Colombia, En 32 Departamentos Con Igual Población (Parte 1/5: Costa Atlántica)

¿Alguna vez se ha preguntado cómo se vería el mapa de Colombia si se dividiera en 32 departamentos con igual número de pobladores? La respuesta es: bastante extraño a decir verdad. Actualmente nuestro país está dividido en 32 departamentos, uno de los cuales contiene a nuestra extraña capital que para algunos propósitos hace parte de Cundinamarca, y para otros hace parte de su propio pseudo-departamento llamado Bogotá Distrito Capital.

Mientras unos son monstruosamente sobrepoblados (te veo a ti, Antioquia y Cundinamarca) otros tienen menos población que la mayoría de municipios del país. Por eso sería justo que se nivelaran las cosas.

Lo que hice fue sencillo: dividí la población total del país entre 32 y luego ajusté el mapa por municipios para que en todos estuviera exactamente la misma población, que corresponde a aproximadamente a 1’500.000 personas.  A cada una de estos «nuevos departamentos» me atreví a nombrarlos de acuerdo a alguna característica geográfica o cuando se trata de una conglomeración urbana, con el nombre de la ciudad o algún elemento que resalte.

Dado que pretendo que alguien en realidad LEA la nota, y no que se duerma en el proceso, lo haré por regiones, empezando (por supuesto) con mi Costa Atlántica.

costa atlántica

 

Actualmente la Costa Atlántica tiene 8 departamentos: San Andrés, Guajira, Cesar, Magdalena, Atlántico, Bolívar, Sucre y Córdoba, pero dentro de un país con 32 departamentos con igual población, quedaría únicamente con 7.

CARIBE:

Ubicado en los actuales territorios de Guajira, San Andrés y Providencia y el distrito de Santa Marta.

SERRANÍAS:

Ubicada en los territorios que corresponden al departamento del Cesar, y algunos municipios del departamento del Magdalena, cercanos a la Sierra Nevada.

BAHÍA:

Constituido por los algunos municipios del departamento del Magdalena y otros del actual departamento del Sur del Atlántico.

BARRANQUILLA:

Este departamento quedaría constituido por el actual distrito de Barranquilla y los municipios del Norte del Atlántico.

CARTAGENA:

En el mapa aparece más grande que Barranquilla, pero sólo porque se necesitan más municipios para cumplir con la población, mínima. Queda constituido por el Distrito de Cartagena y municipios del Norte de Bolivar.

NUEVO BOLÍVAR:

El departamento más grande de esta región quedaría constituido por la totalidad del departamento de Sucre y los municipios restantes del departamento de Bolívar.

SINÚ:

Corresponde a la totalidad del departamento de Córdoba, excepto un par de municipios que pasarían al municipio de… Oh! bueno, eso queda para la próxima entrega.

¿Les parece que los nombres están bien? ¿Por cuáles los cambiarías? ¿Algún error? Por favor comenten.

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Para Gabriel García Márquez.

GarciaMarquez 1

Que pronto te nos fuiste Gabo. Que importa que haya sido a los ochenta y siete, a los noventa y siete o a los ciento siete años; que triste es saber que ya no estás ahí, imaginando esos mundos fantásticos y reales en el que nos hiciste vivir a millones de lectores de todas las edades, nacionalidades y estratos sociales. Era demasiado pronto para acostumbrarnos a la idea de que la muerte diera el zarpazo final y decidiera llevarte para siempre de este mundo tan injusto y arbitrario, pero a la vez tan fantástico y mágico al que le dedicaste cada una de tus palabras.

Nunca me conociste, como tampoco conociste a todos aquellos que inspiraste con tu obra, pero gracias a ti conocí el amor por la literatura, gracias a ti me di cuenta que no hay mayor placer para la mente que abrir un libro y explorar el cosmos inscrito en cada una de sus páginas. Eras ese amigo invisible, ese abuelo imaginario que me leía siempre al salir de clases y antes de dormir, ese maestro que me sacaba de la tristeza y la soledad de mi niñez, para transportarme a otro universo, un universo tan real y tangible como el nuestro, pero donde nada es imposible. Donde una mujer puede morir desangrada por el pinchazo de una rosa, donde pueden llover flores amarillas en medio de un funeral, donde la mujer más hermosa del mundo asciende al cielo en cuerpo y alma, donde se puede encontrar el amor en una hamaca a media noche, en una niña inocente tocada por la desgracia, o en un barco en medio de un río pestilente, luego de 60 años de esperar por él.

