Se acerca el NaNoWriMo (National Novel Writing Month) un evento en el que todos los escritores principiantes como yo tenemos el reto de escribir una novela de mínimo 50.000 palabras en menos de 30 días, y pues en vista de que quiero participar y tengo varias opciones, acudo a todos aquellos que leen mi blog, mi twitter, mi facebook y otras redes sociales a que me echen una mano. Tengo 6 historias, con temáticas diferentes de las cuales aún no he decidido cuál explorar en forma de novela. A continuación les presentaré lo que podría ser los primeros parrafos de cada una de ellas y luego el formulario de encuesta con el que espero me ayuden a escoger la historia. Empecemos:
HISTORIA 1:
La noche era oscura y lluviosa, iluminada apenas con los relámpagos intermitentes que surcaban a esa hora el cielo inclemente de La Mojana. El hombre corría desesperado, sin prestarle atención a la tormenta, salvo por la molestia que representaba avanzar con los zapatos ensopados en medio de la espesa hierba sin desmontar.
«Sólo un poco más» pensó. Sólo necesitaba avanzar un poco más, sólo un poco más y llegaría por fin a la orilla del caño, donde esperaba deshacerse para siempre de su vergüenza, vergüenza que llevaba en ese momento en su brazos, rodeada firmemente con dos cobijas que él mismo se había encargado de doblar. La criatura tenía los ojos cerrados a pesar de el sonido de los truenos y la lluvia; pensó que lo mejor era que estuviera muerta, pero el movimiento armónico golpeando su pecho demostraba lo contrario. La observó un momento. Estaba tibia y despedía un olor suave y agradable, que no coincidía con la vergüenza que su sóla existencia representaba.
Por un momento quiso detenerse, dar la vuelta y cubrir a aquella criatura indefensa con su protección de abuelo amoroso, pero al ver hacia adelante se dio cuenta que era muy tarde. Estaba en la orilla del caño. Era hora de tomar una decisión…
HISTORIA 2:
El lujoso automóvil color negro intenso, se abrió paso a través de la puerta del parqueadero de la clínica. Eran las cinco de la tarde en punto, y Robert observaba muy cuidadosamente comoel vehículo subía la rampa de acceso hasta la avenida y recorría la calle con rumbo hacia el norte de la ciudad. En algún momento de su recorrido, el automóvil tendría que llegar a la esquina y el tomaría su teléfono móvil para dar el aviso final a sus cómplices que se encontraban a un par de cuadras, listos para cumplir el trabajo asignado una vez dada la señal.
Robert seguía el movimiento del vehículo desde la acera del frente, donde tomaba un capuccino sin azucar,en una de las cafeterías más exclusivas del Norte de Bogotá. Estaba impecablemente vestido con un traje de suave algodón negro y una corbata roja de lino italiano. Días después, cuando todos los hechos estaban consumados, y agentes de la Fiscalía llegaran a la cafetería a preguntar a empleados y clientes si habían visto algo fuera de lo normal, ninguno recordó al joven alto, rubio y sofisticado que había tomado asiento en una mesa en la terraza, a pesar de la llovizna tenaz y si lo hubiesen recordado jamás lo hubiesen asociado con los horribles hechos que estaban a punto de tener lugar a unas cuadras de allí…
HISTORIA 3:
Diez meses después, en su lecho de muerte en un frío y oscuro hospital en Andalucía, Arantxa Sanchez-Coartazar recordaría claramente la mañana lluviosa en que vio por primera vez a Cartagena.
Había pasado renegando del viaje durante todo el vuelo, a pesar que su padre, Don Fabricio Sanchez-Coartazar había comprado practicamente toda la primera clase para que su caprichosa hija no tuviera oportunidad de cruzarse con alguno de aquellos «sudacas salvajes» como solía llamar ella a los individuos provenientes de aquella parte del mundo. Era, por supuesto, un recurso desesperado del magnate para evitar escuchar las constantes quejas de su adorada hija, que desputando los diecisiete años, se había convertido en una muchachita insoportable…
HISTORIA 4:
Era mucho más de media noche cuando Aaron Cinco escuchó los pasos que provenían del pasillo contiguo a la habitación que compartía con otros tres de sus compañeros cadetes.
