meta, sino que también la superaría. Amanecerá y veremos.

La primera novela que compone «El Río del Tiempo» se titula «Los días azules».  Más que una narrativa linear, diría que es un monólogo semi-ficticio de los días de niñez de Vallejo. La historia se compone más de temas y personajes, que de hechos y situaciones, como un rompecabezas que se va armando por diferentes partes para llegar a una conclusión llena de emoción.

Emoción es precisamente lo que transmite Vallejo en esta novela, las primera páginas son para morirse de la risa, mientras que a medida que avanza y llega a su parte final, son las lágrimas las que hacen su aparición. Es en serio. La forma en que el escritor hace su viaje personal en el tiempo para encontrarse con el niño de su pasado, involucrando a su familia, a su Medellín, a su Antioquia, a sus costumbres, a Colombia, es tan nítida y clara que es posible ubicarse en esos lugares y hasta verle la cara a sus protagonistas. A mi pasó, especialmente con uno de sus personajes, «Elenita», que para mi representa la soledad en su máxima expresión humana y que está amarrado a un sentimiento mucho más intenso y profundo: el amor.

Quedé con muchas ganas de seguir leyendo, la segunda parte («El Fuego Interior») relata la juventud de Vallejo y promete mucho más. Leer biografías, sirve para darse cuenta de que no hay vida que no merezca ser contada y leída,sólo que nosotros, sumergidos en las arenas de la rutina no tenemos el tiempo de pensar en eso.

¿Santa Anita?

PD: En otro post dedicado a Vallejo hablaré un poco de su «anti-colombianismo», eso es harina de otro costal.

Libro 3/6 para 2013.

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26 Horas En Cali. (Parte 1/2)

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El bus que me sacaría de Sincelejo aquella noche.

Sincelejo, Sucre. Junio 1 de 2012. 9:30 pm.

Apenas con un morral con unas cuantas mudas de ropa, un reproductor de música y mi teléfono celular, salí de casa rumbo a un viaje que sabía que iba ser bastante largo y desgastante, sin embargo era apenas lo necesario para aprovechar la ínfima semana de vacaciones que tenía por delante y que mejor que pasar el fin de semana paseando por la mitad del país. Sabía cual era el plan de viaje, afortunadamente ya me he acostumbrado a viajar en Rápido Ochoa para mis viajes por tierra hasta Medellín y si bien esta ciudad no era mi destino, la posibilidad de recorrerla un poco antes de seguir a mi destino final,  me impulsó a hacer una escala obligada allí, en lugar de seguir directo hasta el Valle del Cauca. Igual, me iba a costar lo mismo y tendría menos flexibilidad. La otra opción era tomar un bus de Expreso Brasilia que hacía un desembarco en Medellín con otra empresa dizque Arauca. Pero de acuerdo con lo poco que había leído la mejor opción era una empresa llamada Bolivariano. Entonces decidí tomar la ruta Sincelejo-Medellín en Rápido Ochoa y el resto Medellín-Cali en Bolivariano.

No había pasado ni 5 minutos desde que llegué a la oficina de Rápido Ochoa cuando la decisión demostró ser acertada. Por ser Junio el día del padre, los varones mayores de edad tenían un 20% de descuento, así que pude ahorrar algo en el camino. No dormí mucho durante el viaje nocturno. Quizás era la excitación, la «fiebre» como le dicen acá en La Costa, la ansiedad por conocer un lugar nuevo lo que no me dejó descansar apropiadamente. Lamentaría eso poco después. Aunque pude hacer siestas cortas, estuve bastante alerta. A diferencia del último viaje que había hecho a Antioquia, este tardó más de lo que hubiese esperado. En el último viaje llegamos a Santa Rosa de Osos en la madrugada, en este ya eran más de las 6 de la mañana, por lo que evidentemente no llegaría a Medellín antes de las 8 de la mañana.

Medellín, Antioquia. Junio 2 de 2012. 8:55 am.

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En el Terminal Sur con Vista al Aeropuerto.

Cansado, ojeroso y hambriento había llegado a Medellín. Había llevado galletas y barras de cereal para entretener el hambre, pero mejor decidí esperar a estar en el bus con destino al Valle del Cauca. Llegué al Terminal del Norte, pero desde allí no salen los buses al sur del país. Había que atravesar la ciudad y llegar al Terminal del Sur, así que crucé el puente peatonal y entré a la Estación Caribe, compré dos tiquetes del metro y me dirigí rumbo a la Estación Poblado. Afortunadamente mi morral no era muy grande, así que no tendría que estar aguantando las miradas inquisidoras de los pasajeros del metro, pero igual me resultaba incomodo, porque estaba un tanto abultado. Debí llevar menos cosas.