Te nos fuiste Gabo y dejaste un vacío enorme en todos tus lectores, en ese niño inquieto que revolviendo gavetas y escalando armarios encontró alguna vez uno de tus libros, y que después de leer la primer página nunca volvió a ser el mismo.

¿Quién soy yo para juzgar tus convicciones? ¿Quién soy yo para reprochar tus ideales? ¿Quién soy yo para criticar las ideas del más grande escritor de la literatura colombiana? ¿Quién soy yo para criticar al hombre que vivió para admirar y disfrutar su cultura? Gabo, naciste en otro tiempo, creciste en otro mundo, te formaste en otra época, tenías una forma distinta de concebir el mundo y sin embargo cada vez que tomo entre mis manos uno de tus libros, o leo como era tu vida cuando tenías mi edad, me doy cuenta que en el fondo no somos tan diferentes. Ambos nacimos con el rumor del mar sobre nuestras cabezas, sintiendo el Caribe en cada gota de sangre; nunca te dejaste engullir por la flema de los Andes y siempre fuiste fiel al lugar donde naciste, recibiendo el más grande galardón en la historia del arte colombiano vestido de guayabera y no de frac.

Cada vez que me animo a recorrer mi Costa Caribe y veo las enormes ciénagas de la Mojana, las construcciones coloniales de Cartagena, las viejas casas estrechas en Sincé, las infinitos campos cultivados de banano en el Magdalena y el sol reflejado en la arena del desierto de la Guajira, veo con mis propios ojos lo que tú viste: un paraíso lleno de belleza, condenado para siempre por las vicisitudes de la historia.

La muerte es infalible, Gabo, pero ten por seguro que tu obra y tus personajes vivirán eternamente en los millones de personas que han leído, leen y leerán tus obras hasta ese día no tan lejano en que un huracán bíblico nos borre para siempre de la faz de la tierra, porque las especies que buscan su propia destrucción no tienen una segunda oportunidad sobre la tierra.

¿Y La Justicia? De Crucero Por El Caribe.

«Largas y extenuantes jornadas de trabajo» esa fue la pobre excusa que utilizó la magistrada y presidenta del máximo ente de la justicia colombiana, la Corte Suprema de Justicia, Ruth Marina Díaz, luego de solicitar una licencia remunerada por cinco días, para irse a dar la gran vida en un crucero por el Caribe.

¿Tiene cara de «largas y extenuantes jornadas de trabajo»? Yo no creo.

¿Pero es que acaso la doña no tenía derecho a un merecidísmo descanso? Continúa leyendo ¿Y La Justicia? De Crucero Por El Caribe.

Santa Marta: Una Joya En El Caribe.

Habiendo conocido los siete departamentos de la Costa Caribe Colombiana (Atlántico, Bolivar, Cesar, Córdoba, La Guajira, Magdalena y Sucre) con sus respectivas siete ciudades capitales, puedo decir, sin ningún asomo de duda que Santa Marta no sólo es la más hermosa de las siete, sino que le gana a las demás por un margen tan amplio como la longitud de las playas de la bahía más hermosa de América.

He tenido la fortuna de visitar Santa Marta en varias oportunidades, siempre por espacio de varios días. La belleza de la ciudad empieza por algo de lo que las otras capitales caribes carecen por completo: naturaleza. Santa Marta se ubica entre las estribaciones de la Sierra Nevada homónima y la amplitud sin limites del Mar Caribe. Por un lado vemos siempre las formaciones montañosas que coronan la ciudad y la adornan con un esplendor que ninguna muralla hecha de piedras viejas puede siquiera imitar.

El Mar Caribe, chocando con las enormes piedra, como huevos prehistóricos como lo dijo Gabo en su obra, se torna majestuoso en torno a la ciudad, una ciudad que no es una sino muchas. Desde la nación de pescadores de Taganga, pasando por el histórico centro de la ciudad, hasta las torres de «El Rodadero» y la ciudad aplastada, como le llamo yo, o sea el cúmulo casi inagotable de hoteles que se extiende como un gusano sin fin tratando de quedarse con el mejor sitio para tomar el sol junto a la bahía.

Santa Marta es bella de una manera natural y moderna, mucho más bella que Cartagena, mucho más moderna que Barranquilla, mucho más agradable para todos, para los turistas, para los que nacieron allí, para los que llegaron de las montañas del interior a quedarse allí para hacer fortuna y se terminaron quedando para siempre.