Una mujer alta y robusta entró lenta y silenciosamente a la habitación y se dirigió inequívocamente a la cama en la que Aaron se encontraba despierto.
-Aaron, despierta ¡ya es hora!
El muchacho fingió dormir. Quería demorar aquel momento lo más que pudiera, porque sabía que justo en el momento en que decidiera dejar de fingir y abrir los ojos, su vida cambiaría para siempre.
Eran las 12:55 de la mañana, del cinco de marzo del tricentésimo nonagésimo cuarto año del Nuevo Calendario , el mismo día en que Aaron Cinco cumplía trece años de edad y pasaría de ser un cadete menor de edad, a un líder adulto, y aunque para la mayoría aquello era motivo de celebración, a él lo llenaba de angustia…
HISTORIA 5:
Las negras noticias provenientes del otro lado del continente ya iban en camino, en el momento en que Kahl Zhatoz, príncipe real de las Tierras Santas De La Cuenca del Azur, despertaba al día en que su padre, Tiahn de la Casa Zhatoz, le otorgaría el noble título de Duque de Frhozkhast, el castillo congelado que dominaba las salvajaes y desoladas tierras del Vasto Norte donde, según había escuchado de boca de los monjes encargados de su instrucción académica, la noche invernal perduraba por meses.
Según Kahl veía las cosas, aquel título que le sería impuesto en unas horas, no era más que una excusa de última hora inventada por su padre para deshacerse de él de una vez por todas y dedicarse por completo a su hermano mayor, para sus futuras labores como rey de La Cuenca, en especial en las delicadas artes de la diplomacia con los pruebas más allá del Mar Rocoso, con quien la Casa Zhatoz tenía fuertes vínculos familiares…
HISTORIA 6:
La habitación olía a humo, cocaína y alcohol. Preston Davis despertó desnudo rodeado por las suaves piernas de Jenny, la mesera de Mark’s, el pub donde había estado hasta las 3 de la mañana; y por los brazos de Nick, el fornido universitario que había conocido en el mismo lugar y con el que había tomado los tragos servidos por Jenny toda la noche, hasta que alguien (probablemente el mismo Preston) había sugerido que los tres fueran a un lugar más privado.
Ahora se encontraba allí, desnudo y atrapado, terriblemente mareado y con un espantoso dolor de cabeza. Si tan sólo pdiera aspirar un poco estaría bien, sólo un poco y podría dormir. Estaba desesperado. Con todo el cuidado que pudo, apartó los angulosos brazos de Nick y las impolutas piernas de Jenny y se levantó de su cama con rumbo a la sala, donde tal y como lo esperaba, encontró los rastros de polvo sobre la mesa de centro, así como ropa rasgada y charcos de licor por el piso.
Prestón tomó una de las tarjetas disponibles sobre la mesa, probablemente la identificación de Jenny o de Nick, y armó una fina linea blanca sobre la que inclinó la nariz. Aspiró, pero justo de inmediato se dio cuenta que algo andaba mal. Ya no estaba en su casa del norte de Auckland, sino de pie en una calle en una hermosa ciudad primaveral rodeada de colinas. Un muchacho, un niño de no más de quince años, estaba de pie frente a él. Tenía el cabello oscuro y los ojos azul claro. Sonreía. El muchacho levantó la mano hacía el cielo primaveral y empezó a recitar algo incomprensible. El cielo se cubrió entonces de una oscuridad espesa y justo donde apuntaba el muchacho un anillo de luz incandescente empezó a formarse. Prestón no tuvo tiempo de admirarse porque justo en ese momento una asquerosa criatura voladora salió del anillo de luz, como si estuviera naciendo de la oscuridad. La criatura lo miro con ojos llenos de odio, dispuesta a destruir todo en su caminó. Preston quiso correr, pero una fuerza sobrenatural lo mantenía inmóvil, justo cuando la criatura se dirigió hacia él a toda velocidad, mostrando sus horribles colmillos…