Una vez en la estación poblado, tenía en mente lo que debía hacer, debía avanzar al oeste por la 10, pero una cosa es como se ve en Google Maps y otra como es en la vida real, no sólo era mucho más lejos de lo que imaginaba, sino que era un tanto menos seguro, puesto que había que cruzar calles donde no había semáforos y había que tener muy bien puestos los zapatos para correr a tiempo, por supuesto siempre siguiendo a los peatones nativos que si sabían lo que hacían, no como yo.

El Terminal del Sur es mucho menos activo (en otras palabras más aburrido) que el Terminal del Norte, llegué aproximadamente a las 9:15 y el bus de Bolivariano saldría a las 10, así que tenía mucho tiempo libre. Una de las cosas que podía hacer mientras tanto era observar el Aeropuerto que queda justo al lado, no es el aeropuerto principal de Medellín, ese queda en Rionegro, pero igual para entretener el ojo un rato, si vale la pena.

Para completar el tiempo, no me quedó otra que esperar y ver vídeos y si, trinar como loco. A las 10:15 salió el bus. A esa hora fue que se medio por probar bocado, La parte del viaje desde Medellín hasta el Eje Cafetero, mientras pasaban una película de policías cristianos, no me pareció la gran cosa. No había mucho que ver en el camino, pero lo que sí había que ver era el precio del almuerzo. 11.000 pesos, pero era comida como para 4 personas. Pero teniendo en cuenta que no había desayunado nada y la hora del almuerzo ya había pasado, pues había que comer todo. Luego, la entrada a los departamentos del eje cafetero, muy bonito todo, definitivamente hay que ir por allá en un próximo viaje.

Entrando al Eje Cafetero.

Tal y como me lo habían dicho, apenas entramos al Valle del Cauca, hubo un cambio. Si, desde allí hasta que llegué a Cali todas las carreteras son de doble calzada. No me quiero ni imaginar el tiempo que hubiese tardado si tan sólo hubiese habido una calzada repleta de tractomulas. Iba observando atentamente en Google Latitude por donde iba. ¿Cómo hacía la gente para orientarse antes de los GPS y los smartphones?

Cali, Valle del Cauca. Junio 2 de 2012. 7:30 pm.

Por fin, luego de tantas horas de viaje había llegado. ¿Impresiones iniciales? Sí, claro. El Terminal de Transportes de Cali no es tan intuitivo como por ejemplo los terminales de Cartagena, Barranquilla o Medellín. Para tomar un taxi había que esperar y si había algo que quería hacer en ese momento no era esperar. afortunadamente una anciana llegó en un taxi y para que el taxista me pudiera recoger tuve que fingir que era algo de ella. Pero resultó bien y pude salir hacía el hotel que era mi destino.

LEER  26 HORAS EN CALI PARTE 2/2

Colombia: El País De Los Indignados Hipócritas.

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Colombia tiene puesta una mascara, pero cuando alguien se atreve a moverla, todo el mundo salta ofendido.

Varios hechos que mojan prensa en los últimos tiempos en Colombia, sólo comprueban que nuestro país debe estar en el libro de los Guiness Records como el país más hipócrita del mundo.

Tal hipocresía va por cuenta de una indignación que no tiene ni pies ni cabeza, una horda de ofendidos que sólo ven las palabras y la pantalla, pero no ven los hechos.

No había terminado el diputado de Antioquia, Rodrigo Mesa, de declarar que «Invertir en el Chocó es como perfumar un bollo» cuando la ola de desocupados, incluyendo los canales nacionales de noticias (que son los más desocupados que hay) empezaron a darse golpes de pecho, a romperse las vestiduras y a poner el grito en el cielo. Nadie analizó los hechos. Rodrigo Mesa no dijo que el Chocó era una mierda, ni que sus habitantes lo fueran, como al parecer a la mayoría entendió, no, habló de que las inversiones en el Chocó es el peor negocio que puede existir, mucho más cuando en Antioquia hay tanto por hacer.

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Lo sucedido con Dania Londoño demuestra que incluso los secretos a voces, cuando se hacen público hieren demasiadas susceptibilidades.

La mayoría de los ofendidísmos, entre ellos Ilia Calderon, nunca han invertido ni invertirían un peso en el Chocó ¿La razón? Es un pésimo negocio ¿Por qué? Porque todas las obras nacionales, departamentales y municipales, de carácter público o privado están destinados al fracaso por la creciente ola de corrupción en esa zona del país. En Colombia todos sabemos que el Chocó es una entidad territorial fallida, cuya clase dirigente ha esclavizado a su población. No es cuestión de olvido, el Chocó recibe anualmente más recursos de la nación que muchos otros departamentos, pero la corrupción rampante hace que esos recursos se pierdan mucho más rápido de lo que llegan.

