
Sincelejo, Sucre. Junio 1 de 2012. 9:30 pm.
Apenas con un morral con unas cuantas mudas de ropa, un reproductor de música y mi teléfono celular, salí de casa rumbo a un viaje que sabía que iba ser bastante largo y desgastante, sin embargo era apenas lo necesario para aprovechar la ínfima semana de vacaciones que tenía por delante y que mejor que pasar el fin de semana paseando por la mitad del país. Sabía cual era el plan de viaje, afortunadamente ya me he acostumbrado a viajar en Rápido Ochoa para mis viajes por tierra hasta Medellín y si bien esta ciudad no era mi destino, la posibilidad de recorrerla un poco antes de seguir a mi destino final, me impulsó a hacer una escala obligada allí, en lugar de seguir directo hasta el Valle del Cauca. Igual, me iba a costar lo mismo y tendría menos flexibilidad. La otra opción era tomar un bus de Expreso Brasilia que hacía un desembarco en Medellín con otra empresa dizque Arauca. Pero de acuerdo con lo poco que había leído la mejor opción era una empresa llamada Bolivariano. Entonces decidí tomar la ruta Sincelejo-Medellín en Rápido Ochoa y el resto Medellín-Cali en Bolivariano.
No había pasado ni 5 minutos desde que llegué a la oficina de Rápido Ochoa cuando la decisión demostró ser acertada. Por ser Junio el día del padre, los varones mayores de edad tenían un 20% de descuento, así que pude ahorrar algo en el camino. No dormí mucho durante el viaje nocturno. Quizás era la excitación, la «fiebre» como le dicen acá en La Costa, la ansiedad por conocer un lugar nuevo lo que no me dejó descansar apropiadamente. Lamentaría eso poco después. Aunque pude hacer siestas cortas, estuve bastante alerta. A diferencia del último viaje que había hecho a Antioquia, este tardó más de lo que hubiese esperado. En el último viaje llegamos a Santa Rosa de Osos en la madrugada, en este ya eran más de las 6 de la mañana, por lo que evidentemente no llegaría a Medellín antes de las 8 de la mañana.
Medellín, Antioquia. Junio 2 de 2012. 8:55 am.

Cansado, ojeroso y hambriento había llegado a Medellín. Había llevado galletas y barras de cereal para entretener el hambre, pero mejor decidí esperar a estar en el bus con destino al Valle del Cauca. Llegué al Terminal del Norte, pero desde allí no salen los buses al sur del país. Había que atravesar la ciudad y llegar al Terminal del Sur, así que crucé el puente peatonal y entré a la Estación Caribe, compré dos tiquetes del metro y me dirigí rumbo a la Estación Poblado. Afortunadamente mi morral no era muy grande, así que no tendría que estar aguantando las miradas inquisidoras de los pasajeros del metro, pero igual me resultaba incomodo, porque estaba un tanto abultado. Debí llevar menos cosas.
Una vez en la estación poblado, tenía en mente lo que debía hacer, debía avanzar al oeste por la 10, pero una cosa es como se ve en Google Maps y otra como es en la vida real, no sólo era mucho más lejos de lo que imaginaba, sino que era un tanto menos seguro, puesto que había que cruzar calles donde no había semáforos y había que tener muy bien puestos los zapatos para correr a tiempo, por supuesto siempre siguiendo a los peatones nativos que si sabían lo que hacían, no como yo.
El Terminal del Sur es mucho menos activo (en otras palabras más aburrido) que el Terminal del Norte, llegué aproximadamente a las 9:15 y el bus de Bolivariano saldría a las 10, así que tenía mucho tiempo libre. Una de las cosas que podía hacer mientras tanto era observar el Aeropuerto que queda justo al lado, no es el aeropuerto principal de Medellín, ese queda en Rionegro, pero igual para entretener el ojo un rato, si vale la pena.
Para completar el tiempo, no me quedó otra que esperar y ver vídeos y si, trinar como loco. A las 10:15 salió el bus. A esa hora fue que se medio por probar bocado, La parte del viaje desde Medellín hasta el Eje Cafetero, mientras pasaban una película de policías cristianos, no me pareció la gran cosa. No había mucho que ver en el camino, pero lo que sí había que ver era el precio del almuerzo. 11.000 pesos, pero era comida como para 4 personas. Pero teniendo en cuenta que no había desayunado nada y la hora del almuerzo ya había pasado, pues había que comer todo. Luego, la entrada a los departamentos del eje cafetero, muy bonito todo, definitivamente hay que ir por allá en un próximo viaje.

Tal y como me lo habían dicho, apenas entramos al Valle del Cauca, hubo un cambio. Si, desde allí hasta que llegué a Cali todas las carreteras son de doble calzada. No me quiero ni imaginar el tiempo que hubiese tardado si tan sólo hubiese habido una calzada repleta de tractomulas. Iba observando atentamente en Google Latitude por donde iba. ¿Cómo hacía la gente para orientarse antes de los GPS y los smartphones?
Cali, Valle del Cauca. Junio 2 de 2012. 7:30 pm.
Por fin, luego de tantas horas de viaje había llegado. ¿Impresiones iniciales? Sí, claro. El Terminal de Transportes de Cali no es tan intuitivo como por ejemplo los terminales de Cartagena, Barranquilla o Medellín. Para tomar un taxi había que esperar y si había algo que quería hacer en ese momento no era esperar. afortunadamente una anciana llegó en un taxi y para que el taxista me pudiera recoger tuve que fingir que era algo de ella. Pero resultó bien y pude salir hacía el hotel que era mi destino.