La extensión del Parque Nacional Tayrona completa la multidimensionalidad de la ciudad, en un lugar que mezcla el pasado, las raíces indígenas, la ecología y el turismo. Este Parque, que debería conservarse como una reserva forestal y ecológica se ha convertido en los últimos lustros en una foreigners’ bitch, tal como lo escuché de un turista indignado, la prostituta de los extranjeros. Quizá se le olvidó al turista que no era solamente de los extranjeros, sino también de los nacionales. Personalmente no estoy de acuerdo con el manejo que se le da actualmente al parque, que se ha convertido en una especie de hotel donde el mar y la vegetación terminan sirviendo como retretes y contenedores de basura.

Ese es quizá el único punto negro de la Santa Marta que conozco, una ciudad tan única como sus playas, sus cerros verdes, sus torres, sus malecones, sus calles viejas y nuevas, su ferrocarril, su parque, una ciudad a la que vale la pena ir una y mil veces, una ciudad donde convergen muchas de las cosas hermosas y positivas de nuestro país, un verdadera joya en el Caribe.

La Primera Cita.

clubcolHay momentos en la vida en los que deseas que algo suceda, algo que por fin te conmueva y motive a salir de la zona de confort en donde te has instalado. Y es curioso darte cuenta que todas esas dudas que un día anidaron en tu alma pueden ser dispersadas con un simple roce de manos y una sonrisa.

Sin embargo, no es fácil tener una primera cita, al menos no una primera cita exitosa. Lo que sucede es que hay demasiados dementes sueltos y, al menos para mi tipo de locura, no es fácil hallar una persona suficientemente compatible como para lograr desactivar los mecanismos de auto sabotaje y otra clase estratagemas que involucran la interacción entre adultos.

Debo confesar que la ansiedad es algo característico en mí durante los instantes previos a ese primer encuentro, me pregunto si nos entenderemos, si funcionará o no lo que muchos han dado en llamar “química” o, en el peor de los casos, la coartada a utilizar para huir en caso de emergencia. Uno de los grandes retos consiste en romper el hielo, en algunas ocasiones la cita terminó y el hielo siguió intacto. Hay que decir que esta vez no ha sido así. El hielo fue destruido en su totalidad a costa de mi impuntualidad. Fueron sólo 7 minutos de retraso y alrededor de 20 escuchando los reclamos y tratando, inútilmente, de alegar en mi defensa. Por fortuna el plan ya había sido decidido en forma anticipada, lo cual evitó una nueva confrontación.

Cuando recién empiezas a conocer a alguien, los expertos siempre aconsejan alejarse de temas políticos y religiosos, sin embargo, haciendo caso omiso de tal recomendación, iniciamos el debate y encontramos serias diferencias de opiniones, pero de momento, quedó claro que no hay pretensiones de cambiar las ideas del otro en materia política.

Es bastante común que mientras transcurre ese primer encuentro ambas personas traten de escudriñarse entre sí física y emocionalmente. Lo importante es no hacerlo evidente y desactivar ese chequeo mental, cuya finalidad secreta es la descalificación sistemática de cualquiera que se acerque al área neurálgica de los sentimientos. Ahora bien, puede que el autocontrol sea bueno y funcione en condiciones normales, pero no debemos permitirnos perder la espontaneidad en su nombre, así que es preciso conservar la calma, a fin de cuentas es sólo una cita.

Hay que reconocer que, en mayor o menor medida, todos estamos atentos a percibir las señales que nos indicarán si le agradamos mucho, poquito o nada –como dicen los que deshojan margaritas-, a nuestro interlocutor. Labor que debemos ejecutar con total naturalidad, sin parecer demasiado desesperados y sin dejar que la conversación sobre la familia, el trabajo y la incesante lluvia en la ciudad caiga en el temido limbo monosilábico.

Con todo lo anterior, se diría que entablar una relación parece más una prueba de agilidad, valor y destreza que un hecho romántico, pero cuando sientes el calor de quien está a tu lado, la suavidad de su piel y esa increíble sonrisa que te hace querer quedarte ahí sentado disfrutando de ese momento único, ahí es cuando entiendes que después de todo sí fue una cita romántica, más aún, cuando un cálido beso te confirma que el interés es mutuo.

Entonces, te das cuenta de que esa primera cita ya terminó, que ambos esperan volverse a ver y que aprendiste una interesante lección:

Hay que sorprender y sorprenderse, muy seguramente eso será lo que más recuerde la otra persona una vez esté bajo las sábanas en la comodidad de su casa.

@Mr_Brownie