Muchos de los que critican a Rodrigo Mesa, por decir la verdad, serían los primeros en echarse a la pena moral si los trasladan a trabajar a Quibdó o a cualquier municipio de la cuenca del Atrato. Lo que el diputado dice no es una locura racista, es sólo la verdad.

Pero que se puede decir de un país dónde todo el mundo sabía que en Cartagena el turismo sexual está a la orden de día, y más de uno puso cara de sorpresa cuando salió la noticia del escándalo sexual de Dania Londoño y los agentes del servicio secreto. Todo el mundo lo sabía. Todos sabemos que los extranjeros llegan a Cartagena más a buscar putas baratas que a disfrutar de las descoloridas murallas que rodean el corralito de piedra.

Ahora si nos duele mirarnos en el espejo de la realidad, es porque de hecho la cara que tenemos es muy fea y cada vez que alguien pone el dedo en la llaga, saltan los patrioteros de pacotilla a defender lo indefendible.

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Rodrigo Mesa está ahora en el centro del huracán por decir la verdad. Así somos en Colombia.

Todos sabemos que todo esto se debe a siglos y siglos de malas decisiones democráticas, de las mafias electorales y contractuales, que están allí en frente de nuestras narices, pero nadie hace nada. Amanecerá y veremos como reaccionaremos con el próximo escándalo, cuando nos muestren lo evidente o nos digan la verdad en la cara.

Soy Del Verde … Y Soy Feliz. Memorias de un Costeño hincha del Nacional.

Por EDGARDO DIAZ BAENA @EDGUI1

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«Soy del verde soy feliz» grita emocionada la fiel hinchada que va alentar al estadio cada vez que se presenta el club de mayor popularidad del futbol colombiano, hay quienes pertenecen a regiones diferentes de donde nació la corporación deportiva atlético nacional y constantemente están expuestos a la típica critica, que se hace cada vez más fuerte. El cuestionamiento es el siguiente, ¿por que eres hincha de nacional si no naciste en Medellín o sus alrededores? Es bastante incomodo enfrentarse a ese cuestionamiento casi a diario, cuando se te da por gritar a viva voz “soy del verde soy feliz” cada vez que el histórico nacional consigue un nuevo título.

Si nos remontamos a la historia, encontramos que no hay club en Colombia que haya conseguido más títulos en el futbol nacional, que la corporación deportiva atlético nacional, mencionar su extenso palmares seria alardear de una fructifica campaña desde sus inicios hasta tiempos modernos. Mejor revísenla ustedes mismos .

Justamente en 1989, en casa ajena, (esto lo digo porque el suceso que voy a contarles no pasó en casa de los que visten de verde y blanco  sino en el estadio Nemesio Camacho el campin la casa de Millonarios y Santa Fé) se jugaba la vuelta de la final de la Copa Libertadores de América el torneo más importante del continente americano y que nunca antes había ganado un equipo colombiano, el equipo que en ese entonces dirigía francisco Maturana, venia de caer 2 por 0 ante el club Olimpia de Paraguay en un difícil encuentro jugado en la ciudad de asunción. El equipo verde se encontraba con un panorama poco alentador tenía la obligación de remontar un difícil 2 a 0 en contra, ante un rival que no era el favorito, sin embargo «El Campín» de Bogotá lucia un lleno total, me atrevo asegurar que el engalanado equipo de Millonarios con todo y su súper estrella Alfredo di Stefano y mucho menos Santafé habrían llevado tanta gente al estadio, el marco era impresionante y la tarea era difícil, pero el público no le falló a nacional Bogotá, Medellín y toda Colombia, estaba atenta al emocionante encuentro que sostendría esa noche el equipo que poseía los mejores jugadores de Colombia.

El cotejo en el primer tiempo termina 0 a 0, el nerviosismo en los más de 50.000 espectadores aumentaba, pero el publico confiaba en el equipo verde y que sus figuras pronto aparecerían. Y fue así, tras el constante ataque del local que en un violento ataque nacional forzó un gol en contra por parte de uno de los centrales del rival, nacional se volcó al ataque y luego de un desborde de «El Palomo» Usurriaga consigue el segundo gol, el que le daría la oportunidad de disputar en penales la final a el equipo local.

Bueno toda esta pequeña reseña histórica no termina aquí y es solo un preámbulo para explicar el por qué, muchos colombianos no nacidos en Medellín y sus alrededores son fieles hinchas de la corporación deportiva atlético nacional, si lo que les he relatado hasta aquí, no los convence entonces quiero dejarle la parte final de esta historia al gran narrador deportivo y culpable de muchos ataques al corazón a amantes del deporte el SEÑOR EDGAR PEREA.

En esta narración se puede escuchar a un patriota no diciendo que fue NACIONAL el que gano, el grita a todo pulmón COLOMBIA campeón de América y es que eso significaba en ese momento tan importante triunfo, no era NACIONAL el que ganaba. En ese instante triunfaba COLOMBIA.

El estadio engalanado lleno de banderas verdes y blancas parecía que se iba a caer, todos brincaban cantaban no se lo creían lo imposible era posible, gracias a esos gladiadores que dieron todo en la cancha, el país era una locura en ese instante todos hacían fuerza por el equipo paisa y como no hacerlo si, el plantel de NACIONAL era la base de la selección Colombia que en ese entonces, le daba alegrías seguidas a todo el país, en el nacional campeón demostraban su talento la columna vertebral de la selección Colombia: René Higuita, Luis Carlos Perea, Andrés escobar, Leonel Álvarez , el “chontico” Herrera, “Barrabas” Gómez, Albeiro Uzurriaga, Alexis García, entre otros. Prácticamente a este equipo le quitaban la camiseta de NACIONAL y le ponían la de la SELECCIÓN COLOMBIA y sumaban al GRAN PIBE VALDERRAMA Y A FREDY RINCON Y Sin olvidar que ese glorioso equipo era dirigido por francisco Maturana, tambien director técnico de la selección Colombia que buscaba su paso al mundial de Italia 1990.

No trato de convencer a nadie que se haga hincha o simpatice con la corporación deportiva atlético nacional, Es que no me cabe en la cabeza quien no se sienta orgulloso de un equipo que solo lo conformaban jugadores nacidos en Colombia, dirigidos por un colombiano. Solo quiero tomar la voz de muchos hinchas que sufren a diario críticas y agravios por ser seguidor de un equipo, que al pasar de los años ha demostrado un buen nivel futbolístico y un exquisito gusto por el juego bonito.

Ser seguidor del Verde no es ser triunfalista, ser seguidor de Nacional es ser amante de un fútbol bonito, es ser seguidor de un equipo que tiene jerarquía y que no se amilana ante nada, que deja el nombre de Colombia en alto cada que toca representarla. Ser seguidor del Verde es ser feliz. «Soy del Verde, y soy feliz»

3000 Kilómetros por Colombia (Parte I)

busvistaSincelejo, Sucre. Sábado 4 de Junio de 2011: 9:43 pm. Agarré el morral que siempre utilizo para mis viajes cortos. Se escuchaba la música en las calles, al fin y al cabo era un Sábado de rumba, inicio de mes además. Ya era tarde, la encargada de Expreso Brasilia me había indicado que el bus con destino a Bogotá saldría a las 9:30, por el módico precio de 50 U$, pero me imaginé que ella decía eso con el único fin de hacer que los pasajeros estuviesen a tiempo para el bus que en realidad saldría a las 10 de la noche, pero cuando iba en la moto hacía la troncal, observé los dos buses de esa empresa, entonces sospeché que había perdido el viaje.

En efecto había perdido el bus. Rápidamente me dirigí a la otra empresa que ya sabía que tenía viajes para el interior del país desde mi ciudad, Sincelejo, así que me dirigí a Rapido Ochoa, de suerte el bus que sale para Medellín sale exactamente a las 10, y ya el bus estaba cerrando las puertas cuando, alcance a decirle al tiqueteador que me hiciera un pasaje…35 U$, sabía que gastaría más de lo que hubiese gastado si hubiese hecho el viaje directo, pero ese es el precio de la impuntualidad. No vi mucho del camino, apenas pude dormir los suficiente, despertando de vez en cuando para observar que si íbamos por el camino correcto: Planeta Rica, Tarazá, Yarumal, Santa Rosa de Osos, fueron los que alcancé a ver entre sueño y sueño. Apenas pude ver el amanecer bordeando las montañas cercanas al valle de Aburrá, había llegado a Medellín. En el terminal debía darme prisa, sería demasiado peligroso llegar a Bogotá tarde en la noche un Domingo, conseguí el tiquete por 30 U$, salía a las 8 de la mañana, tenía media hora para desayunar.

Medellín, Antioquia. Domingo 5 de Junio de 2011. 7:56 am. Era hora de subir al bus, no era nada agradable pensar que tenía por delante 13 horas de viaje además de las 9 por las que ya había terminado de pasar, pero era más la ansiedad por llegar que cualquier pereza física o mental que el viaje me produjera en ese momento. No había mucho que ver, sino el inclemente calor que hacía en la parte externa que se lograba colar en el poderoso bus con aire acondicionado. Marinilla, Cocorná, Puerto Triunfo. A eso de la una de la tarde pude avistar el Magdalena, estabamos en La Dorada. La vía por Honda no era la que ibamos a tomar. Fue una tarde de perros, el bus no entró de lleno a Cundinamarca, que estaba a la vista, sino que entró al Tolima. Mariquita, Armero, Cambao. Como a las cuatro de la tarde pude avistar el lugar donde ocurrió la tragedia de Armero. Un Cementerio. Increíble, como la fuerza de la naturaleza doblega el orgullo humano y provoca desastres de este tipo. Todavía quedaban muchas horas de viaje. Una señora como de 70 años, que salió de Medellín estaba encartada con unos mecatos que no le gustaron para nada, los repartió en el bus, al menos me pude entretener un rato. Pasé por lo que alguna vez me dijeron que le decían «las playas de Bogotá», en realidad era Girardot, que era lo más cercano que tenían en la Sabana de Bogotá a una ciudad turistica de Tierra Caliente. Me pareció más bien como un coveñas sin mar. Seguimos por la ruta de La Mesa, otra vez los desfiladeros de espanto en la falda de la cordillera, los peajes, algunos tramos inundados y por fin pude ver las luces de la capital. Al llegar al terminal, tomé mi taxi y me fui rumbo a mi destino.

Bogotá DC, Domingo 5 de Junio de 2011. 8:25 pm. Observando la ciudad desde la ventana de mi taxi, recordé las veces que había llegado a esa ciudad anteriormente y todas las promesas, ahora rotas, que me había hecho a mi mismo de regresar para vivir allí algún día. Una ciudad encantadora, en el centro de todo y a la vez tan distante de donde nací. Llegué al barrio donde un amigo me pudo recibir, afortunadamente, era hora de descansar.

Bogotá DC, Lunes 6 de Junio de 2011. 10:20 a.m. Fui al portal de Transmilenio, decidido a ver la ciudad, en compañía de mi amigo que también debía comprar algunas cosas. Fue bueno llegar y ver otra vez la avenida Jimenez, el llamado Eje Ambiental, luego caminar hasta la séptima que me recordó mucho a otra capital, más al sur en la que estuve alguna vez. Y luego, el mercado de las pulgas, fue raro estar en lugar así, pero más raro aún ver como las cosas que otra gente encontraba inutiles o inservibles otros la compraban, incluso pagando más de lo debido, hasta yo caí en esa red. Había quedado con unos amigos de vernos en el Portal de la 80 a eso de las 3, había hecho calor todo el día, pero depronto cuando iba de regreso empezó a soplar un viento helado. Al regresar al apartamento estaba lloviendo ya. Como pude me cambie y llegué al sitio donde estaban todos. La idea era ir a cine. Nunca jamás en mi vida había hecho una fila por más de 5 minutos para ver una película, tarde casi una hora, afortunadamente un amigo estaba al lado mio. Eran las 5 y la película era a las 8:15, es decir quemamos todo ese tiempo conversando de todo un poco. Al finalizar la película debía volver, al día siguiente debía seguir mi camino.

Bogotá DC, Martes 7 de Junio de 2011, 7:15 am. Observaba la carrera 80 desde el interior del articulado, la oficina de la Universidad Pedagógica, hacia donde me dirigía no estarían abiertas hasta las ocho. El articulado dobló por la Caracas y siguió, no me detuve en la estación de la 72 como debía, puesto que era bastante temprano así que seguí hacía el sur, hasta donde estimé que el viaje de regreso tardaría los suficiente como para llegar en horario de oficina, llevaba todo mi equipaje conmigo, así que no era cómodo, pero como pude llegué hasta la estación de Fucha y de ahí salí de nuevo hacía el Norte. Cuando llegué a la 72 eran las 8:25. Subí hacia la pedagógica entregué todos mis papeles en regla, incluyendo las fotografías que eran de la visa canadiense que nunca prosperó. Regresé a la estación, esta vez debía ir hasta el Portal del Norte. El articulado que tomé sólo llegaba hasta Toberín, así que de ahí tuve que tomar otro hasta el portal. Las indicaciones eran claras, debía atravesar el puente peatonal sobre la Autopista Norte hasta el frente de Almacenes Exito, donde me esperaba el bus que me llevaría hacia mi siguiente destino: Tunja.